Por José María Posse - Abogado, escritor e historiador.
En su primera página del 8 de junio de 1936, el diario LA GACETA anunciaba el fallecimiento de Lola Mora con una foto de la artista ya en reposo con el título: “Se apagó el sol del Jardín de la República”. Claramente, sus contemporáneos siempre se refirieron a ella como LA TUCUMANA Dolores Mora. Incluso una nota de la revista Caras y Caretas de esos días manifestó: “ha muerto Lola Mora, quien hizo popular su nombre merced a una fuente decorativa, lujo artístico de la metrópoli. Fue el cantarino y blanco monumento uno de los primeros adornos de la cultura edilicia, un triunfo de la feminidad criolla. Nació Lola Mora en Tucumán, el 17 de Noviembre de 1866. Era muy joven cuando inició sus trabajos de dibujo y pintura”.
Claramente, no solo fueron medios tucumanos sino de todo el país y allí están decenas de notas de época, que hablan de su tucumanidad, durante su vida y en ocasión de su fallecimiento.
A confesión de parte
El Dr. Carlos Páez de la Torre, autor junto a la Licenciada Celia Terán de la biografía más completa de la artista, señala que la propia Dolores Mora al casarse, en su acta de matrimonio civil en la ciudad de Buenos Aires consigna ser “Tucumana”. A confesión de parte, relevo de pruebas, expresa una famosa máxima latina.
Un siglo después de su nacimiento, una vecina del Tala en una carta al director en el diario LA GACETA, refirió una historia acerca de haber escuchado a un tercero decir que nuestra Lola Mora había nacido en la finca El Dátil, en la localidad del Tala. Incluso publicó un pequeño folleto, que en nada acerca pruebas concretas (María Luisa Castiñeiras de Campanella, 1982, “Lola Mora en el Tala”, Salta). Allí nació la versión de su presunto nacimiento en el Tala, la que ha tomado fuerzas y de tanto ser repetida, siguiendo el axioma goebeliano, muchos la toman como cierta.
Límites inciertos
Nos recuerda el abogado e historiador Félix Montilla Zavalía que: “al momento del nacimiento de Lola Mora, la parroquia de Trancas dependía del vicario foráneo de Tucumán, dependiente del Obispado de Salta. Los límites geográficos entre nuestra provincia y Salta no estaban delimitados todavía y esa zona estaba en conflicto con Tucumán que la reclamaba históricamente. Recién en el año 1980 se fijaron los límites actuales mediante la ley 22.264”.
En efecto, El Tala pertenecía por entonces a la jurisdicción de la provincia de Tucumán. Más de un siglo después, por un acuerdo de límites, pasó a corresponder a Salta. Ello fue estudiado detenidamente por el historiador Roberto Zavalía Matienzo (Roberto Zavalía Matienzo, 1972, “Los Límites de la Provincia de Tucumán a la Luz del Derecho y de la Historia”; Archivo Histórico de Tucumán).
Al respecto de la confusión de límites, el historiador Juan Carlos Serqueiros escribió: “jamás se puso en duda la tucumanidad de Lola Mora, siempre todos la consideraron tucumana, comenzando por Julio Argentino Roca. Pasa que al estar ubicada la finca, algunos aprovecharon para esparcir dudas al respecto. Por ejemplo la zamba ‘A doña María Ríos’, dice: ‘y por Ruiz de los Llanos, LOS TUCUMANOS la suelen ver’. Ruiz de los Llanos es justamente el nombre de la estación ferroviaria del Tala”.
Algunos investigadores salteños que se empecinan con tener razón, insisten con un famoso “Censo” que ubica a la niña de 3 años, Dolores Mora, viviendo “en ese momento” junto a sus padres en El Tala. Dan por hecho que fue éste el lugar de “nacimiento” de la artista. El referido censo solo indica “el lugar donde se encontraba una persona determinada en un tiempo determinado”; de ninguna manera es prueba fehaciente del lugar de nacimiento del censado. No podemos imaginar un ejemplo más claro de “prueba meramente circunstancial”, que el referido registro, absolutamente inconducente.
