¿Cómo explicar el sólido triunfo de Inglaterra sobre Senegal? A partir de una receta milenaria: si las naciones de menor porte no exprimen hasta el final el jugo de la fruta, el que se lo tomará será su rival. Eso pasó en Francia con Polonia y volvió a suceder con los ingleses y africanos.
Darse el lujo de dilapidar ocasiones de gol resultó ser la condena del “León”, porque si nos remitimos a los papeles, a editar por tramos el partido con Inglaterra, hasta los 30 y pico de minutos hubo un solo equipo protagonista, uno que mereció romper el cero, y ese fue Senegal. Pero…
Ya sabemos que nadie suma puntos ni goles por merecimiento. Hubo una jugada extraña que no terminó en penal a favor de los senegaleses porque solo el VAR entendió cómo juzgarla. Y tampoco hubo festejo para los compañeros del realmente extrañado Sadio Mané porque Jordan Pickford tapó un pelotón estirando su mano izquierda cuando su cuerpo estaba ya cubriendo su palo derecho.
Senegal fue un jalapeño dulce, insinuó explotar y se pinchó como un globo cuando desperdició posesión y ubicación en el área inglesa. Y como suele suceder en todas las pesadillas futboleras, el sometido cambió a rol de sometedor y liquidó el partido antes de irse al descanso.
Su receta fue no desesperar y contraatacar. Por izquierda, Jude Bellingham comió un par de marcas, levantó la mirada en el área grande y cedió con un pase perfecto a Jordan Henderson para que este no hiciera justicia a lo que estaba sucediendo, pero sí a lo que el juego requería: efectividad. En su primera gran gran ocasión, Inglaterra se puso arriba, 1-0. A llorar al olivo.
Harry Kane marcó el 2-0 después de fallar una clarísima antes. Ya no importaba, porque Senegal ya había acusado el golpe. Sin respuestas ni material humano para cambiar el curso de la historia, Inglaterra mantuvo su dominio mental y territorial.
Si alguien pensó que en el complemento podría haber una sorpresa, Phil Foden, asistidor en el gol de Harry Kane, le sirvió a Buyako Saka el cierre de la persiana con el 3-0.
En la vida restante del partido, Senegal fue más sombra que luz, todo lo bueno que había hecho durante los 30 minutos iniciales se perdió como un espejismo en el desierto de Qatar.
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Pensemos en lo que viene, en los cuartos de final entre Inglaterra y Francia. ¿Cuál de los dos tiene más chances? Por defecto y actualidad, Francia irá como banca en las apuestas. Es el campeón defensor y su dotación de galácticos no para de sorprender, en especial Kylian Mbappé.
¿Es posible para Inglaterra imaginarse en una de las semifinales? De ninguna manera. Sus extremos pueden proponer un gran duelo con los galos, surcando las líneas y generando cortes al vacío.
Sí necesitará Inglaterra de un Kane menos terrenal y más extraterrestre. Es la máxima
referencia inglesa si hablamos del gol, y en esta Copa del Mundo lejos estuvo de ser el letal killer de redes. El capitán sí es, además, una parte vital cuando Inglaterra lo utiliza como señuelo. Pivotea como nadie de espaldas al arco y eso puede ser una gran ventaja para los receptores, Bellingham, Foden y Saka.
¿Será un partido de ida y vuelta sin respiro? Habrá que ver cuál de las dos potencias se anima a proponer el palo por palo. Un error puede resultar el boleto de regreso a casa.
¿Arriesga el que gana? Cuando se trata de equipos de renombre como estos, difícilmente sufran lo que Senegal para romper el cero.
La propuesta de los cuartos de final que se avecina es más que interesante. Inglaterra pasó por varios estados en este Mundial. Cuando se le vino la soga al cuello, encontró la luz al final del túnel. Eso se llama resiliencia y capacidad de supervivencia. De Francia podemos mencionar que juega bárbaro, pero cuando sacó algunas piezas de su esquema, como contra el eliminado Túnez, quedó perdido como turco en la neblina.
Hagan sus apuestas, ¿Por cuál de los dos apostarían?