Las olas de calor como la que actualmente ha sufrido Europa, con temperaturas récord y un montón de países pintados de naranja y rojo, serán cada vez más frecuentes e incluso intensas. Y no sólo en ese continente sino en el mundo entero, advierte el meteorólogo tucumano y director del Laboratorio Climatológico Sudamericano, Juan Leónidas Minetti.
Sus declaraciones a LA GACETA se producen luego de que la Organización Meteorológica Mundial (OMM), un organismo especializado de las Naciones Unidas (ONU), advirtiera -justamente- que las olas de calor continuarán hasta 2060, con independencia de si logramos mitigar el cambio climático. "Estas tendencias negativas se volverán normales debido a todos los gases de efecto invernadero que ya se han emitido", precisa Minetti.
"Veremos extremos peores. Hemos lanzado tanto dióxido de carbono a la atmósfera que la tendencia negativa se prolongará. Muchos de nosotros no estaremos para ese entonces. Pero nuestros hijos sí y tendrán que vivir en ciudades mejor preparadas", continúa.
- ¿Cree que podría revertirse esta tendencia?
- Hemos tenido un invierno muy frío. Y no ha sido un proceso regional sino global. Lo único que puede producir enfriamiento en todos los océanos es el tamaño de las olas marítimas, las cuales son causadas por los fuertes vientos. A su vez, éstos vientos han sido el resultado del calentamiento. Es decir, el planeta cuenta con un mecanismo homeostático que intenta regular las temperaturas. En los últimos 40 años, nunca había habido un enfriamiento de los océanos como ocurre desde enero. Pero lamentablemente, no creo que esto sea permanente ni que alcance.
- Tras la ola de calor en Europa, ¿cree que este verano ocurrirá algo similar en la Argentina?
- Sí. Además de la incidencia del calentamiento climático, que nos empuja hacia veranos tórridos, los modelos de previsiones han descubierto que en esta región se ha producido un salto hacia una sequía intensa. Se trata de un período con escasas precipitaciones y que podría prolongarse durante unos 50 años. Y estas dos realidades se complicarán más todavía con el fenómeno de La Niña, que persiste tenazmente.
Debido a estas razones, el experto vaticina que esas fuertes olas de calor podrían sentirse desde la actual primavera. Por otra parte, La Niña se está haciendo interminable. Los últimos datos de la OMM confirman que es probable que este patrón climático, que se está viviendo actualmente, persista por lo menos hasta fin de año. De ese modo, se convertiría en el primer episodio triple de este siglo, al presentarse por tercera vez consecutiva en la temporada primavera/verano del hemisferio sur. Se trata de un hecho excepcional que hasta el momento solo había ocurrido en dos ocasiones desde 1950.
Hace poco los expertos de la OMM y de la Met Office (la agencia meteorológica del Reino Unido) han revelado que existe una probabilidad de alrededor de un 50 % de que la temperatura media global de la superficie del planeta supere los 1,5° este lustro. En estos momentos, el calentamiento está en unos 1,1° y el objetivo del Acuerdo de París es que el incremento se quede este siglo por debajo de los 2°.
Los responsables del calentamiento presente y por venir son los gases de efecto invernadero, que permanecen en la atmósfera durante décadas o siglos. El dióxido de carbono resiste cientos de años; el metano se degrada en un par de décadas. "En realidad, el calentamiento viene con una inercia. Se haga lo que se haga, será difícil quedarse en la meta de 1.5°. Lo que se pensó en 2015 en París hoy es complicado porque las emisiones de los últimos años no se redujeron como se esperaba. Entonces, seguirán operando en el sistema planetario", explica Ignacio Gasparri, ingeniero forestal, doctor en ciencias biológicas e investigador del Instituto de Ecología Regional (IER), en ocasión de una entrevista con este diario.
Pero además del desafío ecológico, las olas de calor suponen un desafío para nuestros organismos: cuando las temperaturas exteriores llegan o sobrepasan los 41°, el cuerpo se ve obligado a luchar para mantener estable la temperatura interna. Y esa lucha genera fatigas; golpes de calor; hipertensión; hipertermia y un cambio de comportamiento. Para peor, todos estos síntomas inciden en la salud mental. "La exposición a los rayos ultravioletas, la deshidratación y la temperatura corporal elevada pueden afectar a cualquier persona", enseña Jorge Tazar, médico cardiólogo, doctor en medicina y ex presidente de la Sociedad de Cardiología de Tucumán.
Por eso, a la gente se le recomienda que se mantenga a salvo del calor y del sol y que se hidrate bien. "El calentamiento global requiere de políticas ambientales y de salud, para prevenir sus efectos sobre todo en las poblaciones vulnerables, que son los niños pequeños y los adultos mayores", cierra el médico.