Documento válido
El único documento fehaciente existente para establecer el lugar de nacimiento de Dolores Mora, es una partida anotada en el Libro de Bautismos de la parroquia tucumana de Trancas, donde se asienta: “En ésta Parroquia de S. Joaquín de las Trancas, el día 22 de junio del año del Señor de mil ochocientos sesenta y siete, yo el cura into de este beneficio puse óleo y crisma a Dolores, de edad de dos meses, hija legítima de Don Romualdo Mora y de Doña Regina Vega, fue bautizada por Don Ramón Cañabere, sujeto aprobado, y para que conste lo firmó José D. Torres”. Fue la tercera, de los siete hijos del matrimonio, que también se casó en la misma iglesia (Parroquia de San Joaquín de las Trancas; Bautismos, Libro XI, Fol. 190).
El Dr. Fernando López de Zavalía (h) es contundente al sostener: La niña fue bautizada de socorro, lo que no solamente era muy común entonces, en tiempos donde la mortalidad infantil era más elevada, sino que incluso era obligatorio en virtud de la normativa canónica, en caso de grave peligro para sus vidas. Dicha normativa, obligaba también a los fieles católicos a bautizar a sus hijos lo antes posible (Infantes quamprimum baptizentur), en la Parroquia correspondiente al domicilio de sus padres, aspectos ambos que todavía regulan los cánones 867 y 857 del CIC, actualmente en vigencia. Una vez realizado este Sacramento, que era también el acto jurídico de incorporación a la Iglesia y puerta de entrada a los restantes, asentaban el bautismo en los libros parroquiales. Hasta la sanción de la Ley de creación del Registro Civil en 1884, y la posterior Ley de Matrimonio Civil en 1888, eran los archivos de las parroquias, donde se anotaban los nacimientos, casamientos y defunciones de las personas, pues el Código de Vélez Sarsfield -en sus arts 179 y 263- remitía a las constancias de dichas actas parroquiales, a efectos de la prueba de la filiación legítima (Opinión del Dr. Fernando López de Zavalía al autor de esta nota, en comunicación del 26/10/2020). Lo expresado, deja fuera del margen de toda posible duda, la cuestión acerca del valor legal del acta que transcribimos.
Lo palmario
El Dr. Raúl Cossio, miembro de número del Centro de Estudios Genealógicos de Tucumán, agrega: “a más de estudiar el acta de bautismo de Dolores Mora, debe también analizarse el ‘Libro de Bautismos’. Digo esto porque en la parroquia de Trancas se bautizaba en efecto a personas de otras localidades vecinas. En cada caso, el oficiante pone en el acta ‘vecino de…’. Señalo esto por cuanto a fs. 182 hay un título que dice: ‘Candelaria, febrero’, con varios bautizos. A Fs. 190 en el margen dice ‘Trancas’ y el segundo bautizo desde allí es justamente el de Dolores Mora. Después de algunos bautizos de Trancas y en la página siguiente hay una anotación que dice ‘Colalao’, y la lista de bautizados de esa localidad. Claramente, del simple análisis del Libro, surge palmariamente que era nacida en Trancas”.
Lo que irrita
Así las cosas, la cuestión alcanza ribetes patéticos: cuando cualquier persona que se dirige vía terrestre desde Salta a Tucumán; a la altura de La Candelaria puede observar un gran cartel que señala la cercanía de la estancia El Dátil, como “el lugar de nacimiento” de Dolores Mora. Para terminar de demoler el “relato”: la estancia EL DÁTIL, NUNCA FUE PARTE DE LA TESTAMENTARÍA DE LOLA MORA. Nunca perteneció a los Mora. La familia sí trabajaba fincas cercanas, pero… ¿de dónde extraen que allí nació o tan siquiera vivió nuestra artista? El Dátil como estancia se formó años más tarde con la compra de varias fincas, entre ellas, las que manejaron los Mora. El comprador, por cierto, fue el tucumano don Alfredo Guzmán. Por otra parte, la casa del Dátil, donde se sostiene que nació nuestra comprovinciana, es una edificación de las primeras décadas del Siglo XX, lo que se aprecia claramente por el estilo y los materiales con los que fue construida, lo que fue comprobado por ingenieros civiles de primer orden.
Su hogar tranqueño
Curiosamente, los “investigadores” salteños, omiten establecer que la familia Mora tenía su casa espaciosa en Trancas, frente a la Plaza. Hay una descripción de ella, firmada de puño y letra por el matrimonio Mora-Vega en 1884, cuando la ofrecen en venta al Gobierno para construir una cárcel en Trancas. La describen “…una propiedad que nos pertenece, situada en la esquina SE de la plaza de la referida Villa, la que se ubica mirando al muro sur del muro de la Iglesia, calle de por medio”. Manifiestan que “la vivienda tiene unas 20 varas de frente a la plaza, con media cuadra de fondo de norte a sur sobre la calle lateral; todas las paredes dobles, algunas de ladrillo y otras de adobe, galería con pilares de quebracho, pozo, galpón, etc. (Carlos Páez de La Torre y Celia Terán, 1997, “Lola Mora, una Biografía”, Editorial Planeta, Bs As).
