Cuando el Poder Ejecutivo provincial dicte hoy el decreto de convocatoria para los comicios anticipados de 2023, un hecho tan paradigmático como paradójico habrá sido alumbrado en Tucumán: las dos principales fuerzas políticas provinciales emprenderán el camino hacia los comicios montadas en un déficit de consenso. Es decir, en un déficit político.
En el Frente de Todos, la decisión de Juan Manzur y de Osvaldo Jaldo de que no haya internas para definir las candidaturas principales ha inaugurado la primavera del descontento en su sector. Ya la decisión tomada de invertir la fórmula, oportunamente avisada por LA GACETA, es una determinación que tomó desprevenidos a manzuristas y jaldistas en todo el territorio. El jefe de Gabinete y el mandatario interino sólo habían informado que se encontraban en un “alto al fuego”. Si del armisticio pasaron al tratado de paz, en la dirigencia de uno y otro lado esperaban una convocatoria para que se les comunicara personalmente sobre el acuerdo. Y muy especialmente, sobre su alcance en los municipios y en las comunas rurales.
Precisamente, esos distritos se han convertido en territorio de discordias justicialistas. En el Este, la más peronista de las tres secciones electorales, había más clima ayer para celebrar el Día de la Madre de las rupturas que para festejar hoy el Día de la Lealtad. Por estas horas gana velocidad de “reenviado” un audio en el que alguien, con una voz inquietantemente similar a la de un jefe municipal, “aprieta” a un delegado comunal. Le enrostra que, si no le contesta dos mensajes por WhatsApp, entonces debe estar “contenido” por otro intendente de un departamento vecino. Entonces, el hombre que graba el mensaje le aclara a su destinatario que si no lo acompaña, avanzará con otro compañero. Y que los delegados que sí mandan mensajes, reciben máquinas, tanques atmosféricos y grúas para el alumbrado público.
¿Y aquella “verdad” según la cual “para un peronista no hay nada mejor que otro peronista”?
El intendente que supuestamente “contiene” al delegado comunal “apretado”, por cierto, escribió un mensaje de WhatsApp a una de las principales autoridades del PJ. Lamentó que continúen las políticas discriminatorias en desmedro de su intendencia y de los delegados comunales que le son políticamente afines. Razón por la que advierte que evalúa la posibilidad de retirarse del Frente de Todos. “El que avisa no traiciona”, puntualizó.
La fractura entre manzuristas y jaldistas, obviamente, sigue expuesta. Los líderes del PJ tucumano no han podido, no han sabido o no han querido restañar las divisiones de 2021 que terminaron en una PASO fratricida. Una semana después, Manzur asumía como jefe de Gabinete; y Jaldo, como gobernador. Un año tuvieron para superar diferencias entre ellos y reconciliar a la dirigencia. Lograron lo primero. Fracasaron (o no intentaron) en lo segundo.
La “restauración”
En ese esquema, la decisión de la cúpula del PJ de que la diputada Rossana Chahla sea la candidata a intendenta de la Capital es otra cuestión que contribuye a la unidad. La procesión de dirigentes (concejales, legisladores, diputados y funcionarios nacionales y provinciales) que amenazan con no trabajar para esa candidatura, por estas horas, es tan multitudinaria como la de San Cayetano. Claro está, esto no se debe a la figura de la ex ministra, sino a la dinámica a la que Manzur y Jaldo llevaron al PJ tucumano y que ahora, de repente, parecen ignorar.
Curiosamente, por esta época se han cumplido 208 años del inicio del Congreso de Viena (empezó en septiembre de 1814). Derrotado Napoleón Bonaparte, las monarquías europeas se reunieron para consumar la restauración de sus dinastías en los imperios europeos. Su intención, por increíble que parezca, fue que todo en el Viejo Continente volviera a una situación anterior a la Revolución Francesa de 1789. Un verdadero “aquí no ha pasado nada”, que no tenía en cuenta que sus pueblos ya habían conocido, con la expansión napoleónica, la república, el nacionalismo y el derecho a la autodeterminación. El “borrón y cuenta nueva” del Congreso de Viena disparó los ciclos revolucionarios de 1820, 1830 y 1848.
Aquí, el presidente y el vice del PJ llaman a la unidad y ensayan la “restauración” de la concordia justicialista de 2019. Una suerte de “aquí no hubo internas”. Lo único que no ha pasado es la “grieta” peronista de las PASO. Cuando Manzur se fue a la Casa Rosada, muchos jaldistas se lo hicieron notar a los manzuristas. Se incuban ahora “revoluciones” de “compañeros” en municipios y comunas. Los manzuristas que vencieron en 2021 no entienden, con lógica peronista, que ya no tengan derecho a reclamar la “sucesión” electoral de sus bastiones. Y que, por el contrario, son ellos el furgón de cola de los derrotados.
Estas improlijidades de la conducción del PJ local son apuradas por la dinámica del PJ nacional, que ha ingresado en la modalidad “tortuga”: no hay una sola encuesta por estas horas que les prometa retener la Presidencia en 2023. Entonces, los gobernadores deciden guarecerse en sus caparazones: las provincias. La inflación no da tregua. La retirada es desordenada. Tanto es el vértigo que no hay tiempo para internas. No será barato el precio a pagar. En 2019, Manzur y Jaldo se divorciaron. Ahora, se vuelven a casar. Pero sus “hijos” municipales y comunales ya se repartieron los bienes electorales. Las PASO fueron calle por calle. En cada pueblo hay un manzurista y un jaldista clamando para sí el poder en 2023. Sin internas, el dedo parchado de la unidad remendada bendecirá a uno y maldecirá a otro. Los desairados serán legión.
