De a poco, la posibilidad de que Juan Manzur no regrese a Tucumán en el corto plazo comenzó a ser repetida entre los dirigentes con acceso libre a la Casa Rosada y a la Casa de Gobierno. Muchos, a partir de una serie de episodios que se sucedieron, se preguntan: ¿Hay alguna chance de que el jefe de Gabinete finalmente no renuncie y dirija desde Buenos Aires la campaña electoral para el 14 de mayo? Aunque nadie se atreve a responder que sí, tampoco nadie es capaz de afirmar lo contrario.
“Falta mucho”, se limita a responder el gobernador en uso de licencia cuando le consultan por su futuro en 2023. En rigor, aunque el calendario marque que restan 43 días para el inicio del año electoral, la incertidumbre actual y la vorágine política permiten ese enorme margen para la duda y facilitan que todo se dirima en el terreno en el que más cómodo se siente el tucumano: el misterio.
Ya ha pasado un mes desde que Manzur dijo, ante una consulta periodística y cuando los rumores arreciaban, su elíptica frase: “en algún momento tengo que volver”. Desde entonces, a su entorno más íntimo dijo que la probable fecha de vuelta sería durante las vacaciones de enero y más precisamente luego de su descanso familiar en Pinamar. Días después, el propio presidente Alberto Fernández confirmó esa intentona de su funcionario. “Está trabajando con nosotros, lo que pasa es que él -y yo comparto- tiene que involucrarse en la política de Tucumán para garantizar un buen resultado. Yo espero que me acompañe, pedirá licencia durante los meses de campaña”, había dicho el jefe de Estado.
La clave para que tomara impulso la hipótesis de una modificación en los planes de Manzur está en esa última frase pronunciada por Alberto. ¿Y si finalmente opta por una licencia nacional corta, netamente para hacer campaña y sin reasumir al frente del Poder Ejecutivo? En este último mes, las condiciones políticas dentro del oficialismo y de la oposición cambiaron. En particular luego de la irrupción con fuerza de Cristina Fernández de Kirchner en el escenario nacional. Resulta innegable que tras el atentado en su contra y con el envión del triunfo de Lula da Silva en Brasil, la vicepresidenta recobró un ímpetu que parecía haber relegado. La batalla con la Justicia, que la tiene como principal interesada por el avance de las causas en su contra, es otro elemento que nubló el panorama electoral hacia 2023.
El desaguisado en el que está envuelto el peronismo es tal que en estas últimas semanas Manzur recuperó bríos y aceleró la rosca para instalarse como un potencial integrante de una fórmula o al menos parte de la mesa de definiciones del Frente de Todos. Sus movimientos más recientes van en ese sentido. A los habituales encuentros con gobernadores peronistas, adicionó recepciones internacionales. Estuvo con Javier Kulesz, director gerente del Banco Jefferies en Nueva York, quien acudió a la reunión junto con representantes de las firmas Wellington, Farallon y TCW. Y también con Yaakov Hagoel, presidente de la Organización Sionista Mundial (OSM). Es posible, además, que se geste un viaje a Estados Unidos por parte del jefe de Gabinete.
En paralelo, Manzur aún evalúa el impacto que tendría renunciar a la Jefatura de Gabinete. Perder esa silla en el actual contexto interno del oficialismo implicaría, además, desaprovechar un lugar institucional estratégico. Es cierto que cada vez son menos los peronistas con espalda política interesados en sumarse al gabinete de Alberto Fernández, y que incluso al tucumano le convendría despegarse de él para poder negociar en nombre propio. Sin embargo, no logra sopesar aún cuánto ganaría o perdería con esa vacante. Hay quienes suman otro elemento al debate: si Manzur libera esa silla, el gabinete quedaría prácticamente reservado al grupo de amigos del Presidente, con la excepción del kirchnerista Eduardo “Wado” de Pedro en el Ministerio del Interior. Casualmente, ese “sobreviviente” es el nexo que tiene el tucumano con el Instituto Patria y es la relación más sólida que supo construir dentro de un equipo de Gobierno en el que nunca terminó de sentirse cobijado.