Para continuar con la línea argumental, debemos contextualizar el lugar de nacimiento de la niña, en su lugar y tiempo. En la provincia de Tucumán, por entonces había muy pocos médicos. Los niños nacían en las casas de sus mayores, con la ayuda de las solicitadas parteras. En los pueblos rurales, era lo habitual y cuando la mujer estaba ya cercana al parto, lo lógico era estar cerca de esas matronas que tenían la experiencia de ayudar en los nacimientos.
Siguiendo un pensamiento lógico: ¿dónde elegirían los padres de Lola traerla al mundo? ¿En su espaciosa casa del pueblo de Trancas o en medio de la selva inculta que eran esas primitivas estancias fronterizas? El Tala ni siquiera conformaba un pueblo urbanizado por entonces, eran puestos dispersos en el monte espeso.
En 1870, su familia decidió radicarse definitivamente en San Miguel de Tucumán, a efectos de que los niños tuvieran una buena educación. Lola estudió en el colegio del Huerto; desde muy joven comenzó a desarrollar sus dotes para las artes. El maestro Italiano Santiago Falcucci le ayudó a potenciar aquellos talentos extraordinarios.
Tucumana de siempre
Lola Mora no sólo nació en Tucumán, sino que estudió en Tucumán, se formó en Tucumán y fue en su provincia donde comenzó a ser reconocida. El 9 de julio de 1894, Mora expuso la serie completa de sus dibujos en la Escuela Normal de Maestras de San Miguel de Tucumán; era una colección de 20 carbonillas que llevó al diario local El Orden a editorializar: “Es la obra quizás de más aliento de cuantas se han llevado a la exposición. (…) Muchos de ellos son algo más que un retrato, son verdaderas cabezas de estudio, de franca y valiente ejecución.”
Los retratos de los “Gobernadores” le dieron fama y prestigio; luego de exponerlos profusamente, los donó a Tucumán, junto con una nota en la que hacía votos por la prosperidad de la que nombraba “mi provincia…” (Carlos Páez de la Torre y Celia Terán, cit).
La Cámara de Diputados tucumana valoró el trabajo de la artista (que se conserva íntegro en el Museo Histórico de la Provincia Presidente Dr. Nicolás Avellaneda), en cinco mil pesos que le fueron entregados como “estímulo”, con la firma y el aval del gobernador interino de Tucumán Agustín S. Sal García.
Entonces, la Cámara de Diputados tucumana, premiaba a una artista tucumana, que había donado “A SU PROVINCIA…” los retratos de los gobernadores tucumanos. Un documento oficial de entonces respalda nuestra posición.
Ayuda
Dos tucumanos, Julio Argentino Roca y el Dr. Alberto De Soldatti, fueron quienes apoyaron desde el Congreso Nacional la beca de la artista a Europa. Siguieron sus estudios en Roma, la fama y el prestigio; sus vaivenes profesionales y una vida asombrosa. Lola Mora fue una adelantada en toda empresa que emprendió; abrió mundos nuevos a las mujeres, demostrando como el llamado por entonces “sexo débil”, podía abrirse paso y triunfar en un mundo de hombres. Es difícil imaginar lo que significó en su época y lo que le costó triunfar, edificando una imagen controversial, y muchas veces polémica.
Es sin duda alguna, la artista argentina más importante de la historia y una leyenda y paradigma de su género.
Sin embargo, en el salón de las mujeres de la Casa Rosada, se muestra una hermosa fotografía de nuestra admirada Lola Mora, con la leyenda: “Salteña”. También en la “Fuente de las Nereidas”, el gobierno salteño puso una placa reclamando la presunta “salteñidad” de la escultora. Incluso en la página oficial de la provincia limítrofe, se consigna a nuestra Dolores como nacida allí. Una falta absoluta a la verdad histórica y al respeto que le debemos a la mayor artista plástica tucumana y argentina.
Esperamos y confiamos en que el gobierno de nuestra provincia tomará una posición oficial, a efectos de poner las cosas en su sitio.