Federico Franco Gómez: “Los políticos no terminan de entender que deben ganar prestigio y no dinero”
El ex presidente de Paraguay, que llega la semana que viene a Tucumán para participar de un encuentro organizado por la Fundación Federalismo y Libertad, planteó su mirada sobre la política y la economía en la región.
Federico Franco Gómez es ex presidente de Paraguay. Su llegada a ese cargo no estuvo ajena a críticas y cuestionamientos. En junio de 2012, por decisión del Congreso, el entonces mandatario Fernando Lugo, fue destituido como presidente a través de un juicio político. Federico Franco era el vicepresidente y pertenecía al Partido Liberal Radical Auténtico. “No fue un golpe, cómo he escuchado por ahí decir”, se defiende.
Hasta entonces, Franco se había desempeñado en diferentes cargos políticos (fue concejal, intendente y gobernador) además de ejercer su profesión como médico.
Esta semana, el ahora conductor de TV (dirige su programa en la televisión abierta paraguaya en “Diálogo Franco”), llegará a nuestra provincia invitado por la Fundación Federalismo Libertad para participar de charlas y conferencias por los 10 años de su nacimiento.
Argentina representa para Franco una dicotomía. Pensar en nuestro país lo enfrenta a sensaciones contrapuestas que lo obligan a separar de manera objetiva sus pensamientos. “Argentina es un país grande, rico y generoso. Cuando la dictadura de Alfredo Stroessner expulsó a mi padre de Paraguay, su país lo recibió y le dio trabajo. Mis dos hermanos mayores estudiaron medicina allí, en Córdoba y Corrientes. Quiero mucho a la Argentina, porque le dio la oportunidad a mi familia que mi país les quitó”, explica.
Pero por otro lado, Argentina es para Franco un país malogrado e inviable. El ex presidente sigue de cerca la actualidad de la región y mira con preocupación el rumbo económico de nuestro país. Considera que las (malas) decisiones políticas de algunos gobiernos locales (el peronismo y el kirchnerismo) han beneficiado a Paraguay.
“Argentina no puede vivir subsidiando servicios y gastando más de lo que tiene. Gobernar un país es como administrar una casa. Si tengo un ingreso de mil no puedo gastar tres mil”, ejemplifica y simplifica. “Aunque suene sencillo, es así. Alguien tiene que pagar todo ese gasto público. Y lo que va a ocurrir es que la crisis actual la van a terminar pagando los hijos y nietos de los argentinos”, agrega.
Franco se refiere a la actualidad política de nuestro país con cierta prudencia. Cuida los términos y evita inmiscuirse en asuntos internos. Asegura que los argentinos estamos mal gobernados y apuesta por un Mercosur con bases sólidas y menos ideológicas. El diálogo fue como sigue:
- ¿Por qué considera que Argentina es un país malogrado?
- Veo cierta irresponsabilidad en las autoridades. Veo un país que se está cayendo y que no tiene forma de seguir sosteniéndose. Aumenta mi decepción porque observo que Argentina puede llegar a fin de año con una inflación de tres dígitos y una economía deficitaria. Hoy los países que tienen esa realidad son países en guerra, como Siria. ¿Contra quién está en guerra Argentina? En Paraguay un ex presidente no tiene salario, ni jubilación de privilegio. Ningún ex presidente cobra un centavo, ni tiene un litro de combustible gratis. Creo que desde ahí se debe comenzar el cambio. Es fácil entregar subsidios a la gente y mantenerlos cautivos para obtener votos. Pero de esta manera los operadores políticos terminan siendo funcionarios públicos y ya nadie necesita trabajar.
- ¿Qué impacto tienen en su país ciertas políticas aplicadas en Argentina? Las retenciones por ejemplo.
- Los planes de retención en Argentina, sirvieron para que Paraguay comience a exportar. Cuando en Argentina frenaron la exportación de carne, nosotros comenzamos a crecer. Si Paraguay tuvo una situación favorable en los últimos años, fue gracias a Argentina. Esto es auditable, por eso lo digo. Como paraguayo, me viene bien que a Argentina le vaya mal, pero por Dios, yo no puedo alegrarme de eso.
