Un gol gracias a un penal que llegó a instancias del VAR (que poco a poco va “matando” al fútbol, quitándole su esencia) y ocho off sides (con ese número superó el total de fueras de juego que había tenido en todo Rusia 2018). Sólo eso había mostrado Argentina durante el primer tiempo.
Si bien nadie imaginaba que Arabia Saudita podía torcer la historia en un puñado de minutos del inicio del complemento, algunas alarmas se habían encendido en torno a un rendimiento argentino que no ofrecía garantías.
En su inicio en la Copa del Mundo, el equipo no estuvo a tono con la efervescencia de sus hinchas. Pareció atado de pies y manos, sin ideas y sorprendido por un planteo rival que nadie imaginó.
Por los Saudíes no se replegaron como casi todos pensaban. Antes del gol de Lionel Messi, su última línea defendía a 40 metros de su arquero. Y al verse abajo en el marcador, apostó un poco más.
Los goles de Saleh Al Shehri y de Salem Al Dawsari, en los ocho primeros minutos del complemento, dejaron a un país estupefacto; pero también desnudaron las falencias de un equipo que durante gran parte de este proceso había mostrado signos de que no estaba del todo firme del medio hacia atrás.
De hecho, hace una semana Emiratos Árabes Unidos (un rival de muy poca valía) le había generado problemas. Y ahora Arabia Saudita lo dejó helado; porque a Argentina también le faltó ideas para generar en ataque.
Arabia lo derrotó en el primer duelo en Qatar 2022, le cortó una racha de victorias que llevaba tres años y medios y le impidió alcanzar el récord de Italia de 37 juegos sin caer (Argentina se quedó en 36). Pero lo más importante y contundente es que lo obliga a no fallar más si es que quiere llegar a la parte final del Mundial.
¿Se puede superar la fase de grupos aún? Claro que sí; pero Lionel Scaloni y compañía deben hacer borrón y cuenta nueva. El equipo debe recobrar la lucidez a la hora de atacar y dejar de lado esos errores defensivos que en un Mundial se pagan con derrotas.