Para dar mate buenos son los alfiles

Para dar mate buenos son los alfiles

Se acerca 2023 y de a poco exige que se tomen decisiones. En las próximas horas se sabrá cuándo habrá que votar en Tucumán. La apuesta de Alfaro puede esconder una carta que se jugará en Buenos Aires. Los más poderosos.

Para dar mate buenos son los alfiles

Hasta no hace mucho tiempo la política tucumana era manejada con habilidad supina por unos cuantos. Uno de los más hábiles era el actual intendente de la Capital. Germán Alfaro se movió hasta no hace mucho como un zorro en el desierto. Su estilo buscaba no romper diálogos que por lo general se hacían por lo bajo y públicamente se mostraba como un duro al que costaba contradecir. Otro jugador importantísimo fue José Alperovich que se perdió bebiendo su propio veneno. Fue ahí cuando nació Juan Manzur que con paciencia infinita fue tejiendo cada una de sus redes. Sus primeros aliados fueron los enemigos de Alperovich y así el diputado Carlos Cisneros se convirtió en uno de los escuderos del ahora Jefe de Gabinete. Manzur sonreía y abrazaba cual canciller y el bancario con su gesto adusto e enigmático ponía en alerta a cualquiera. El otro hombre del poder fue Osvaldo Jaldo. Implacable, rencoroso pero sumamente meticuloso en cada movimiento. Un verdadero ajedrecista. A la vuelta de estas figuras bailaron hasta ahora todos los políticos tucumanos. Oficialistas ¿y opositores. Ellos son los más pícaros. Cualquier otro que a usted se le ocurra en estos momentos está dependiendo de algo que a esos jugadores se les ocurra hacer. Esto incluye a magistrados.

Son esas figuras las más poderosas de la comarca. Ninguna decisión de la que ellos participen es una simple acción que se les ocurrió 20 minutos antes o reflejaban un sentimiento que les embargaba el corazón. Unos han tenido más paciencia que el otro pero cualquiera de ellos cuando aprieta el botón no tienen ni marcha atrás ni temor al conflicto. Al contrario, se mueven como peces en el agua. ¿Cuándo se ponen incómodos? Cuando no pueden controlarlo todo. Ese es el momento de la intranquilidad. Los pícaros pueden vestirse de héroes, pero no lo son. Han necesitado poner los pies en el barro para llegar, por eso también son seres débiles cuando no manejan todas las riendas del poder.

Posición adelantada

En las próximas horas en el oficialismo tucumano definirán cuando votaremos. Se hará cuando Manzur quiera, cuando a él le convenga. El “canciller” en su inquilinato en Buenos Aires no ha podido hacer lo que quería. Volverá a Tucumán con más magulladuras de las esperadas. Sin embargo, está tan deteriorada la estructura del Frente de Todos que a “río revuelto…” Manzur no puede descartar alguna posibilidad de encajar en algún albur nacional. Ante esa posibilidad necesita que todo esté en calma en Tucumán. Por eso se van a adelantar las elecciones. Y, al mismo tiempo, al apurar el paso, la oposición llegará más desguarnecida. Y, como el conductor del movimiento en la provincia es Manzur, Jaldo hará lo que el “Canciller” ordene. El lunes cuando empiecen a definir el decreto para convocar a elecciones, en el reglón de la fecha estará la firma de Manzur. Pero será el discurso del ajedrecista el que le ponga la vestimenta al llamado. Jaldo ya ha estudiado minuciosamente lo que va a decir. El adelantamiento de los comicios tendrá el escudo de Juntos por el Cambio. Si Gerardo Morales lo hace en Jujuy, el Poder Ejecutivo lo imitará y seguirá a rajatablas lo que hace uno de los líderes del NOA. De esa manera, el gobernador interino amortiguará los golpes que vengan de la oposición y cualquier tipo de acción judicial.

Hace una semana en este mismo espacio quedaron grabadas en tinta aquella advertencia que hizo Manzur en Monteros: “Osvaldito tenemos que sacar por consenso los cargos donde haya varios candidatos. No habrá internas. Donde tenga que decidir yo, lo hago yo; donde tengas de decidir vos, lo haces vos”. Por eso no sorprendió a nadie que algunos manzuristas reconocieran el liderazgo de Jaldo en público, pero mordiéndose la lengua en privado. La continuación de aquellas palabras de Manzur es que varios dirigentes del interior recibieron la orden de seguir pintando la fórmula “Jaldo-Manzur, Manzur conducción”. Nadie va a desobedecer. Menos cuando las campañas ya están en marcha. “Por la plata baila el mono”, dirían algunos abuelos. Ni Manzur ni Jaldo pueden desconocer que hay más de un intendente en el interiorque no está de acuerdo con la fórmula invertida, pero no lo dirán. El miedo y la especulación son los mejores antídotos para la verborragia.

Curva inesperada

Esta semana que no volverá nunca más, Alfaro sacó a bailar a Roberto Sánchez. Mirándose a la cara -pero fuera de la provincia porque parece que todo lo importante quieren que siempre ocurra en Buenos Aires-, el intendente le dijo al diputado que está dispuesto a que diriman sus candidaturas en votaciones internas cerradas.