- Como opositor a su Gobierno, ¿qué análisis hace de la economía de su país? ¿Qué diferencias encuentra con la realidad argentina?
- Mira, copiamos mucho lo que ustedes hacen, lo cual considero un error de mi país, pero felizmente debo decir que en la economía no es así. Paraguay es un país sólido. Yo soy opositor, y aun así, hemos celebrado hace poco ochenta años de la vigencia de nuestra moneda. En ese tiempo, el guaraní nunca tuvo tantos ceros y tampoco cambió de denominación. Para que eso ocurra tiene que haber responsabilidad. Para nosotros es muy claro que el Banco Central no depende del Ministerio de Hacienda sino que forma parte de un ente autárquico e independiente. Hay un mutuo control. A mi me han pedido cargos para el Banco Central, pero yo no puedo poner a alguien que no esté preparado para el cargo. No se me ocurriría poner a un novato. Pero además, Paraguay sigue siendo un país con una gran cantidad de reservas, lo cual permite que muchas industrias vengan a instalarse. De todas formas, hay otros indicadores en nuestro país que nos preocupan. Estamos bien en la macroeconomía, pero hay todavía gente que pasa hambre en Paraguay. No somos un país homogéneo.
- ¿Cree que debe reestructurarse el Mercado Común de la Región?
- El mercado común se hizo en Asunción, el día del cumpleaños de mi padre, el 26 de marzo de 1991. Estuvieron los presidentes de Argentina, Uruguay, Brasil y Paraguay. Se hicieron lindas y rimbombantes declaraciones ese día. El primer artículo habla de que caen las barreras arancelarias y se crea el Mercosur para permitir el libre paso de personas y mercaderías. Ni hay libre paso de personas ni mucho menos de mercaderías. Argentina nos crea permanentemente trabas arancelarias, fitosanitarias y la mayoría de nuestros productos no pueden cruzar las fronteras por ese motivo. La señora burocracia le gana a la señorita excelencia en Argentina. Es increíble. No pasa lo mismo con Brasil, donde es más rápido y hay menos inconvenientes.
- Usted había dicho que el Mercosur era un grupo de amigos ideológicos. ¿Sigue siendo eso?
- Claro, fijate lo que ha pasado con nosotros. Después de mi asunción como presidente, tomada mediante un juicio político que por mayoría decidió destituir a Fernando Lugo, me correspondió asumir y lo hice. Sin embargo esa decisión no fue respetada por Cristina Fernandez de Kirchner y criticada por otros mandatarios. Yo soy de una familia de liberales, y si esto hubiese sido un golpe yo jamás hubiese aceptado. Lo hice porque fue transparente y absolutamente constitucional. El presidente decidió someterse a un juicio político y aceptó las consecuencias de ese proceso. Salió y entró del país las veces que quiso. Hasta volvió a ser candidato para senador. Nunca hubo un preso político ni se le detuvo. Lo que sí fue un verdadero golpe, es lo que pasó en Mendoza, donde se violaron los términos del tratado del Mercosur. En esa cumbre a nosotros no nos permitieron ingresar, pero se aprovechó la situación para el ingreso de Venezuela y el pichón de dictador Nicolás Maduro. Pero como siempre digo, no hay nada que se haga en la oscuridad que finalmente no salga a la luz. Y mira cómo han terminado esos gobiernos, Cristina Kirchner, Dilma Rousseff, Hugo Chavez Frías…y bueno.
- ¿Cómo cree que va a terminar Alberto Fernández?
- Yo espero que termine bien, que le haga un favor al país y se vaya lo más rápido posible. No se si debería renunciar, porque debería asumir ella. Creo que en Argentina no están bien gobernados. Lastimosamente. Si en Argentina ocurriese lo que en Paraguay y se le hace juicio político a Alberto, es probable que el remedio sea peor que la enfermedad. Entonces, el problema de Argentina es un problema de fechas. Tienen que esperar necesariamente a que se llame a elecciones. Ojala que elijan bien y el que llegue se ponga los mismos pantalones que Juan Bautista Alberdi.
- ¿Hay políticos de ese nivel?
