El ejemplo solidario del pequeño jugador de 9 años que antes de salir a festejar fue a alentar y a consolar sus rivales se hizo viral en las redes sociales y generó cataratas de comentarios en los medios de comunicación. El video de Matías Argañaraz se repitió una y otra vez en el mundo virtual y tuvo su correlato fuerte en los medios de comunicación del país. “No sé por qué no hay más gestos así. Yo le dije a él que lo que hizo es muy bueno. La gente por ahí no está acostumbrada a eso… Ojalá sirva de ejemplo”, dijo su madre.
Acaso la difusión que ha tenido ayude a reflexionar sobre los valores que se deben inculcar en el deporte y en la vida social en general, sobre todo en estos tiempos en que las tensiones y los egoísmos afloran constantemente por doquier.
El gesto fue tal vez normal en la familia del niño, hijo de un ex jugador de varios equipos y que es técnico de una división en las inferiores de San Martín, el equipo del pequeño jugador. “Matías es así; hay muchos gestos que los aprende aquí en casa. Yo siempre digo que sea amigo de todos, que no tiene que pelear y en el club nosotros siempre hacemos mucho hincapié en el buen comportamiento”, dijo el padre. Esto es, inculcar el disfrute del deporte y los valores positivos que tiene la competencia, aprender del juego, de ganar y perder, divertirse y compartir. “Yo a los chicos de River les decía que no se pusieran tristes y que lo siguieran intentando. Ellos me dijeron que lo iban a hacer; después de eso sí que me sumé a los festejos con mis compañeros”, explicó el niño, quien fue a dar consuelo junto con otro jugador, Fernando Rodríguez. “Un gesto que enseña”, tituló LA GACETA, siguiendo el impacto que había generado el video en las redes sociales.
Esta historia solidaria llega precisamente en momentos duros en el deporte. Hace pocas semanas hubo una trágica ola violenta en las afueras de la misma cancha de San Martín –ataque que siguió a violentos incidentes al final de un partido en Aguilares por la Liga Tucumana de Fútbol- y hace pocos días se suspendió un partido de Primera en Buenos Aires por brutales incidentes. El video llega, así, como un bálsamo contrastante en un ámbito en el que, por diversos motivos, la violencia asoma constantemente,
¿Qué pueden aprender los adultos de los niños?, hacen su pregunta retórica los sociólogos y pasan a dar la respuesta ejemplificadora: los niños se olvidan fácilmente de rencores y resentimientos; no les importa “el qué dirán”; agregan una pizca de ilusión a todo lo que hacen; no se preocupan tanto por el futuro; aman sin pedir nada a cambio; tienen capacidad de sorprenderse; ven lo mejor de las personas y de sí mismos; se acercan a los demás sin miedo; para ellos no parece haber nada imposible; buscan siempre la diversión; y ponen el corazón en todo lo que hacen. Enseñanzas que, aplicadas por los adultos a la vida cotidiana y a sus actividades profesionales, redundarían en una sociedad mejor, menos acechada por las emociones duras de la competencia descarnada que tapa la mirada y la comprensión hacia los demás.
La actitud del niño ha sido naturalmente espontánea: no sabía que alguien estaba grabando la escena y eso catapultó el ejemplo a todas partes. “Cuando subimos al auto nos enteramos de que habían filmado eso. Calculo que filmaban porque era la final -remarcó la madre del niño-. Es lindo que haya quedado grabado, porque puede quedar como ejemplo para todos, sobre todo para los grandes”.
Los buenos ejemplos tienen una fuerza arrolladora. Hay que saber seguirlos y canalizarlos. De ellos puede surgir una sociedad mejor.