Sin dudas, la propuesta es la más democrática y transparente de las soluciones para el gran problema que afronta Juntos por el Cambio. Si usted pensó que ese problema es cómo erradicar la pobreza o cómo frenar algún abuso de poder en este Tucumán se equivocó de cabo a rabo. El problema de la coalición opositora no son ni los proyectos ni los ideales, esos están guardados en el algún viejo arcón polvoriento. El problema son los egos. “Yo quiero ser o yo tengo más pergaminos para ser”. A eso han quedado reducidas las discusiones opositoras.

Alfaro no apretó el botón en su tierra ni en una conferencia de prensa. Fue en una mesa porteña y Sánchez respondió con las dudas propias de quien está detrás del volante, pero no maneja el auto en el que está sentado: “veamos”, dicen que dijo.

¿Por qué el “Zorro del desierto” hizo esta apuesta? En Juntos por el Cambio nadie tiene la respuesta. Al que mejor le cayó la propuesta fue a Creo. En los oídos de Sebastián Murga, líder de ese partido, debe haber sonado como música celestial. En cambio, en la pista de baile de los radicales sonó como esos discos rayados que hacían saltar la púa a fines del siglo pasado.

Está claro que esta idea de Alfaro no incluye a Fuerza Republicana que desde que el descontrolado Javier Milei camina de la mano con Ricardo Bussi ha puesto los pelos de punta a más de uno. Las últimas encuestas que entusiasman a Sánchez como si hubiera conseguido la pole position empezaron a decir que cada vez tiene menos puntos. Lo curioso es que eso porcentajes salen de la coalición, porque no van a Alfaro sino a FR que se ve robustecida por los anabólicos del ex arquero de Chacarita. Pensar que el Pro alguna vez fue fundador de Juntos por el Cambio y ahora, en Tucumán, parece el furgón de cola de la coalición

El último en reaccionar fue Pro, pero la agrupación que supo fundar Macri muestra más divisiones que el Frente de Todos. No sólo no tienen líderes que convoquen sino que además un grupo marcha detrás de la batuta de Alfaro; otros se sienten más cómodos con recitar el credo de Murga y no faltan los que están seguros que el futuro lo escribe Milei.

Entonces, ¿por qué hizo esta propuesta el lordmayor? Simplemente, porque sabe que quien se ponga en contra de esa movida cargará el sanbenito de poco transparente e incluso de antidemocrático. Sabe que votar es mucho más valorado que las encuestas o el dedo. Pero Alfaro tiene muy claro cómo mover los trebejos en su ajedrez. Así como hay piezas de Pro que no se mueven si él no los autoriza, también hay radicales que van adelante sólo si él los autoriza. Alfaro sabe que, lo más seguro es que su propuesta no va a cuajar. Por lo tanto él va a quedar mejor parado que cualquier otro en esta jugada.

Al ver que en el distrito Tucumán no pueden ponerse de acuerdo, Juntos por el Cambio demostrará su inutilidad e incapacidad para tomar decisiones. Una vez más, entonces, será la batuta de los dirigentes porteños los que terminen definiendo las candidaturas. Y, ¿adivinen quién es el adelantado en las relaciones con Buenos Aires? Acertaron.

Tal vez por eso Alfaro no dudó en jugar esta última carta de internas cerradas para marzo que descolocó a todos.

Señales de debilidad

La cercanía de las elecciones, el término de los mandatos y el desgaste propio de tanto tiempo en el poder han empezado a mostrar el desgaste de aquellos hombres fuertes de la vida política tucumana. Manzur, necesita de Jaldo y hasta de Cisneros para caminar más cómodo en su nuevo proyecto tucumano. Si no le salen bien las cosas en Buenos Aires, se refugiará en la Legislatura y desde allí, empezará a tejer su nuevo futuro. Pero ya no será como antes en la época de Alperovich. No podrá seguir creyendo que el bancario o que su compañero de la vida, Pablo Yedlin, sigan siendo obedientes de su palabra. Ambos sueñan con el sillón de Lucas Córdoba y el ex ministro de Salud disfruta de los señoriales pasillos del Senado más que muchas cosas y no debe estar muy dispuesto a sacrificarlo ante cualquier pedido. Los chicos querrán independizarse. En ese marco, Jaldo, quien en caso de ser electo gobernador, intentará reconstruir su estructura que tiene muchos caciques territoriales y pocos hombres y mujeres de estado. Todos hacen equilibrio sobre un cuerda en las alturas. Saben que en estos tiempos son poderosos, pero pronto no podrán controlarlo todo y eso implica debilidad.

En el mismo circo está Alfaro que ha empezado a darse cuenta que sus viejos socios de cruzadas ya no tienen la fuerza de antaño y que son muchos los que se animan a decirle que no aún cuando sorprenda con su juego. Así corre el riesgo de perderse en su propio laberinto.

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