05 Noviembre 2022
A raíz de cómo se viene presentando la futura campaña gruesa, en lo que a clima respecta, los directivos de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid) dijeron que en un contexto de fuerte sequía y ante la presencia de la “isoca bolillera” en soja, una de las dudas más frecuentes de los productores es definir el momento de aplicación.
Cuando se presenta una situación de sequía durante el cultivo de la soja, la tasa de crecimiento de la oleaginosa cae. Allí empiezan a verse los mayores daños de esta plaga.
Los directivos de Aapresid añadieron que la sequía también suma problemas para el control de la “isoca bolillera”. La falta de agua genera un estrés en el cultivo por lo cual, a partir de este punto, niveles bajos de presencia de esta plaga pueden resultar suficientes para generar daños importantes.
Debido a ello, los productores sojeros debe estar atentos a esta situación, y tomar los recaudos del caso: recorrer de manera consciente el lote, medir la defoliación, conocer la escala fenológica del cultivo y el ciclo biológico de la plaga, para luego realizar el control químico correspondiente.
En estadios tempranos del cultivo es posible ver el primero de los tres daños característicos de la plaga: la defoliación. Ocurre a partir de la primera hoja unifoliolada y/o trifoliolada, y suele ser leve debido a la escasa capacidad de ingesta de las larvas. Pero esta aumenta a medida de que crecen, y empiezan a cortar peciolos y tallos tiernos -daño peligroso, con gran impacto en el rendimiento-. Las orugas empiezan a comer brotes, produciendo cortes por encima de los cotiledones y a distintas alturas, lo que genera una planta de menor altura.
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