El fiscal Ignacio López Bustos ya tiene definidas dos cosas. Los delitos que le imputará a la agente Manuela Mariana Medina (31) por haber acabado con la vida de su hijo, por los que podría recibir una condena de prisión perpetua. Enviará un expediente a la Unidad Fiscal de Decisión Temprana para que inicie una investigación con la que se tratará de dilucidar si hubo alguna irregularidad en la entrega del arma con la que habría cometido el crimen. Claro que dará estos pasos si la acusada no fallece, ya que su estado es crítico.
Con el correr de las horas se fueron conociendo detalles sobre lo ocurrido el martes en Los Ralos. A las 17, Medina llamó por teléfono a la Dirección de Patrulla Urbana para denunciar que su hijo y ella estaban heridos. Los efectivos se comunicaron con el jefe de la Unidad Regional Este, Fabio Ferreyra, para informarle lo que estaba pasando. El comisario envió a un oficial. Al llegar al domicilio ubicado en el barrio La Pesebrera, el efectivo escuchó llantos y gemidos de dolor; intentó abrir la puerta, pero descubrió que estaba cerrada con pasador.
Le pidió ayuda a un joven vecino, que fue identificado como Emanuel Exequiel Bazán (de 29 años) para que derribaran la puerta y sea testigo de lo que estaba por hacer. A patadas lograron ingresar a la vivienda. “Se escuchaban las voces de la mujer. Pero no se entendía bien qué decía”, declaró el oficial. Los hombres entraron a la habitación. Encontraron a Medina sobre la cama con vida alzando a su pequeño hijo cubierto de sangre.
A los pocos minutos, personal de Homicidios, al mando de los comisarios Ramón Moreno, Diego Bernachi y los peritos del ECIF, dirigidos por el fiscal López Bustos, analizaron la escena del crimen. El forense, después de horas de trabajo, confirmó que el pequeño había recibido tres disparos a quemarropa. En tanto que la mujer fue trasladada al centro asistencial de la zona y luego derivada al Centro de Salud, donde se encuentra internada.
Los investigadores encontraron cinco vainas -la misma cantidad de heridas que sufrieron los protagonistas del caso- y descubrieron que no pudo seguir disparando porque se le trabó el arma.
Medina estuvo en pareja más de cinco años con Cristian Jiménez. Hace dos años decidieron poner punto final a la relación. La ruptura del vínculo no fue pacífica. Ambos se denunciaron por violencia de género y las causas fueron atendidas por las fiscalías especializadas. Esa fue la razón por la que la policía se quedó sin su arma reglamentaria. El padre de la víctima, según informaron sus familiares y él mismo reconoció en una carta, también inició una demanda en el fuero civil para reclamar por la tenencia del pequeño por los problemas que tenía su ex. Nadie resolvió totalmente sus planteos.
“Ella lo hacía sufrir con el niño. No quería que lo viera, le impedía el contacto porque no quería volver a retomar la pareja”, explicó María Eugenia, compañera de trabajo de la acusada de filicidio. “En la base, cuando estaba de licencia, era común que llamara para denunciarlo por cualquier cosa. Al principio, creíamos que vivía un calvario hasta que nos dimos cuenta de cómo venía la mano. Por eso los jefes le quitaron el arma”, añadió la uniformada. Ferreyra confirmó esos dichos al señalar que personal de la comisaría de Los Ralos varias veces acudió en vano a brindarle auxilio. “Nunca quiso denunciar. Higidio Véliz también contó la situación que vivió su sobrino. “A él le dictaron una perimetral porque había mentido que la había agredido. No podía acercarse a la casa de ella para buscar a su hijo. También tuvo que contratar a un abogado para conseguir un régimen de visita que ella se cansó de incumplir. Denunció esa situación, pero nadie lo escuchó”, resumió.
Hasta aquí todo parece indicar que Medina planeó la muerte de su hijo para vengarse de su padre. Esperó que le dieran el alta del tratamiento psicológico que le habían ordenado hacer para solicitar que se le reintegre el arma que le había dado la fuerza. Ese trámite lo completó el lunes, según confirmaron fuentes judiciales. Desde ese día comenzó a llamar a su ex pareja. “Lo que tengo entendido es que ella en un audio le pidió a mi hijo que fuera a toda costa, según creen porque quería matarlo también. Le había dicho que un viejo lo había violado al niño”, explicó Véliz.
López Bustos, hasta aquí, no encontró ninguna evidencia que le permita sospechar que en el caso participó otra persona, por lo que hasta aquí la única acusada es Medina y si llega a fallecer, la causa será archivada.