Más de uno habrá tenido que googlear en las últimas semanas dónde queda Bangladesh y más de uno también se habrá sorprendido al descubrir que se trataba de un país ubicado en Asia del Sur y no de una ciudad india, por ejemplo. Pasa que, desde que empezó el Mundial de Qatar 2022, los argentinos no dejamos de sorprendernos por el efusivo apoyo que los habitantes de esas tierras le manifiestan a la Selección argentina de fútbol.
Al principio parecía que se trataba de las típicas fake news, que tanto abundan en las redes sociales por estos tiempos. Pero con el transcurso de los días se fueron viralizando más y más imágenes de un Bangladesh teñido de celeste y blanco. Circularon videos que mostraban a los bangladesíes nerviosos frente al televisor cada vez que jugaba Argentina, llorando ante la derrota con Arabia Saudita, vistiendo las camisetas albicelestes, con enormes banderas colgadas en los frentes de sus casas y festejando en las calles cada triunfo del equipo de Lionel Scaloni como si se tratara de su propia selección. Incluso se vio a una periodista presentando las noticias en la televisión con la camiseta alternativa de nuestro país.
“¡Gracias por el apoyo a nuestro equipo! ¡Están re locos como nosotros!”, publicó en Twitter la cuenta asociada a la Asociación del Fútbol Argentino, que no pudo estar ajena a esa repercusión. Hasta el propio Scaloni habló de este fenómeno: “Le quiero dar las gracias a la gente de Bangladesh. Pienso que el fanatismo es por lo que transmite la camiseta argentina, el hecho de haber tenido a Diego, hoy a Leo. El sentimiento por la camiseta, los colores, cómo es el hincha... Nos llena de orgullo que en Bangladesh hinchen por Argentina como también lo hacen en otros países. Por ellos también, intentaremos dar lo máximo siempre”, declaró el director técnico en una conferencia de prensa previa al encuentro con Australia.
A partir de esta situación, incomprensible para los argentinos, no quedó otra que ir aprendiendo también acerca del país asiático. Así nos enteramos de que ese incomprensible fanatismo comenzó en el Mundial de 1986, cuando Diego Maradona marcó el recordado gol con la mano frente a los ingleses (la famosa “Mano de Dios”). ¿Por qué los movilizó tanto? Se debe a que los bangladesíes padecieron una tremenda hambruna en 1943 cuando el primer ministro del Reino Unido Winston Churchill ordenó cortarles todos los suministros porque creía que podían colaborar con Japón, uno de sus enemigos en la Segunda Guerra Mundial. Esa fue una de las peores tragedias en la historia de Bangladesh, que se cobró tres millones de vidas.
Así se explica que la hazaña de Maradona haya sido celebrada como propia en ese país y que Diego se haya convertido en ídolo para ellos, despertando la misma pasión que en su propia tierra. Luego, con el paso del tiempo, Lionel Messi fue ganándose también su lugar en esos corazones.
Aunque los bangladesíes nunca clasificaron a una Copa del Mundo, se hermanaron con los argentinos desde un lejano continente y comparten ese sentimiento a través del fútbol. Una buena lección de cómo las competencias deportivas no solo generan asperezas y rivalidades, sino también unión y simpatía aún desde los rincones más recónditos del mundo.