- Yo quiero ser prudente. Mi país siempre defendió la no intromisión en asuntos internos y la libre autodeterminación de los pueblos. Elijan ustedes. Les deseo lo mejor y ojalá que salgan de este marasmo económico en el que se encuentran. Que distinto cuando Argentina era el granero del mundo, cuando en los años 20 era visto por encima de Italia, Holanda o Australia. Cuando uno hace ese tipo de análisis, debe concluir que evidentemente algo se hizo mal. Este es el momento para solucionar las cosas pero no de forma inmediata, debe haber una gradualidad. El cambio debe darse en un proceso lento, parsimonioso pero positivo a través del tiempo. Nadie puede encontrar solución en un periodo de cuatro años de gobierno.
- ¿Cómo impactará la guerra entre Rusia y Ucrania en América Latina?
- en 1989 el papa Juan Pablo II lograba que se termine con aquel muro injusto, obsoleto, arcaico y absurdo que separaba a las dos Alemanias, creíamos que nunca más íbamos a ver una separación entre Oriente y Occidente. Hoy hay una situación absolutamente anormal, donde las culpas no son de un solo lado. Pero si creo que la irresponsabilidad y el deseo imperialista de Vladimir Putin, hace que quiera convertir de nuevo a Rusia en lo que fue la URSS. Pero ojo, no es el único conflicto. El conflicto ruso ucraniano, que pensó iba a ser un paseo, terminó siendo una pesadilla. Se avecina otro conflicto que enfrenta a Taiwan y China. El aislamiento en Shangai, por el covid, hizo detener su economía. Los números del mercado han descendido por debajo de su nivel habitual en su último tiempo. Hay gente en China dice que no le interesa Taiwan y solo quieren recuperar fronteras. El 2023 va a ser muy duro. Será un año de gran recesión económica y un tercio de las naciones mundiales van a sufrir por ello. Yo, personalmente creo que en América del Sur vamos a sentir menos ese impacto y las consecuencias, pero ¿qué va a ocurrir en Europa? Latinoamérica está formada por países agroganaderos y no tan industrializados, lo cual hará que no sea tan grave el panorama aquí, pero sin dudas muy complicado.
- ¿Cuáles son las bases que debería sostener América Latina en este escenario internacional?
- No soy economista, ni mucho menos. Pero se viene un periodo crítico. Pero puedo decir que no debemos gastar en lo que no se necesita y mantener la mano de obra de la población ocupada lo más que se pueda. Y por supuesto captar capitales extranjeros para industrializar a nuestros países y empujar la economía.
- Hay un avance del crimen organizado en el cono sur, con Brasil, Bolivia, Paraguay y Argentina en el centro. ¿Cómo se combate esa realidad?
- Me preocupa mucho, porque es un crimen transnacional, que no tiene cédula ni pasaporte. Lo que pasa en Rosario, se siente en Paraguay. El gobierno de Jair Bolsonaro usó mano fuerte y combatió al Comando Vermelho y otras organizaciones criminales. Pero se vinieron a Paraguay y hoy estamos asistiendo a enfrentamientos dantescos. La Comisión Bicameral de Investigación al Lavado de Dinero y otros Delitos Conexos, encontró definiciones importantes para el futuro en nuestro país, por ejemplo, que Paraguay es un corredor para el crimen organizado y hay ex presidentes involucrados. Estamos aterrorizados con lo que puede ocurrir acá. La frontera con Argentina es abierta y la Hidrovía Paraguay Paraná se ha convertido en la autopista preferida por los narcotraficantes para llevar sus productos a puertos como Buenos Aires, Montevideo y EEUU.
- ¿Cómo cree que debería atacarse la desigualdad social en la región?
- Es un tema complejo, porque guardando las distancias, se repite de igual manera en los países de la región. Yo creo que comienza por una injusta distribución de la tierra, continúa por una responsabilidad social de los empresarios y termina en la educación. La falta de educación de los pueblos de América Latina probablemente sea el principal problema. Hay una codicia desmedida por parte de los empresarios más grandes y un lucro lamentable de clase política. Los políticos no terminamos de entender que los políticos tenemos que ganar prestigio y no plata. Y los empresarios además de plata quieren ganar prestigio. Son rutas paralelas que no deben encontrarse, cuando se invierte esta lógica ocurren desviaciones.