El remate potente desde lejos de Federico Valverde, que reventó el palo derecho del arco coreano casi sobre el final del partido y llegando al mediodía tucumano sacudió la modorra. Hizo que los hinchas se despertaran luego de casi todo un partido en el que hicieron malabares para seguir prendidos a un duelo inexpresivo, insulso y con casi nada de brillo.
En un Mundial en el que ya se vio buen vuelo futbolístico en varios duelos y en los que los picos más altos fueron los de España e Inglaterra, lo que ofrecieron Uruguay y Corea del Sur contrastó bastante. Hubo que poner fuerza de voluntad para mantener la mente y el corazón alineados poco más de 90 minutos en los que ambos equipos no aportaron demasiado.
No todo lo que brilla es oro. En la previa, el juego pintaba interesante. Los coreanos, dirigidos por el portugués Carlos Queiroz, es un equipo rápido, explosivo, que intenta sacar ventaja en base a la tenencia y al juego asociado. Y esas características podrían ser las aliadas ideales de la férrea defensa y la capacidad de contragolpe “charrúa”, para armar un partido entretenido, emotivo y golpe por golpe. Pero no.
Los que se levantaron para sentarse frente a la TV, mientras desayunaban, casi con seguridad habrán maldecido no haber dormido un rato más. Y los que aún estaban en cama, seguro “cabecearon” un par de veces porque los arqueros Sergio Rochet y Seung Gyu Kim fueron casi plateístas privilegiados e del choque en el Estadio Ciudad de la Educación.
Con Portugal, tal vez, como el equipo que tiene más posibilidades de llegar a octavos de final de la Copa del Mundo, Uruguay y Corea del Norte sabían que este partido era fundamental. Como primera medida, nadie debía perderlo porque se trataba casi de un mano a mano en la lucha por llegar a la etapa decisiva del torneo.
Quizás eso también influyó para que ambos equipos entregaran un choque sin demasiadas emociones. Porque cuando los nervios apremian, no es sencillo manejar las emociones y bajar las pulsaciones para que el buen fútbol salte a escena.
El 0-0 le quedó perfecto a un partido en el que sólo se puede la buena predisposición de ambos equipos y las ganas de sacar adelante la situaciones. Pero el fútbol se gana con goles y para convertirlos, hace falta generar situaciones. Uruguayos y coreanos deben anotar en sus “debe” la falta de astucia para quebrar las resistencias rivales; esa deberán ser las prioridades de ambos equipos de cara a la recta final del Grupo H.