Una maestra que hace reír y pensar bastante

Una maestra que hace reír y pensar bastante

Ariel Markow llega desde Córdoba con un show unipersonal apto para todo público donde apela al humor para reflexionar.

LAYLA MAESTRA. Markow, con la excusa de la docente plantea temas que involucran a toda la sociedad. LAYLA MAESTRA. Markow, con la excusa de la docente plantea temas que involucran a toda la sociedad.

Es domingo, pero en Puerto Cultural Libertad (Las Piedras 1.850) hoy hay una clase imperdible: a las 21 llega “Layla Maestra”, unipersonal reflexivo y humorístico para todo público. La dirección es de Ana Osella, y el texto y actuación son del actor cordobés Ariel Markow, quien respondió preguntas de LA GACETA.

- ¿Quién es Layla Maestra?

- Este personaje es mi alter ego. Lo creé hace bastantes años y fue tomando distintas facetas. Fue una actriz de telenovelas e hice un unipersonal con ella. Fue también una pastora que predicaba sobre la fe (hablaba de mis creencias personales). Fue siendo muchas cosas y en este espectáculo es Layla Maestra.

- ¿Cómo te caracterizás y cómo es la puesta en escena?

- Me visto de docente, lo más cómica y paródica que puedo, y trato de recrear un universo escolar con elementos muy sencillos y reconocibles. La idea es que la maestra llega al aula cargada con una bolsa, papeles afiche, la cartera, el matecito, la maqueta, trabajitos que hay que corregir y devolver. Lo escenográfico es muy simple porque es una obra que tiene mucho que ver con la palabra, con lo que se dice.

- ¿Qué cuenta Layla y cómo llamás a tu unipersonal?

- El unipersonal pasa por muchos temas. La estructura puede ser la de una clase. Lo nombro unipersonal marica, y me gusta nombrarlo así. Siendo marica una palabra que se usa para dañarnos, para insultarnos, para hacernos sentir mal con quienes somos, la idea es resignificarla, reapropiarla y abrazarla. Al presentar la palabra con cariño se la saca del lugar de dolor y también se contextualiza el espectáculo. Es autobiográfico, y hablo de muchos temas, no sólo de temáticas que atañen al colectivo LGBTQ+ o a las disidencias. Hablo de temas superuniversales, pero me gusta contextualizarlo desde el punto de vista de una marica creciendo en este mundo, donde muchas cosas las vemos distintas por no ser nombradas o por creer que lo que hacemos está mal, y lo que se nombra se cuestiona. La obra empieza hablando de esa binariedad donde todo se entiende en polos extremos, hombre o mujer, y cómo se va formando en casa y desde el preescolar, donde se separan nenas y nenes en la mayoría de las actividades. Toco temas como el deseo; hablamos de estereotipos que bajan de la TV y hasta de la muerte. Siempre desde el humor, con respeto y en lenguaje accesible, por lo cual pueden venir personas de todas las edades, pensares y sentires.

- Te inspirás con humor para escribir el guión.

- El humor me encanta; me parece que es un recurso muy completo para comunicarnos. El hacer reír tiene que ver con dar placer. Muchos temas crudos desde un lenguaje risueño podemos aceptarlos de otra manera o abrir la escucha. Me inspiran los temas del mundo donde huelo injusticias, y el espacio escénico es muy interesante para plantearlas. El arte como activismo tiene ese rol de incomodar y plantear preguntas

- ¿Cómo reacciona el público?

- Como viene todo tipo de público, llega con expectativas muy distintas. Hay quienes van a reír; hay quienes van por el activismo. Poco a poco mi intensa entrada en escena va cediendo a la reflexión y a la complicidad. Digo lo que pienso desde un lenguaje empático y afectivo, se lo recibe de esa manera y se conecta hasta la emoción. Llevamos 67 funciones; cada una fue diferente y en ámbitos sumamente distintos, desde funciones escolares a bares nocturnos. Al final la gente se queda debatiendo. Entonces creo que la misión está cumplida.

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