Según datos recientes de la Federación Internacional de Diabetes (IDF), 537 millones de adultos en todo el planeta tiene diabetes mellitus. Como se trata de una situación de salud que evoluciona de forma silenciosa durante años, sin generar síntomas notables, se calcula que casi la mitad de quienes ya la padecen aún no lo saben. Y, lo más complejo es que estas cifras van en aumento: los epidemiólogos calculan que para el año 2045, 783 millones de personas vivirán con una patología que, irónicamente, es prevenible y tratable.
La Argentina no está a resguardo de este fenómeno global: según los datos publicados en la Cuarta Encuesta Nacional de Factores de Riesgo, realizada por el Ministerio de Salud de la Nación, uno de cada 11 argentinos tiene glucemia elevada o diabetes tipo 2. Y de estos, aproximadamente el 40% sufre de patologías asociadas como enfermedad cardiovascular y/o renal.
“Sabemos por numerosos estudios poblacionales que la incidencia de la diabetes está creciendo en el mundo y también en Argentina”, explica la doctora Carla Musso, endocrinóloga y coordinadora de la sección Diabetes de la Fundación Favaloro. “La última encuesta hecha en 2018 por las autoridades de salud concluyó que el 13% de los mayores de 20 años informan tener diabetes. Si recordamos que el porcentaje de afectados va aumentando con el paso de la vida, nos encontramos con que uno de cada cinco mayores de 65 años (20%), o más, tiene diabetes”, añadió.
Para completar este complejo panorama epidemiológico, Musso subraya: “también estamos viendo con mayor asiduidad en los consultorios casos de chicos y de adolescentes con diabetes tipo 2, algo que no era común hasta hace unos pocos años”. “La razón de este fenómeno es que, en dicho grupo etario, por diversas cuestiones sociales, están creciendo las tasas de sobrepeso, obesidad y sedentarismo, todos factores que se asocian directamente con un aumento de la incidencia de diabetes”, apunta la especialista.
El aumento de prevalencia de sobrepeso y obesidad (situaciones que se ven favorecidos por la mala alimentación) se debe también al sedentarismo, la falta de actividad física y el fenómeno demográfico del crecimiento y envejecimiento de la población.
¿Qué hacer?
Para la doctora Musso, la mejor forma de encarar medidas contra esta epidemia es que el médico y el paciente formen un equipo, capaz de trabajar unido en la mejora real del manejo de la diabetes y de sus síntomas asociados para lograr reducir la carga de esta enfermedad. Por otro lado, favorecer el diagnóstico temprano de las complicaciones más frecuentes como las enfermedades cardiovasculares y renales es actualmente una prioridad. Finalmente menciona: “Tenemos como materia pendiente mejorar el acceso a los tratamientos más efectivos, mejorar las campañas de concientización general y trabajar educando a los profesionales de la salud, para que conozcan mejor todas las herramientas terapéuticas que tenemos”.