El crimen del barrio Oeste II dejó al descubierto dos realidades. Por un lado, cómo los grupos vinculados al narcomenudeo pueden planificar la muerte de una persona por venganza. Por otro, la falta de controles: el primer detenido por homicidio no debería haber estado en libertad porque incumplió las normas de conducta que le impusieron al dejarlo en libertad por una causa de robo.
El jueves a la madrugada, Daniel “Fierrito” Luna (34) estaba junto a un grupo de amigos consumiendo bebidas alcohólicas en la Manzana K del complejo de departamentos. Se alejó de ellos para charlar con su ex pareja y dos hijos. Ella le había pedido un cigarrillo para fumar. De pronto, en el lugar se presentó un vehículo de color gris en el que se desplazaban cuatro jóvenes. El grito “ahí está” desató un infierno.
Los ocupantes del vehículo descendieron y comenzaron a disparar. Los atacados respondieron gatillando sus armas. En la escena del hecho se encontraron 27 vainas servidas de distintos calibres, 15 alteraciones balísticas y 10 proyectiles, pero hasta el momento no se encontró ninguna de las armas que fueron utilizadas en el hecho. Lo único concreto fue que “Fierrito” recibió un disparo en el pecho en medio de la balacera. Sus amigos lo trasladaron hasta el centro asistencial de la zona pero llegó sin vida.
La ex pareja de Luna señaló quiénes eran los que habían disparado y dónde vivían. Personal de Homicidios, al mando de los comisarios Ramón Moreno, Diego Bernachi, Miguel Carabajal y Jorge Dib, con autorización del fiscal Carlos Sale, irrumpó en el domicilio de uno de los sospechosos y aprehendió a M.A.S. (de 19 años). Lo encontraron durmiendo plácidamente, como si nada malo hubiera pasado. El viernes por la mañana, acompañado por su abogado Ernesto García Biagosch, se presentó L.J.S. (17), hermano del primer arrestado. Por la tarde, policías detuvieron a un tercer implicado, I.A.V. (16).
Despedida y móvil
El velorio de la víctima fue conmovedor. Decenas de vecinos, amigos de otros barrios e integrantes de la barrabrava de San Martín, le dieron el último adiós con el sonido de instrumentos de viento como música de fondo. Efectivos de la seccional 12a se encargaron de custodiar que no hubiera incidentes. Nadie disparó ninguna arma, pero sí hicieron un recorrido por los pasillos del Oeste II, lugar donde “Fierrito” pasó gran parte de su vida.
Con el correr de los días, fueron surgiendo indicios sobre el móvil del crimen. Ya no quedan dudas de que se trató de un homicidio vinculado a la comercialización de drogas en el vecindario. Un enfrentamiento que se inició el domingo pasado, continuó el martes y terminó el jueves con el crimen.
Todo comenzó cuando un tal “Cara i’ Gota”, supuesto transa de la zona, ordenó a sus “soldaditos” (personas que trabajan para él) que le dieran un mensaje a M.A.S. Lo acusaba de hacer algo imperdonable en el oscuro e ilegal mundo del narcomenudeo: instalarse cerca de los lugares de venta para, a punta de pistola, robarles el dinero que tenían sus “clientes” para comprar la sustancia.
Al joven lo buscaban desde el domingo, pero el hecho más grave se registró el martes, cuando un grupo de jóvenes, entre los que habría estado “Fierrito” se presentó en la casa de los hermanos acusados y realizó numerosos disparos en contra de la vivienda, también ubicada en el Oeste II.
“El ataque fue denunciado como correspondía, pero no se hizo lo suficiente para detenerlos”, explicó García Biagosch. Efectivamente, policías de la seccional 12a realizaron allanamientos en varias viviendas, pero no encontraron nada. Era muy difícil que lo hicieran, ya que estos grupos generalmente pagan a otras personas para que se las guarden.
