Se avecina un verano caliente con más incertidumbre acerca del valor del dólar

Se avecina un verano caliente con más incertidumbre acerca del valor del dólar

La economía argentina deberá enfrentar los riesgos climáticos, que prometen una menor liquidación de divisas, y los externos que pueden impactar en los precios de commodities.

“¿Tasa o tipo de cambio?” sigue siendo una pregunta habitual entre individuos o empresas. Este interrogante incluso se intensifica de cara a fin de año. En este marco, conviene recordar que diciembre es un mes extraordinario desde múltiples aristas, plantea GMA Capital.

En primer lugar, muestra una marcada estacionalidad en materia de demanda de pesos (y oferta de dólares financieros) con motivos transaccionales. Los aguinaldos, los gastos de las Fiestas y la llegada de las vacaciones suelen incentivar a los argentinos a querer tener una mayor cantidad de pesos (saldos reales) que en cualquier otro momento del año, para luego aplicarlos al consumo. Por esta razón, la inflación de diciembre es habitualmente mayor que la de los meses previos, explican los economistas Nery Persichini y Santiago Franco.

En segunda instancia, el cierre de la “foto patrimonial” para el cálculo del impuesto a los Bienes Personales también genera movimientos atípicos, pero por el lado financiero. Los argentinos usualmente transfieren dólares desde el exterior para dejarlos en cuentas a la vista en la plaza local o destinarlos en instrumentos que están exentos del pago de aquel tributo. De esta manera, podría hablarse de un sesgo a la apreciación (o estabilidad) del tipo de cambio financiero.

Más allá de la estacionalidad, un tercer aspecto relevante es la existencia de limitantes a la movilidad de capitales y un cepo cambiario cada vez más restrictivo. Este factor podría inducir ruido dentro del debate de tasa versus tipo de cambio.

Por último, no pueden pasar desapercibidas las estrategias de carry trade (una estrategia que consiste en invertir en activos en pesos, captar la ganancia y luego recomprar dólares) en la Argentina que son mucho más dependientes de la volatilidad del tipo de cambio financiero que del premio de la tasa de interés sobre la inflación, una zanahoria que rara vez aparece. Actualmente el costo del dinero paga -5% real anual contemplando el aumento del costo de vida esperado.

Con todo, los consultores puntualizan que estos avatares conducen a que la estacionalidad del carry trade muestre un comportamiento más o menos significativo en la recta final del año. Según la dinámica de los últimos 12 años, hacer tasa en pesos buscando ganancias en dólares (al tipo de cambio del Contado con Liquidación) trajo rendimientos promedio de 3,2% mensual tanto en noviembre como en diciembre. “Pero en los años con restricciones cambiarias esa performance fue aún superior, con rentabilidades de 4,3% y 4,5% respectivamente”, advierte GMA. Dicen que la historia no se repite, pero rima. Sin embargo, de cara a los múltiples riesgos que penden sobre la macro argentina, es probable que el epílogo del año traiga más de una sorpresa en materia cambiaria, argumenta.

En el cortísimo plazo, la mayor preocupación gira en torno a la delicada situación en el mercado de deuda en pesos. Los acreedores se encuentran reticentes a estirar los plazos, y esto se vio reflejado en las últimas licitaciones. Además, el Gobierno no encuentra la forma de colocar títulos más allá de 2023. “Esta dinámica provocó una concentración mayúscula de vencimientos durante el próximo año, lo que se convierte en un problema en sí mismo. En este contexto, el Banco Central lleva acumulando compras por $ 335.000 millones en casi dos meses para sostener los precios de los bonos”, apuntan los economistas. Por otro lado, si bien el Presupuesto proyecta una reducción del déficit fiscal de 2,5% a 1,6% del PBI descontando las rentas a la propiedad (aún en año electoral), se le añade más protagonismo al financiamiento neto con el sector privado, reduciendo la asistencia monetaria directa de 1% a 0,6% del PBI. De mantenerse la dinámica actual en el mercado de deuda, la promesa será de más pesos en la economía, que presionarán sobre la brecha.

Si bien la nueva edición del “dólar soja” traería cierta calma en el corto plazo (en las primeras siete ruedas la liquidación superó los U$S 1.200 millones y el Central logró comprar U$S 620 millones), el panorama de cara a los próximos meses es mucho menos alentador. “Los niveles de retención de granos no son considerablemente altos en relación al promedio histórico. Por otro lado, este tipo de incentivos hará que la liquidación se reduzca drásticamente sin un mejor tipo de cambio para las exportaciones, a la espera de otro “dólar soja” o una eventual unificación cambiaria de cara al próximo gobierno”, indica la consultora. Otro factor de riesgo es el clima, que puede significar menos liquidación.

La gestión actual ha utilizado al tipo de cambio como un ancla nominal para contener la inercia inflacionaria. Como consecuencia de ello, la apreciación cambiaria en 2021 alcanzó 17,7%, marcando así un récord desde los últimos 20 años. Y en lo que va del año, el dólar oficial se despertó tarde. Recién en octubre la variación del precio de la divisa superó a la inflación (6,5% vs 6,3%), y probablemente haya vuelto a hacerlo en noviembre, ya que la variación superó 6,6%. A pesar de ello, no fue nada suficiente. En lo que va del año, la apreciación real supera el 9%. Como si fuera poco, desde el Ministerio de Economía se está barajando la posibilidad de reducir el ritmo de crawling peg (devaluación controlada) del 6,5% al 4% a partir de enero y a su vez reducir las tasas de interés. Este cóctel, más temprano que tarde, profundizaría aún más los problemas, y le sacaría todo atractivo a la estrategia de la tasa en pesos, puntualiza GMA. Por otro lado, se suele utilizar al tipo de cambio real como una herramienta con fines electoralistas. El atraso cambiario genera una mejora artificial en términos de poder adquisitivo, lo que mejora las chances del oficialismo de turno. Tomando el promedio de las últimas elecciones entre 2003 y 2021, entre los últimos 10 meses previos hasta la elección, la apreciación llega a superar el 7,4%.

Comentarios