Más de 350.000 personas mueren cada año en el mundo por el calor extremo. Este tipo de muertes, producidas por la exposición a altas temperaturas, ha aumentado un 68 % solo durante los últimos cinco años (entre 2017 y 2021). De manera paralela, la superficie terrestre mundial afectada por las sequías extremas ha crecido un 29 % entre 2012 y 2021.
Estos son algunos de los preocupantes resultados del informe 2022 que la revista médica The Lancet publicó el miércoles último, y que fue realizado por casi un centenar de expertos de 50 grandes instituciones, como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la University College de Londres. El trabajo recoge 43 indicadores que tienen en cuenta el impacto de las temperaturas extremas en la inseguridad alimentaria, en la contaminación del aire y en los hogares. También se plantea la necesidad imperiosa de la adecuación de la industria de los combustibles fósiles a un futuro saludable.
"La crisis climática nos está matando. Está socavando no solo la salud de nuestro planeta, sino la salud de las personas en todo el mundo, a través de la contaminación atmosférica tóxica, la disminución de la seguridad alimentaria, los mayores riesgos de brotes de enfermedades infecciosas, el calor extremo récord, la sequía y las inundaciones", ha explicado el secretario general de la ONU, António Guterres.
Los autores de la investigación indican que las repercusiones sanitarias de las múltiples crisis, como el coronavirus o la guerra en Ucrania, se ven agravadas por la constante dependencia de los combustibles fósiles y ejercen una presión adicional sobre los sistemas de salud. "A pesar de los desafíos, hay pruebas claras de que la acción inmediata aún podría salvar la vida de millones de personas, con un rápido cambio hacia la energía limpia", asegura la doctora Marina Romanello, directora ejecutiva de The Lancet, según cita Meteored.
Las condiciones ambientales cambiantes están modificando la idoneidad para la transmisión de enfermedades infecciosas. La idoneidad climática para la transmisión del dengue aumentó un 30 % en la última década con respecto a los años cincuenta, por ejemplo. En Europa, las temperaturas más cálidas están cambiando las temporadas de floración de varias especies de árboles alergénicos, ya que el abedul, el olivo y el aliso comienzan entre 10 y 20 días antes que hace 41 años, por citar otra evidencia.
De hecho, durante 2021 y 2022, los eventos climáticos extremos causaron devastación en todos los continentes, añadiendo más presión a los servicios de salud que lidian con las repercusiones de la pandemia. Por ello, el documento ilustra la urgente necesidad de establecer objetivos de mitigación ambiciosos que restrinjan la suba de la temperatura global a menos de 1,5 °C por encima de la época preindustrial, así como estrategias de adaptación eficaces para crear resiliencia ante las crecientes amenazas.
Hace poco los expertos de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y de la Met Office (la agencia meteorológica del Reino Unido) han revelado que existe una probabilidad de alrededor de un 50 % de que la temperatura media global de la superficie del planeta supere los 1,5° este lustro. En estos momentos, el calentamiento está en unos 1,1° y el objetivo del Acuerdo de París, sellado en 2015, es que el incremento se quede este siglo por debajo de los 2°.
Los responsables del calentamiento presente y del que afrontarán nuestros hijos y nietos son los gases de efecto invernadero, que permanecen en la atmósfera durante décadas o siglos. El dióxido de carbono resiste cientos de años; el metano se degrada en un par de décadas. Pese a la falta de medidas contundentes, todavía está en manos de la humanidad decidir si se cumplen las ambiciones de París. Desgraciadamente, en el ambiente científico sobrevuela la precaución debido a la existencia de procesos que no pueden ser controlados y que se sabe que seguirán ocurriendo debido a la retroalimentación.
El último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, el panel internacional de científicos que trabaja bajo el paraguas de la Organización de las Naciones Unidas) pronostica que la barrera de los 1,5° se superará de forma estable en la década de los años cuarenta de este siglo, debido a los gases que ya se han emitido. El escenario que algunos investigadores consideran óptimo es que se sobrepase temporalmente la marca de 1,5° para luego bajar un 75 % hasta 2050, según ha proyectado el IPCC.
La buena noticia es que según el informe de The Lancet se aprecian algunos signos de esperanza y movimiento hacia la acción. ¿Por ejemplo? Aunque la generación total de energía limpia sigue siendo insuficiente, alcanzó niveles récord en 2020. Y las fuentes de carbono cero representaron el 80 % de la inversión en métodos de generación de electricidad en 2021.
Si bien siempre los desastres relacionados con los fenómenos meteorológicos han ocurrido siempre, a medida que aumenta la temperatura se vuelven más frecuentes e intensos. Ya no quedan dudas de que el clima empeora los desafíos existentes y que tanto los gobiernos locales como nacionales deben incorporar la crisis climática de lleno en sus agendas.