LIMA, Perú.- Una inesperada resistencia al nuevo gobierno surgió en Perú, luego de la destitución de Pedro Castillo, el sexto presidente del país andino en cinco años.
Las manifestaciones, varias de ellas reprimidas por la policía, fueron creciendo con las horas, y se extendieron desde la capital, Lima, a otras ciudades.
El miércoles, Castillo intentó resistir un tercer pedido de destitución impulsado por la oposición en el Congreso con una orden para disolver el órgano legislativo que, a su vez, lo declaró en rebeldía, lo acusó de dar un golpe de Estado y -con ayuda de las Fuerzas Armadas- lo removió del poder.
Unas horas después, estaba preso en una sede policial y asumía el cargo su hasta entonces vicepresidenta, Dina Boluarte.
Ayer, las protestas parecían ir de menos a más, y a la convocatoria de agrupaciones de izquierda se sumaron comunidades indígenas y pueblos alejados de la capital. Los manifestantes exigieron nuevas elecciones y la renuncia de Boluarte -la primera mujer en dirigir a Perú, un país de fuerte cultura machista-, a quien tildan de “traidora” por haber asumido el cargo.
El ex presidente recibió el apoyo de los mandatarios de Venezuela, Nicolás Maduro, y de Colombia, Gustavo Petro. El ex presidente de Bolivia, Evo Morales, saludó la posición “digna, solidaria y consecuente” del jefe de Estado mexicano, Andrés Manuel López Obrador, que hizo gestiones “para preservar la vida y la integridad del hermano Castillo”, “La única incapadidad moral es el golpe congresal contra un gobierno del pueblo”, tuiteó en su cuenta @evoespueblo el ex mandatario boliviano, que también sufrió una destitución.
Entre los que defendieron el cambio de gobierrno está el escritor y político peruano de derecha, Mario Vargas Llosa.
En Lima, una protesta de varios miles de personas marchó hacia el Parlamento, donde fue dispersada por la policía con gases lacrimógenos y donde se produjo la detención de al menos tres manifestantes, según informó la cadena alemana DW.
“¡Pedro Castillo, Perú está contigo!” y “¡Si no hay liberación, habrá revolución!” coreaban durante el recorrido de unas 10 cuadras por el casco histórico de la capital, que era custodiado por las autoridades.
“Estoy marchando por defender a mi presidente Pedro Castillo, que lo han vacado (destituido) injustamente. Han hecho lo imposible para sacar a Castillo, desde el momento que ha entrado no lo han dejado trabajar”, dijo Mery Colque a periodistas de agencias internacionales.
“Vivimos en un golpe de estado decretado por el Congreso golpista. No puede ser que un grupito de 100 personas saque a un presidente elegido por millones”, cuestionó Ana Zevallos, que marchaba en Lima.
Las protestas se extendieron a varios departamentos y ciudades del interior de Perú como Chota (Cajamarca, cuna de Castillo), Trujillo, Puno, Ayacucho, Huancavelica y Moquegua.
Ayer cientos de simpatizantes y de opositores de Castillo se concentraron frente a la prefectura de Lima, donde estuvo detenido antes de ser trasladado a la base de las fuerzas especiales de la policía.
“Cierre el Congreso, nido de ratas”, se leía en un cartel a favor del ex mandatario. A unos metros, otro grupo quemaba remeras con el rostro de Castillo.
Un alto tribunal dictó siete días de prisión preliminar para Castillo, “investigado por delito de rebelión (alternativamente conspiración)”, tuiteó el Poder Judicial. De ser hallado culpable, podría enfrentar una pena de entre 10 y 20 años de prisión.
México inició consultas con nuevo gobierno de Perú para dar asilo al depuesto mandatario que se declaró en grave riesgo. Ayer, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Perú convocó al embajador de México en Lima, Pablo Monroy, para pedirle explicaciones por las expresiones del gobierno del país norteamericano sobre la reciente crisis política peruana, que consideró una “injerencia” en sus asuntos internos. (Reuters-Especial)