“Canto al agua”, de la destrucción a la reconstrucción

“Canto al agua”, de la destrucción a la reconstrucción

Música y poesía vuelven a confluir en una producción de María José Stefani, con Ana Quinteros Orio y Catalina Lammoglia.

PARA REFLEXIONAR. Personaje y música en escena en “Canto al agua”. gentileza rossana medina PARA REFLEXIONAR. Personaje y música en escena en “Canto al agua”. gentileza rossana medina

Eulalia reconstruye su vida luego de que un alud arrasa con lo poco que tiene. En esa tarea, lo material no es lo más relevante: en su búsqueda aparecen sueños, ideas, reflexiones, deseos y una forma de ser con la naturaleza, que a veces da y otras, quita.

“Canto al agua” (Yaku Takiy en quechua) es la propuesta que a las 19 volverá a habitar CiTá Abasto de Cultura (La Madrid 1.457), con la actuación y el canto de Ana Quinteros Orio, la música de Catalina Lammoglia y la dirección de María José Stefani.

“La idea tiene sus años, pero en pandemia surgió el inesperado tiempo para escribir e investigar, y se empiezan a dar concreciones reales: aparece la cara, el temple y la voz de Eulalia y con Ana, en interminables reuniones virtuales, comenzamos a armar esta textualidad, los momentos y los fundamentos de una historia muy simple, pero con muchas capas”, le dice la directora a LA GACETA.

- Reforzas tu línea de un teatro con carga poética y música.

- El musical es un lenguaje que me aparece y me es necesario, junto a la poesía en escena, la metáfora poderosa en tanto creadora de imágenes y el canto necesario cuando la palabra hablada se vuelve insuficiente, porque en él aparece una condensación de sentidos y emociones que, sin duda, me motiva a gestar escenas. Soy la primera espectadora de actores y actrices que siguen aportando profundidad a las ideas iniciales que propuse.

- El agua se presenta como empuje vital y como castigo, ¿todo tiene dos caras?

- En los estados del agua, sólido, gaseoso y líquido, hemos tratado de mirar y pensar cómo el elemento se nos presenta y va proponiendo una narrativa: lo duro e inmanejable de un glaciar, lo brumoso de un pensamiento nube y el agua líquida que todo alivia fluyendo. Castiga a nuestra protagonista y luego ella, con una lágrima en su mejilla, arrastra el barro y entiende que con esa misma agua tiene que limpiar el desastre. Se enoja con Yaku, le da las gracias, le reclama y le pide que la calme.

- La protagonista está aislada al principio, y luego vuelve a relacionarse con sus vecinos, ¿es una alegoría de la cuarentena?

- El otro, la comunidad son sin duda un elemento fundamental en la propuesta. Una metáfora de nosotras mismas creando, porque la aparición de esas manos dispuestas a dar todo, a emocionarse y ser tan generosas con sus saberes han sido fundante del trabajo, como con la hablante quechua Josefina Navarro y con Catalina a cargo del campo sonoro que va generando un ambiente muy especial, con la esperanza como deseo y metodología.

- ¿Volver a la vida pese a las pérdidas es el mensaje a dejar?

- Eso va alimentando al personaje a seguir, pero nuestro deseo es despertar la pregunta y la inquietud del agua como elemento de consumo e intercambio mercantil. Hay grandes capitales que compran tierras en el sur y quieren que los lagos sean su propiedad privada.

En segundo turno en CiTá, desde las 21, estará la varieté “Mujeres circenses unidas, años 40”, con historia de algunas pioneras en este arte, con dirección de Lulú Torrens.

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