El partido contra Arabia Saudita aún no había terminado, pero la impotencia de la Selección era tal que muchos optaron por matar la ansiedad avanzando en los cálculos del grupo. ¿Qué resultado le venía mejor a una Argentina sorpresivamente derrotada en el partido a priori menos perdible del grupo D? ¿Un triunfo mexicano, uno polaco o un empate? Definitivamente, la igualdad surgió como la opción elegida por la mayoría, para evitar que alguno se aleje a tres puntos de distancia de entrada. Esto, claro, suponiendo que lo de Arabia fue excepcional y que no volverá a mostrar ese nivel ni contra México ni contra Polonia. Ya si los árabes le ganan también a México, la cosa cambia...
Y lo que sucedió en el particular estadio 974 se ajustó más o menos a lo que se esperaba. Aunque para ser más precisos, lo de México terminó siendo bastante más digno que lo de un Polonia especulativo, temeroso, casi entregado a defender y encomendarse a la buena de Dios y de Robert Lewandowski. El tema es que el capitán y goleador histórico sufre lo que otras máquinas del fútbol: son demasiado buenos, pero están demasiado solos. Y al artillero de Barcelona no le quedó más que bajar a colaborar en la marca en lugar de preocuparse por estar en el lugar indicado en el momento oportuno y mandarla a guardar. Aquí, Polonia no tuvo con qué generarle esas situaciones que en Europa le llueven al 9 "blaugrana".
Un triunfo le hubiera venido bien a Gerardo Martino para ganarse el favor de una afición que lo resiste desde hace bastante y que no confía en él. No pudo ser. México tuvo la posesión y el territorio, y tal como se había visto ante Suecia en el amistoso premundialista, lo mejor estuvo adelante. Con Alexis Vega enchufado e Hirving Lozano desequilibrando por la banda derecha, fue arrinconando a Polonia y haciendo figura al arquero Szczęsny. Le faltó ese punch final al equipo azteca, sino estaríamos hablando de un 2-0 cómodo en el primer tiempo, cuando menos.
Polonia siguió agazapado esperando morder de contragolpe, pero cuando los de Martino mostraron alguna duda, no supieron aprovecharla. La única esperanza parecía ser alguna pelota parada, capitalizando su mayor promedio de altura. Hasta que llegó un penal debatible de Héctor Moreno sobre Lewandowski (cobrado a instancias del VAR), que el propio "Lew" se encargó de ejecutar. Era su chance de estrenarse en una red mundialista, pero Guillermo Ochoa, el interminable "Memo" le adivinó la intención. Y está bien, un gol hubiera sido demasiado premio para Polonia.
El ingreso de Raúl Jiménez y de Uriel Antuna intentó agitar el avispero, pero no aportó eficacia en los metros finales, que es lo que México necesitaba. Y así, la última parte se diluyó en el conformismo de ambos con no perder. Un 0-0 que se plegó al pronóstico de muchos y que le viene bien a la Selección. Eso sí, siempre y cuando el sábado le gane al "Tri", algo que con el nivel que mostró ante Arabia será complicado.