Vieron lo que es el fútbol, una caja de sorpresas. Acá por el 947, el estadio cuyo destino será desaparecer después del Mundial, y donde la Selección cerrará o ampliará -después de Polonia- su participación en Qatar 2022, la historia se irá con esta mole construida con 947 containers marítimos en honor al parque marítimo de Doha y a su código de llamada internacional (+947).
A diferentes países emergentes se irán los módulos que hoy sirven de oficinas, sanitarios, los salones vip, las butacas. A distintos países emergentes también se irá un pedacito del gol de penal de Cristiano Ronaldo, el hombre récord en mundiales: jugó cinco seguidos y marcó en los últimos cinco. Nadie como él en ese rubro.
Desde Corea-Japón 2022 hasta esta edición en el desierto, el portugues siempre estampó su firma. Lleva ocho gritos, superando a varios históricos de otras banderas en la competencia más atractiva del planeta fútbol.
Cristiano es para un mundial lo que Leo Messi para el juego en sí: una necesidad absoluta.
El gol del 7 cambió el bodrio por partidazo. Y también una imagen suya bastante chata. Los hinchas padecieron casi 64 minutos de fracasos del goleador frente al arco del aguerrido 11 de los africanos (ojo Uruguay, qué complicado se te ve).
Si no hubiera sido por ese penal tan polémico como uno de los dos offsides que le cobraron Lautaro Martínez ante Arabia Saudita, podríamos habernos equivocado y permitido dudar de si Cristiano está entero a sus 37 años o si ya viene con la cartuchera sin balas.
Hubiera sido una impertinencia describir al goleador recientemente divorciado de Manchester United como un “ex” futbolista. Sería lo mismo que pensar que el mal partido de Leo fue el fin de la Argentina en este Mundial.
Pero sí es verdad que la producción de Cristiano había sido bastante opaca y rara en él. Las jugadas que tuvo en movimiento (un mano a mano y otra en soledad), fue él mismo quien las desperdició. Nadie más.
En un duelo con el arquero Lawrence Ali cuando todavía nos sacábamos las lagañas de los ojos del primer tiempo, entró solo por el medio pero estiró demasiado la bocha y dejó escapar el 1-0. Al rato, con un cabezazo en soledad, lo mismo. Se veía a Ronaldo molesto con él mismo, era el Ronaldo de los últimos partidos en los “Diablos Rojos”.
Hubo que bancar sin cerrar los ojos hasta entrado el complemento. Él inventó el penal que le cobraron al ropero de Salisu. Hizo lo que tenía que hacer el defensor, hacerse sentir con la carrocería. Sucedió que cristiano se cayó y el VAR jamás llamó al árbitro Ismail Elfath para decirle que lo del luso era teatro.
Entonces, lo que venía siendo un dolor de ojos abrió una nueva página en los libros dorados de los mundiales con ese penal alto y al costado que rompió la idea de Ati de atajarlo.
Cristiano motivó a la tropa para que lleguen más goles, unos lindos por la ejecución de la recuperación del balón, y otros que habrá que trabajar para que no vuelvan a suceder, caso los sufridos por Portugal, en el 1-1 (Andre Ayew), en el 2-3 (Osman Bukari) y en el casi 3-3 de los ghaneses (durmió mal el arquero luso Diogo Costa).
La fuga vino por su sector derecho, y ello incluye al carrilero, a lateral y zaguero. Un par de pases rasantes en cortada desnudaron su concentración. Y el “casi 3-3” fue una avivada que no pasó a mayores de milagro.
Y por el lado del Portugal que siempre estuvo arriba desde el penal de “CR7”, el dueño de la gestación, de las asistencia previas al 2-1 y 3-1 fue Bruno Fernandes, el capitán del United con el que se dijo que Cristiano no se estaba llevando bien tras las declaraciones que hizo en contra del club cuando se sumó a la concentración de la selección.
No sé si habrá algo, pero después de dejar en soledad a Joao Felix con un pase entre líneas, y éste cruzar con suavidad la pelota (2-1), Cristiano le tiró un pared para que maneje la contra del 3-1 y Bruno jamás tomó lo tomó como opción, siendo el mejor ubicado para el remate. Abrió para Leao y Rafael colocó rosca divina sobre el palo zurdo de Ati.
Con Fernandes o sin Fernandes aplaudiendo, Portugal le debe y mucho a Cristiano. Lo mismo que quienes reciban una porción del estadio 947. Su regaló será una parte del récord del único futbolista que rompió redes en cinco mundiales consecutivos.