Por esto, la interna era el camino adecuado. Si desde hace un año en Tucumán hay gobernabilidad atada con alambre, pero gobernabilidad al fin, fue porque las PASO todo lo clarificaron. Manzur ganó, pero Jaldo tiene el 40% de los votos del espacio. Entonces, cada cual sabe cuánto “pesa”. Ese era el camino para volver a ordenar el oficialismo. No lo entendieron así, pero no son los únicos. En Juntos por el Cambio tampoco lo comprenden. Más aún: ahí parecen ignorar que para ganarle al PJ no hay que parecerse a él, sino todo lo contrario…
El memorial
Desde las PASO del año pasado, JXC emprendió también un camino de ruptura que ni el salomónico resultado de las urnas (ganó Germán Alfaro en una categoría y Roberto Sánchez en otra) pudo atenuar. La determinación alfarista de definir todas las candidaturas en una interna cerrada (el único mecanismo que prevé la legislación provincial) es fundada en el hartazgo.
En el alfarismo lo sintetizan rezando un rosario de “provocaciones”. Después de las PASO, un conglomerado de sectores de la UCR declaró que en la elección general de noviembre trabajarían solo por un candidato: Sánchez. Después de esa votación, el intendente Mariano Campero le dijo a LA GACETA, ya en enero pasado, que la candidatura a gobernador de Sánchez era “innegociable”. Es decir, cerraba temprano toda negociación. En abril -tras la interna que no fue en el radicalismo-, cuando consagraron a Sánchez presidente de la UCR -mediante el consenso que no existió-, invitaron a Alfaro al acto sólo para gritarle en cánticos “Sánchez gobernador”. En agosto, el alfarismo accionó contra el amparo del PJ para anticipar los comicios. La UCR lo dejó en soledad. El PRO acompañó al Partido de la Justicia Social.
Ya en septiembre, la convención de la UCR reivindicó a Sánchez a la vez que cuestionó a Alfaro. (En su novela “Caín”, José Saramago se preguntaba qué clase de Dios, para enaltecer a Abel, despreciaba el sacrificio de su hermano) Y para despedir el mes, hace 30 días, Alejandro Molinuevo, el hombre elegido por el ex piloto para completar su mandato en la intendencia de Concepción, declaró luego de que Alfaro participara de un acto del jefe de Gobierno porteño Horacio Rodriguez Larreta: “Ya tuvimos una reunión con referentes del PRO y ya dijimos que la interna provincial se tiene que definir de una manera democrática. Hasta expresamos con humor que, si es necesario, hagamos un partido de truco. Pero nadie puede ser bendecido a través de la dedocracia. No podemos esperar nosotros que desde Buenos Aires nos digan quién va a ser el candidato. El derecho a visitar al jefe de la ciudad de Buenos Aires lo tenemos todos. Ese jefe tampoco tiene facultades para determinar quién va a ser el candidato. Eso tiene que quedar en claro. La gente es la que tiene que definir quién la va a representar”.
Tal vez haya exceso de susceptibilidad en el alfarismo, pero ahí opinan que ante el memorial de agravios políticos de los socios radicales, cualquier llamado al consenso es una humorada...
Por lo pronto, algunas cuestiones comienzan a volverse nítidas. Por un lado, Sánchez y Alfaro, en su regreso al diálogo esta semana, descubrieron que los únicos interlocutores válidos entre ellos son Sánchez y Alfaro. Por debajo del intendente capitalino, sus huestes claman dirimir las diferencias en una contienda electoral. Por debajo del diputado radical, declaman diálogo, pero con sus “gestos” dicen otra cosa. Campero calificó ayer en este diario de “infantil” a Alfaro. No suena a discurso de amigable componedor. Ahora, muchos de los que hace una semana gritaban que “algún mecanismo para definir las candidaturas hay que encontrar en Tucumán”, y hasta bromeaban con una competencia de “piedra papel o tijera”, ahora se escandalizan frente al más democrático de los mecanismos como es la consulta a los afiliados. Si le exigían internas a Alfaro, y ahora que él las propone lo rechazan y lo descalifican, tal vez lo que en verdad no quieren es mantener la sociedad con Alfaro. O lo que es igual: buscan romper JXC. Hay un radicalismo que no quiere internas: eso sólo se consigue en Tucumán.
Esta anomalía es síntoma de otro dilema: los anteriores líderes de la UCR tucumana tienen más afiliados que las actuales autoridades. Esa misma vieja guardia ha sido largamente despreciada y vituperada por buena parte de los actuales conductores. Y ahora que Alfaro reclama internas, aquellos “correligionarios” se frotan las manos con el gel de la revancha. Ir a las unas para demostrar quién es quién comienza a adquirir una dinámica propia.
Esa dinámica propia tampoco debe ser subestimada por Alfaro. A Patricia Bullrich, la noticia le sonó a ópera de Giacomo Puccini: si JXC define en internas sus candidaturas para Tucumán, no puede pretender menos JXC a nivel nacional. Haya PASO (la instancia idónea) o no…
La interna, eso sí, no es la panacea para la oposición. En primer lugar, certifica el fracaso del consenso. En segundo término, distraerá recursos indispensables para la elección general. En tercer término, muestra que estos opositores, igual que el oficialismo, están más enfrascados en un “casting” que en encontrar soluciones para este Tucumán cada día más atrasado.
¿Qué interna, creen los políticos, compensará las penurias de los comprovincianos?