El fútbol, dinámica de lo impensado: Brasil, el gran favorito, quedó eliminado del Mundial de Qatar por penales a manos de una Croacia que llegaba como punto pero que jamás se dio por vencida, ni cuando Neymar puso en ventaja al Scratch sobre el final del primer tiempo del alargue. Con las pocas fuerzas que le quedaban, el subcampeón del mundo se jugó por entero y cuando todo parecía perdido logró el empate en el único tiro al arco que hizo en todo el partido, por medio de Bruno Petkovic. Así, forzó los penales donde una vez más fue clave la figura del arquero Dominik Livakovic: además de tapar no menos de cinco ocasiones clarísimas de gol a lo largo del partido, le atajó el primer penal a Rodrygo en la definición y permitió a su equipo tomar una ventaja que luego sería definitiva cuando Marquinhos remató al palo (4-2).
Y eso que Croacia llegaba físicamente más desgastado, habiendo tenido que superar una extenuante llave de octavos de final con alargue y penales ante Japón. Brasil, en cambio, venía de bailar a Corea del Sur y llegaba con el cartel de claro favorito en los pronósticos. Sin embargo, no hubo una superioridad mainifiesta en la primera mitad. Croacia salió a jugar de igual a igual, sin meterse atrás ni renunciar a la pelota, aunque es cierto que fue el Scratch el que tuvo mayor iniciativa. Sin embargo, al buen trato del balón le faltó picante de tres cuartos de cancha hacia adelante: Neymar y Richarlison participaron poco, y la sensación de peligro más o menos concreto vino por las gambetas de Vinicius Jr por la izquierda. El delantero de Real Madrid fue el que más encaró y trató de destrabar el cerrojo defensivo croata, aunque sin encontrar un socio.
Sobra decir que Croacia no es Corea del Sur. Ya no es el equipo temible que llegó a la final de Rusia 2018, pero tiene con qué complicarle la vida a cualquiera. Modric, el estratega de los "Ajedrezados", encontró siempre una buena opción de pase en el movedizo Juranovic, cuyo ida y vuelta fue la mayor preocupación de la defensa brasileña. Cada vez que el volante encontró espacio para ganar velocidad, fue un problemón para Danilo y Thiago Silva. Pero le pasó lo mismo que a Vinicius: le faltó un socio, papel que Ivan Perisic no logró asumir en esa primera parte.
El 0-0 le quedaba bien a lo que hasta ahí había sido un partido parejo, prolijo, pero escaso de emociones fuertes.
Diferente fue el comienzo de la segunda. Brasil salió con todo, mucho más agresivo y punzante, pero se encontró con un gigantesco Livakovic cada vez que apuntó al arco. El 1 sacó todo, pero todo lo que le tiraron. Lo intentaron Neymar y Vinicius primero, luego Lucas Paquetá dos veces, también Richarlison (que estuvo desconocido) y Antony, pero no hubo caso. El guardián croata estuvo rápido de reflejos para responder cada vez que los centrales no pudieron, y siempre ubicado en el lugar correcto. Si Brasil no lo ganó antes del alargue fue mérito de él en un 90%. Croacia no pudo sostener la pelota más que unos pocos segundos por la asfixiante presión brasileña, y ni las tenencias de Luka Modric pudieron sacarlo de ese "modo aguante".
Parecía difícil que el subcampeón del mundo -que ya venía con el desgaste de los 120 minutos ante Japón- pudiera resistir otra media hora de alargue hasta llegar al oasis de los penales, donde la confianza de Livakovic podía equilibrar la balanza. Resistió como pudo, pero sobre el final del primer tiempo suplementario apareció Neymar para levantar una perfecta pared en el área con Paquetá, eludir con sangre fría a Livakovic y firmar un golazo, por su construcción y por su valor. Porque lo merecía Brasil, más allá de emotiva entrega de Croacia y sobre todo del buen Modric. El Scratch había sido muy superior a partir del segundo tiempo, tanto que Alisson Becker podría haberse dormido de aburrimiento en su arco.
Perdido por perdido, Croacia salió a quemar las naves en el segundo tiempo extra, con Modric tirando los ánimos de su equipo. Fue una prueba más de que nunca hay que dejar de creer. Cuando parecía estar todo perdido, Bruno Petkovic trocó un centro bajo en un remate a contrapierna que un pequeño desvío en el camino tornó inatajable para Alisson: 1-1, a solo tres minutos del final.
Y ahí volvió a aparecer el gigante Livakovic, para taparle el primer disparo a Rodrygo y confirmar la ventaja que había dado Vlasic con el primer penal. Para Croacia luego convirtieron Majer, Modric y Orsic, todos con muy buenas ejecuciones. Casemiro y Pedro le dieron esperanzas a Brasil, pero Marquinhos quiso esquinar de más su remate y estrelló en el poste las ilusiones de Brasil.
Ahora, Croacia espera por el ganador de Argentina-Países Bajos, con mucha expectativa pero también con el desgaste de dos agotadoras definiciones. Ojalá Lionel Messi y Luka Modric puedan volver a estar cara a cara, como en aquellos clásicos de la liga española.