Mortal alianza
En el ambiente del narcomenudeo, la noticia de un enfrentamiento se difunde rápidamente. Las versiones van de un lado a otro porque, básicamente lo que suceda en otros lugares, puede alterar la paz en todos lados. El dato llegó al barrio El Sifón, al clan Robles, para ser más precisos. (Se informa por separado)
Según los investigadores, los acusados fueron a pedirle ayuda a los miembros de ese grupo por una sola razón: sabían que estaban enfrentados con “Cara ‘i Gota” porque no les habría pagado una entrega de sustancia. En esta actividad ilegal, las deudas se pagan con la vida. Los testigos identificaron a uno de los atacantes como miembro de ese grupo.
La teoría del caso es que los acusados fueron a buscar al supuesto transa del Oeste II y, cuando lo encontraron, se produjo un enfrentamiento en el que terminó siendo asesinado “Fierrito”. “Esto no tiene nada que ver con las drogas. Hay diferencias entre ambos grupos, pero por el momento no se sabe por qué”, aclaró García Biagosch.
“Al móvil del crimen contra ‘Fierrito’ deben buscarlo en la falta de control por parte de la justicia. Fue una víctima que quedó atrapada en medio de un intento de masacre por un grupo de personas que debían y deben estar encerradas”, sostuvo Nicolás Ruiz Belmonte, representante de la familia de la víctima.
“Era una persona muy querida por gente de todas las edades, desde niños hasta gente de la tercera edad. ¿A que transa lo despiden de esa manera? Vamos a ir por la prisión perpetua de toda esta gente que actuó siguiendo un plan para dar muerte a otras personas que no era la victima”, añadió el profesional.
Audiencias
El viernes se desarrolló una audiencia. La auxiliar Luz Becerra, siguiendo instrucciones de Sale, detalló una por una las evidencias recolectadas hasta el momento. Entre ellas, cobran relevancia los testimonios de la ex pareja de Luna, quien estaba con él al momento del ataque; y otros tres testigos (también presenciales), amigos de la víctima, que ya ingresaron a un programa de protección de testigos por gestión de la Unidad Fiscal de Homicidios II.
Becerra informó que M.A.S. debe asistir hoy a la audiencia previa al inicio de un juicio por una causa de robo. También explicó que seguía el proceso en libertad y que había incumplido varias veces la orden de presentarse una vez por semana en la seccional 12a, por lo que se le debería haber revocado la medida que le habían otorgado.
El sábado por la mañana se realizó otra audiencia por el último detenido. La representante del MPF dijo que un testigo lo identificó como el que les alcanzó las armas a los atacantes y agregó que en la puerta de su casa se encontró un auto gris, similar en el que se desplazaban los atacantes.
Ileana Antoniella Battaglia, defensora de I.A.V., dijo que los testimonios utilizados para involucrar al menor no eran sólidos. “¿Cuántos autos grises hay en Tucumán? No se puede señalar a mi asistido porque en la puerta de su casa estaba estacionado un auto de esas características”, razonó. Luego llegó lo más emotivo del debate. “No sé qué decidirán, pero lo único que les pido es que autoricen a mi hijo a terminar sus estudios. Que pueda ir a la escuela porque es un buen alumno y es la única manera de que no esté en la calle”, dijo la madre del adolescente.
La representante del MPF acusó a los tres de homicidio agravado por el concurso premeditado de dos o más personas. Solicitó que se le dictara la prisión preventiva por seis meses al mayor, y al adolescente, que sea internado en el Roca por el mismo plazo. El querellante se adhirió al pedido y los defensores García Biagosch y Battaglia se opusieron.
El juez Federico Moeykens aceptó lo solicitado para el único mayor procesado en la causa, pero en el caso de los adolescentes, dispuso que la medida sea por tres meses. Mientras tanto, Homicidios sigue buscando al cuarto atacante y, la fuerza en general, está tratando de ubicar las armas que se utilizaron en el crimen que volvió a alterar al barrio Oeste II.