BAD LOBENSTEIN, Alemania.- Los investigadores alemanes de la pequeña localidad oriental de Bad Lobenstein registraron un apartado pabellón de caza del siglo XIX, de propiedad de un aristócrata local que está en el centro de una trama golpista que ha conmocionado a Alemania y ha dejado perplejos a los residentes. La Policía rodeó el pabellón de caza de Waidmannsheil, propiedad de Heinrich XIII Prinz Reuss y situado en las afueras de la ciudad, en una zona boscosa, por sospechas de que haya servido como depósito de armas y punto de encuentro de golpistas.
Los planes salieron a la luz el miércoles, con la detención de 25 miembros y simpatizantes de un grupo de extrema derecha que, según la fiscalía, preparaba el derrocamiento violento del Estado para instalar como líder nacional al aristócrata de 71 años que había buscado el respaldo de Rusia.
Las autoridades municipales y la policía dijeron que Heinrich es el propietario del pabellón de caza situado en las afueras de Bad Lobenstein, un pequeño castillo de estilo neogótico con una torre y almenas. La familia volvió a comprar la propiedad en 1990, tras la caída del comunismo, y restauró lo que se había convertido en un albergue juvenil.
Heinrich, uno de los últimos descendientes de una dinastía que en su día gobernó franjas del este de Alemania, fue detenido en Fráncfort.
Bad Lobenstein es una ciudad balneario de unos 7.500 habitantes situada en el estado de Turingia, en el este de Alemania. Su fundación se remonta a antes de 1250, según su página web. Ahora, según algunos residentes, la ciudad se ha convertido en un punto de encuentro de los llamados Reichsbuerger (Ciudadanos del Reich), lo que ha provocado divisiones en la comunidad. Los Reichsbuerger no reconocen a la Alemania actual como un Estado legítimo. Algunos de ellos son devotos del imperio alemán bajo monarquía, mientras que otros son partidarios de las ideas nazis y hay quienes dicen que Alemania está bajo ocupación militar.
El vicealcalde, Andree Burkhardt, declaró que la perspectiva de un golpe de Estado le “aterrorizaba”. Burkhardt, que trabajó durante años instalando hornos, dijo que él y otros residentes recibieron este verano boreal cartas anónimas en las que se les decía que no eran alemanes y que se presentaran en la dirección de la familia Reuss para conseguir sus papeles.
“No tengo miedo. Porque la democracia está en su sitio y las autoridades controlan la situación, pero desde luego estoy preocupado por cómo van las cosas”, dijo , Burkhardtdesde su despacho en el ayuntamiento.
En la base de una colina, bajo el pabellón de caza, había nueve vehículos policiales, una tienda de campaña, focos y el zumbido de un generador. (Reuters)