La colección completa de papel de LA GACETA existe en un solo lugar: aquí

La colección completa de papel de LA GACETA existe en un solo lugar: aquí

La colección completa de papel de LA GACETA existe en un solo lugar: aquí

Los 110 años de periodismo y memoria colectiva que comprende LA GACETA se perderían si un día la productora tucumana de noticias siguiese la senda que transitaron tantos otros actores de la cultura y desmantelara su Archivo. Sólo aquí, en las dependencias de la casa central editora, existe una colección completa de los 40.000 números impresos publicados desde 1912. Fuera de este ámbito hay al menos dos conjuntos parciales conservados en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, específicamente en la Biblioteca Nacional y en la Biblioteca del Congreso de la Nación, que cubren diferentes períodos y que -vaya coincidencia- exhiben errores peculiares de catalogación. Otros acervos más pequeños consisten en series temáticas o correspondientes a una fase acotada, y en ejemplares y suplementos sueltos más o menos víctimas de la desidia, del abandono y del desorden.

Puertas afuera de LA GACETA nadie pudo, supo o quiso cultivar y cuidar una colección tan voluminosa de diarios impresos como la que aquella produjo. Esa conclusión se desprende de una investigación que incluyó consultas a las instituciones con sede en Buenos Aires ya mencionadas y a otras dos con el mismo asiento, el Archivo General de la Nación y la Biblioteca de la Legislatura porteña. En Tucumán, la búsqueda abarcó al Archivo Histórico de la Provincia; la Biblioteca de la Casa Histórica; la antigua Sociedad Sarmiento; la Fundación Miguel Lillo; el Centro Cultural Rougés y la Biblioteca Alberdi. Las averiguaciones también intentaron identificar sin suerte a coleccionistas particulares destacados, cometido para el que se contactó a dirigentes del Sindicato de Vendedores de Diarios y Revistas (canillitas); a intelectuales; a historiadores; a investigadores y a descendientes de la familia del fundador, Alberto García Hamilton. Todo el rastreo dio resultado negativo.

Ni las bibliotecas de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) ni las bibliotecas populares de la provincia -todas suman más de 30- disponen de una hemeroteca que dé cuenta, siquiera de manera fragmentaria, acerca del contenido reunido en 40.000 ediciones. La Sarmiento y la Alberdi intentaron guardar números, pero tampoco sirvió de mucho porque, en el presente, se sabe poco acerca de qué pasó con tales iniciativas: se habla de papeles no registrados en estado dudoso de conservación. En el caso de la Biblioteca Alberdi (9 de Julio 162 de esta ciudad) habría una cierta cantidad de publicaciones de La Gaceta Literaria además de otros números dispersos, pero se desconocen las fechas y hasta la ubicación de este material, que aún no está clasificado, según indicaron en esa institución.

En la que fuera el faro de la cultura y el desarrollo tucumanos impulsados por la Generación del Centenario, la Sociedad Sarmiento, se sabe dónde estarían las ediciones de LA GACETA, y de otros diarios y revistas. Pero en aquel recinto más vale no meterse, según el arquitecto Raúl Torres Zuccardi, ex presidente, y entusiasta del esfuerzo de salvataje del edificio histórico de la calle Congreso 65 y de su contenido, que emprendió con resultados magros la UNT. “La Sociedad Sarmiento tenía una gran cantidad de diarios rejuntados sin orden ni concierto. Los había arrumbado en un cuarto en el que no se podía entrar. Recordemos que pasó por 20 años de abandono. No clasificó de ningún modo: sólo acumulaba lo que juntaba. Después dejó de hacerlo”, refiere Torres Zuccardi. Y añade: “nunca llegó a coleccionar LA GACETA. Para entender lo que sucedió basta con saber que se temía que quien entrara a la habitación donde estaban estas piezas fuera víctima de las alimañas. Y es posible que siga así. La Sociedad Sarmiento perdió la posibilidad de procesar mínimamente lo que tenía adentro: carece de personal técnico desde hace 30 años. No puede realizar un inventario siquiera”.

Énfasis en lo colonial

Se sospecha que a las autoridades del Estado provincial les importa lo que dice LA GACETA, pero una cosa sería consumirla para descifrar su información y opinión, y otra muy distinta recolectarla con fines de protección y aprovechamiento de la memoria comunitaria. La imposibilidad en la esfera pública local de desarrollar una colección de publicaciones periódicas impresas y de sostenerla trasciende a la prensa local. Este año, por ejemplo, la Corte Suprema de Justicia de Tucumán autorizó con el voto de la mayoría de sus miembros, la entrega en comodato a la Legislatura de 416 tomos encuadernados de boletines oficiales de la provincia correspondientes al período comprendido entre 1912 y 2019. El alto tribunal alegó que las ediciones del Boletín Oficial estaban digitalizadas desde 1992 y que, en virtud del traslado de la Biblioteca “Juan Heller” del Poder Judicial, existía un proceso de “selección” de los materiales bibliográficos en soporte papel. La decisión expone que el Poder Legislativo local carecía hasta hace algunos meses de una colección completa del instrumento que, entre otras funciones, publicita y pone en vigor la versión definitiva de las normas que aquel sanciona.