También hay un factor local que influye en la decisión que pueda tomar finalmente Manzur. El desenlace judicial de su aventura para ser candidato a vicegobernador. En el oficialismo dan por descontado que el trámite resultará favorable en la Corte Suprema de Justicia tucumana. Incluso, hacen apuestas para saber con cuántos votos a favor saldrá el recurso de amparo presentado. La mayoría se juega por un conservador 3 a 2 y son muy pocos los que vaticinan un resultado más contundente; entre ellos, el propio Manzur.
Las dudas comienzan a imponerse a partir del momento en que el expediente se instale en el máximo tribunal de Justicia del país. Y es un hecho que así será porque ya el líder del Partido por la Justicia Social, Germán Alfaro, anticipó que acudirá a Buenos Aires para frenar su postulación. ¿Se involucrará la Corte nacional en el asunto? Los antecedentes no juegan a favor del gobernador porque hay jurisprudencia negativa para los caudillos provinciales. Aunque con aristas particulares, vale recordar que en 2013 la Corte federal bloqueó un intento del santiagueño Gerardo Zamora de buscar un tercer mandato consecutivo y en 2019 hizo lo propio con el riojano Sergio Casas y con el rionegrino Alberto Weretilneck.
En el oficialismo tucumano saben de eso y por eso comenzaron a dudar del éxito de la jugada de Manzur. Mucho más porque el expediente caerá en manos de los jueces seguramente en el peor momento del enfrentamiento político entre la Justicia y el kirchnerismo. ¿Influirá ese ambiente bélico? Difícil confirmarlo, pero imposible descartarlo. Otros, incluso, admiten que el jefe de Gabinete se someterá en ese trance a un desgaste de su figura y a un tironeo en los despachos judiciales, que puede ser aún más despiadado sin el paraguas de un cargo clave en la Nación. Quizás por eso detonó con tanta fuerza la fórmula “ideal” que lanzó al ruedo el diputado Carlos Cisneros: Osvaldo Jaldo-Rossana Chahla.
Manzur ya dispuso que se anticipara el mayor tiempo posible la elección tucumana, que pasó de agosto al 14 de mayo. También dijo que volvería y que se pondría al frente de la campaña local para apuntalar un resultado positivo. Aquí un paréntesis: hasta de esos detalles quiere encargarse. Ya dispuso que el lobbista Adrián Kochen sea el encargado de la campaña y hasta hubo observaciones por el diseño de las gigantografías. Al parecer, no le gustó que la figura del tranqueño apareciera tan grande en desmedro de la suya y con un rol protagónico tan marcado.
Sin embargo, el día a día es tan dinámico en el oficialismo que hoy analizan en su entorno otros factores. ¿Es necesario renunciar y volver en enero o febrero? La ecuación puede no ser tan ventajosa, porque al dimitir le daría la espalda al Presidente –que le sugirió en público que sólo pidiera licencia- cuando resta casi un año de mandato. ¿En qué condiciones irá a pedir como gobernador recursos para obras y agilizar fondos a la Casa Rosada, habiendo desairado a Alberto Fernández? Difícil es golpear las puertas después de haber dado un portazo.
Transcurridas varias semanas, muchos en el oficialismo entienden que Manzur exteriorizó lo de su regreso prematuro para evitar que su poder en Tucumán se licúe y que le sigan ocupando sillas durante su ausencia. En un hecho que la idea de una licencia breve en la Nación para dedicarse a la campaña provincial –que comienza el 14 de abril- da vueltas por la cabeza del jefe de Gabinete y de muchos peronistas. Pero claro, habrá que esperar. Manzur y sus pasos, como siempre, resultan inescrutables.