Trece mil setecientos ochenta y cinco kilómetros aproximadamente separan la apacheta de piedras que está enclavada en el centro de la plaza de Amaicha del Valle del estadio Lusail, de Qatar, sede donde el seleccionado argentino jugó su segundo partido del Mundial y venció a México.
La locura mundial claramente no conoce de fronteras. Niñas, niños, abuelas y abuelos, todos están pendientes del encuentro clave para el equipo que orienta Lionel Scaloni y que está comandado por Lionel Messi.
Una Copa del Mundo que también despertó distintos reclamos por la ausencia de libertades en el país qatarí. Hubo reclamos por violaciones a los derechos humanos , explotación laboral y muchas más. Hubo gritos de “basta de explotación laboral, libertad a la comunidad LGBTIQ+?”, como también reclamos más locales de que “el agua es oro y no a la mega minería”. “Por favor escriban que en Amaicha también estamos reclamando y luchando como mucha gente a nivel mundial por nuestros derechos”, dijo una vecina en la plaza principal de Amaicha.
En la entrada al pueblo, la bandera de Argentina flamea al lado de la wipala multicolor que caracteriza a los pueblos originarios. “Este Mundial nos entusiasma mucho. El fútbol es una actividad que se realiza con mucha pasión en los Valles Calchaquí. Tenemos una Liga súper exigente y clásicos digno de cualquier parte del mundo”, afirma Jorge, con una lata en la mano en la previa al partido.
Una pantalla gigante fue ubicada en la casa de comunidad, donde los vecinos se juntaron a sufrir y a gozar con la “Scaloneta”. Frente a la plaza, un grupo de amigos cocinaron una cabeza guateada y colocaron un televisor en la vereda donde se acercaron varios vecinos atraídos por el sabor y aroma del platillo servido.
En cada bar, peña y patio hubo algo relacionado al Mundial. La familia Escalante-Farid, de Santa María de Catamarca, tiene como “cábala” ver la Copa del Mundo en el Rancho de La Candelaria, en el corazón de los valles. “El miércoles esperamos verte de nuevo”, retruca una integrante de la familia.
Los hinchas amaicheños no pararon de sufrir y de alentar a la Selección. Mantienen el sueño y la ilusión intacta de levantar la Copa.