Lisandro Aristimuño no iba a permitir que su fuerza creativa hibernara en la pandemia, y se dedicó a producir. El resultado se llama SET1, y viene a presentarlo esta noche, a las 21, en el teatro Alberdi (Jujuy y Crisóstomo Álvarez).
Se trata de un show unipersonal tan sólido que registró en vivo y estrenó este año, con siete canciones bien representativas de su estilo único, que toman nuevos andariveles.
“Desde que terminó la pandemia estoy haciendo un concierto que se llama ‘Futuro’. Es unipersonal, recorriendo toda mi discografía hasta hoy, con versiones electrónicas quizás más despojadas que con una banda”, dice el artista. Sin embargo, lo que él llama “despojadas” en escena se convierte en una completa orquesta unipersonal que llena el escenario.
- ¿Es un trabajo de reelaboración? ¿Cómo has hecho para reencontrarte en SET 1?
- La pandemia fue un momento muy desolado para todos. Me encontré con una parte de mí que siempre tuve. En todos mis discos siempre trabajé solo, con mi compu y magners. La pandemia me hizo darme cuenta de que eso también podría mostrarlo y compartirlo.
- ¿Qué te ha pasado al mirarte como en un espejo en ese tiempo en tus temas?
- Simplemente reconocí detalles muy valiosos que por ahí estaban más en mi intimidad y no me daba cuenta de que también musicalmente podía ser maravilloso. Compartir ese momento en que armo las bases y las pistas, los samplers y todo lo que tiene que ver con electrónica y llevarlo a cabo en un escenario significó un arduo trabajo. Al principio me costó y ahora ya estoy disfrutando muchísimo porque creo que es un espectáculo donde se ve esa otra parte mía que con la banda no mostraba. Ese espejo fue como una especie de ver mi otro lado también, que es el de productor, de programador de electrónica.
- Es como una nueva música: ¿qué la distingue de las versiones primigenias?
- Ante todo estoy solo en el escenario, con máquinas y con guitarras, sin la banda. Van a ver un concierto que puede creerse que es más acústico, pero no lo es; al contrario, es más electrónico. Es mostrar eso y también es repasar canciones que con la banda no tocaba. Me reencontré con canciones mías que por ahí nunca tocaba en vivo.
- ¿Cuáles son tus referencias electrónicas y cómo las incorporás?
- Para mí son muy diversas y tienen que ver mucho con los años 90, cuando escuchaba mucha música electrónica, como Massive Attack o Depeche Mode, entre otros Pero siempre mezclé la electrónica con el folclore, con el pop, el rock. No me considero un purista de los estilos. Siempre me gustó mezclarlos. En pandemia, por ejemplo, saqué un disco de electrónica con Fernando Kabusacki, un guitarrista argentino muy reconocido; fue hermoso porque era electrónica total. Ahí sí me copé con hacer electrónica y tuvimos la suerte de que el disco ganara un premio Gardel este año. Fue muy sorprendente, y muy feliz para mí recibirlo.
- Bueno, vos sos habitué de recibir premios hasta por la gráfica de tus discos.
- Sí (se ríe). Este es el noveno Gardel que gano. Y lo que más me gratifica es que son en diferentes disciplinas, me enorgullece. El proyecto que tengo con Raly Barrionuevo, “Hermano hormiga”, ganó en Folclore. Y también en canción de autor, en pop alternativo... Me parece que los premios que gané hablan de la música que hago, que abarca muchas ramas y estilos.
- ¿Qué dirías del género o géneros de tu música?
- Es una ensalada de muchos estilos; entre ellos el rock, el pop, la electrónica, el folclore, la canción, de Silvio Rodríguez, de Pablo Milanés, de Santiago Feliu, de Pedro Guerra… de tantos que me encantan, solo con voz y guitarra. El cantautor también me encanta. Me parece fascinante desde Bob Dylan en adelante. Me gusta todo.
- Ahora estás solo, pero desde Mundo Anfibio o antes estás acostumbrado a compartir música en juntadas y en colaboraciones.
- Por suerte la música es como un canal, una vibración que va. Tuve la suerte de poder conectarme con mucha gente que admiro. Con maestros que escuchaba en Viedma cuando tenía 12 años. Hace poco, en el Gran Rex, a este show vino León Gieco como invitado. Fue como tocar el cielo con las manos, algo que no me hubiera imaginado nunca. La verdad es que todo lo que sucede con respecto a las invitaciones a mí me llena de amor porque creo que la música lo hace, no yo como persona. Es la música la que logra lo que siempre soñé, que es juntarnos. El estilo que hagas, no importa. Es juntar fuerzas, energías, lenguajes. Tengo la suerte de compartir con muchos colegas y artistas que hacen cosas muy diferentes. Por ejemplo Los Cafres y Los Pericos, que hacen reggae. En el folclore fui muy amigo de Raúl Carnota; lo soy de Liliana Herrero, de Teresa Parodi.... Es todo hermoso para mí. Todos son regalos y agradezco profundamente que a esos artistas también les guste mi música y quieran conectarse. Lo mismo del lado de la electrónica y hasta del trap, porque lo tuve a Wos en uno de los discos. Siempre estoy intentando juntar gente a una mesa, como en un asado.
- ¿La pausa de la pandemia ha venido a cuestionar o a reafirmar tus búsquedas?
- Para mí ese tiempo nos hizo reconocer que la música nos hace falta mucho en la vida, y que nos hace muy bien para vivir. A veces está tan bastardeada... Y no; la música es algo que te atraviesa, te remite a recuerdos y te emociona.