“El cuerpo nos muestra que hay una multiplicidad de lesiones que la víctima sufrió en vida producidas por un arma blanca. El tiempo estimado de la agonía fue de entre 10 y 20 minutos. Es decir que esta persona tuvo una agonía extensa y dolorosa hasta que perdió el conocimiento por la pérdida de sangre. Recién entonces dejó de funcionar el sistema nervioso y el sufrimiento se detuvo”, explicó el médico forense Raúl Roberto Afur ante el tribunal. Se trata del profesional que realizó la autopsia del cuerpo del padre Oscar Juárez, quien fue asesinado 14 puñaladas el 15 de julio de 2020.
Para explicar a detalle su informe médico, Afur presentó en diapositivas las fotos de la autopsia, explicando una por una las lesiones que presentaba el cuerpo. El testimonio del profesional fue detallando la crueldad con la que se comentó el homicidio. La mayoría de los presentes en la sala siguieron atentamente lo que el médico marcaba con su puntero láser. Una de las pocas excepciones fue el imputado, Jorge Leonardo Herrera, quien prefirió no voltearse a mirar la pantalla.
El forense pidió que alguien del público lo ayudara a teatralizar la secuencia del ataque. Luego sostuvo que Juárez estaba de pie cuando le dieron la primera puñalada por la espalda, en la zona lumbar. “Al golpear esa zona el cuerpo tiende a caerse, por eso la secuencia de lesiones va subiendo hasta cerca de la escápula, porque lo siguieron atacando mientras caía”, argumentó.
Mencionó además que hubo lesiones defensivas: la víctima recibió puñaladas en los brazos y en la mano cuando intentaba proteger sus zonas vitales. “Los signos muestran que hubo sufrimiento, tenía dificultades para respirar, porque además le habían pegado una cinta en la boca, por eso se ve presión conjuntival y cianosis”, explicó apuntando a la foto que mostraba los ojos del sacerdote.
“Las últimas lesiones ya fueron para acabar con la vida. Fueron tres (entre el tórax y el abdomen). Una buscaba el corazón y fracturó una costilla”, aseguró el experto. Por último la Fiscalía le exhibió el cuchillo que se había secuestrado en la causa y Afur indicó que la hoja del arma coincidía con las medidas de las heridas causadas.
El defensor Manuel Pedernera le consultó al forense si lo que había expuesto eran apreciaciones o precisiones. “¿Usted puede asegurar que la víctima estaba de tal manera y no de otra?”, indagó. El médico respondió enumerando su amplio curriculum de cursados y posgrados. “Cuando uno se especializa en esto, para decirlo en términos simples, uno puede ‘ver la película’ de lo que pasó. Se adquiere un conocimiento, porque no hay dos caras del hecho sino una. Así determinamos cómo fueron los golpes, cómo estaba la víctima, si se arrastró o no. Todo lo que dije está avalado por la ciencia en el informe. Es un conocimiento científico, lógico y especializado”, fundamentó.
Muestras de ADN
Otra testigo especializada que fue llamada a declarar fue la bioquímica del Ministerio Público Fiscal, Lidia Moyano. La profesional explicó que se desempeñó en dos inspecciones oculares, una en la iglesia San Martín de Porres, donde ocurrió el crimen, y otra en la casa del imputado. Explicó que en el auto de Herrera encontraron un par de zapatillas que parecían lavadas recientemente y que al realizarles las pruebas de luminol dieron positivo a restos biológicos, que podían ser sangre.
Contó además que cuando secuestraron el arma homicida, que habría sido arrojada al canal sur, fue difícil encontrar restos biológicos, por lo que debieron analizar pequeñas ranuras del cuchillo donde el agua no hubiera borrado la prueba.
El defensor Pedernera cuestionó que se haya inspeccionado dos veces la parroquia y le pidió una explicación. “Reconozco que actué en la segunda, porque me lo pidió la fiscala Adriana Giannoni”, respondió, y agregó que ella no sabía las razones de por qué hubo dos medidas.
El abogado le consultó por qué consideraron prudente secuestrar dinero y ropa de la casa sacerdotal. “Porque ahí podía haber restos biológicos también”, contestó la perito.
El auxiliar fiscal Rafael Carreño y el abogado querellante Juan Andrés Robles convocaron además como testigo a Gustavo Adolfo Penacino, bioquímico especialista en genética y director de uno de los institutos más importantes del país en ese rubro. El experto declaró por videollamada sobre las muestras que analizó respecto a este caso y su testimonio fue breve. Explicó que con una pequeña muestra de ADN se puede hacer numerosas pruebas. “Una gota de sangre sobre tela tiene mucho material genético. Podemos conseguirlo además de una descamación, de la saliva o de un cabello”, ejemplificó.
También habló de cómo conservaron las muestras en el laboratorio. Por último los acusadores le consultaron sobre la certeza que brinda un estudio de ADN. “La prueba de ADN tiene un 99,9% de certeza. Es una probabilidad casi segura de que ese material genético sea de la misma persona”, argumentó. Lo dijo en referencia a que los restos biológicos encontrados en la funda del cuchillo y en una zapatilla que sería del imputado coincidían con el ADN del padre Juárez.
Una testigo protegida: una ex pareja del imputado indicó que Herrera habría sido prestamista
Mientras que esclarecer el crimen del padre Oscar Juárez es la prioridad del proceso, otro de los interrogantes es de quién eran los U$S 60.000 que el párroco guardaba y por el cual lo habrían asesinado. El dinero quedó secuestrado hasta que se pruebe su origen. Ayer se presentó a declarar una mujer de 36 años que pidió que se preservara su identidad. Su testimonio reforzó de alguna manera la teoría de la Fiscalía. Contó que semanas antes del hecho había comenzado a salir con Jorge Leonardo Herrera. Indicó que habría sido una relación informal que se cortó de repente porque el hombre de 34 años dejó de verla. “Cuando se conoció que estaba acusado del crimen me puse a disposición de la Fiscalía para aportar lo que necesitaran”, aseveró. Agregó que durante la breve relación el imputado le habría contado sobre sus actividades laborales. “Me contó que tenía una avícola, que trabajaba para una empresa de cámaras de seguridad y que se había empezado a dedicar a prestar plata”.
Perfil Psicológico: la psicóloga que evaluó al imputado describió como era su estructura emocional
“Presenta mecanismos de defensa como la disociación y muestra una baja tolerancia a la frustración. Cuando algo nos frustra, uno tendría que tender a aceptar o tolerar esa frustración. En el caso de él, al mostrar una baja tolerancia, puede llegar a reaccionar ante algo así. La reacción puede ser de muchas maneras”, explicó la psicóloga del ministerio Público Fiscal que realizó la pericia psicológica de Jorge Leonardo Herrera, el imputado del crimen del sacerdote Oscar Juárez. La profesional indicó que el acusado presentaba una estructura emocional con rasgos narcisistas, conductas manipuladoras e inmadurez emocional. “Las reacciones no sólo pueden ser agresivas, hay otro tipo de reacciones también. Pero si fueran agresivas podrían serlo para él o para terceros. Depende la situación que atraviese”, agregó. La psicóloga dijo que este informe requirió de tres entrevistas, pero la defensa planteó que sólo entrevistaron una vez a Herrera.