El Archivo Histórico de Tucumán empezó a funcionar -como parte de la Universidad- en el mismo año que LA GACETA, pero esta oficina que hoy depende del Gobierno no la consideró un contenido coleccionable ni por épocas, como sí hizo con las ediciones de otros diarios ya extinguidos: Noticias, La Unión, El Orden y El Periódico. Los cuatro coexistieron con LA GACETA.

“Ignoro totalmente por qué el Archivo no la guardó desde el comienzo. Calculo que en ese momento debe haber parecido más trascendente El Orden, que data del siglo XIX, y que es el conjunto más importante que tenemos”, dice el director José Sánchez Toranzo. Y agrega que cuando él llegó intentó acceder a una copia gratuita de LA GACETA, pero no lo consiguió. “Después el equipo del Archivo consideró que ya no tenía sentido armar una colección en papel porque el material estaba online y se lo puede consultar en la web”, informa. Sánchez Toranzo acota que su institución puso énfasis en la incorporación de instrumentos de la época colonial, del siglo XVI en adelante. “En virtud de ese patrimonio supongo que a los primeros gestores del Archivo el diario les habrá parecido algo efímero”, opina.

Se le pasó al sabio

El papel de diario es frágil y su manipulación ocasiona perjuicios irreparables a los volúmenes que ordenan las ediciones. A ello hay que añadir que guardar copias impresas durante 110 años no sólo implica una inversión económica significativa, sino que también requiere de un espacio amplio apropiado para su depósito, sin mencionar la actividad de registro y de mantenimiento de los ejemplares. Es una tarea que difícilmente pueda desarrollar un ciudadano y su descendencia a título personal. Esta investigación acredita que también excedió a las instituciones específicas.

Quienes precisan por cualquier razón bucear en esas 40.000 ediciones dependen de las posibilidades del Archivo de LA GACETA o bien deben trasladarse a Buenos Aires, pero allí ocurre que las dos colecciones disponibles están desactualizadas y carecen de los números de las primeras décadas. La serie del Congreso, por ejemplo, concluye en 2017 como consecuencia de una política de recorte de gastos (se informa por separado).

No es fácil entender por qué algo tan cotidiano y al alcance de la mano en el día a día termina siendo tan escaso e inaccesible en la mirada de largo plazo. Esto es así incluso para los especialistas. Por ejemplo, el ensayo “El lenguaje de la prensa: Tucumán, 1900-1950” de la doctora Elisa Cohen de Chervonagura toma como fuentes diversos diarios de la época, pero no LA GACETA, al parecer por dificultades para explorar las ediciones más viejas. A Torres Zuccardi se le ocurre que la ausencia de colecciones relevantes del diario a disposición del público se inscribe en el desinterés generalizado por el patrimonio cultural, que acaba arrojado al designio del voluntarismo de unos pocos.

“Quizá no nos preocupamos por coleccionarla porque LA GACETA existe”, conjetura la historiadora Sara Peña de Bascary, quien como museóloga experimentada y conocedora de las bibliotecas tucumanas aportó una gran cantidad de datos valiosos para este informe.

La ensayista manifiesta que a ella, como a sus colegas, nunca se les ocurrió ir a buscar ejemplares fuera de la sede de la calle Mendoza al 600 y que le llama la atención que especímenes como el sabio Miguel Lillo (1862-1931) no los haya acopiado entre los muchos papeles que conservó. “Es sorprendente”, admite. Ya en términos contemporáneos, Peña de Bascary reflexiona que ella y sus colegas se preocuparon por salvar aquellos materiales históricos que estaban huérfanos, y que, por ende, corrían mayor peligro de muerte. Para esta estudiosa del pasado, LA GACETA fue y es todavía un caso raro de fuente tucumana capaz de cuidarse a sí misma.

BUENOS AIRES

Uno de los diarios provinciales más requeridos en la Biblioteca Nacional

La Biblioteca Nacional tiene la mayor colección de LA GACETA fuera de la que la cabecera conserva en San Miguel de Tucumán. El conjunto cubre desde 1923 hasta 2020. Según  comentaron en la hemeroteca, se trata de una de las colecciones de diarios provinciales impresos más requeridos en la institución, que atesora ediciones de casi 2.000 órganos de prensa publicados en el interior del país. Pese a la alta demanda, la ficha de LA GACETA exhibe un error llamativo: detalla que la fundación sucedió el 4 de agosto de 1923, 11 años después del año de aparición del primer número. Consultados al respecto, en la hemeroteca de la Biblioteca Nacional se comprometieron a enmendar la equivocación.

Un recorte de erogaciones truncó el valioso acervo del Congreso

La hemeroteca de la Biblioteca del Congreso de la Nación dispone de una colección de papel de LA GACETA que comprende los años 1948-2017, con “muchos faltantes” entre 1963-69. “En 2017 se dejó de comprar por una restricción presupuestaria”, explica el empleado encargado de atender al público. Según manifestó, en esa época del Gobierno de Cambiemos se decidió dejar de pagar las ediciones impresas de publicaciones periódicas de las provincias. “Es una pena porque mucha gente lo pide”, agrega. Nada de este material está digitalizado. La ficha del catálogo digital correspondiente a LA GACETA presenta una inconsistencia: consigna que el año I y el número I datan de 1910, es decir, de dos años antes a la fecha de fundación. Según explicaron, hay que interpretar que “1910” es la década de nacimiento de la publicación.

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