La Copa del Mundo: una obsesión de oro macizo

La Copa del Mundo: una obsesión de oro macizo

La Copa del Mundo es el mayor objeto de deseo del más popular de los deportes: desde su primera versión (la “Jules Rimet”) hasta el modelo actual, fue protagonista de varias historias

LA VERSIÓN MODERNA. Silvio Gazzaniga fue el encargado de diseñar el modelo actual, que reemplazó a la malograda “Jules Rimet”.

La Copa del Mundo. El mayor objeto de deseo de todos los que ofrece el más popular de los deportes. Levantar esa pequeña pero maciza figura de oro es un privilegio tan exclusivo y difícil de alcanzar que muchas de las más grandes leyendas en la historia del fútbol se quedaron sin poder experimentarlo. Lionel Messi, al igual que su gran adversario contemporáneo Cristiano Ronaldo, tendrá en Qatar 2022 su quinta y muy probablemente última oportunidad de evitar ese espacio en blanco en su increíble foja de éxitos.

Gran parte del atractivo de la Copa del Mundo, más allá de su valor intrínseco como trofeo que consagra al mejor seleccionado del planeta, reside en los cuatro años que se deben esperar hasta la siguiente edición. Por eso mismo, muchos consideran que un Mundial cada dos años le restaría jerarquía a la competencia. Ahora bien, mucho se habla del Mundial, pero pocos conocen con detalle la historia del trofeo más deseado del mundo.

INAUGURAL. Jules Rimet entrega la primera Copa del Mundo al presidente de la federación uruguaya.

En 1928, el entonces presidente de la FIFA, Jules Rimet, encabezó la organización del primer Mundial, que se llevó a cabo dos años después en Uruguay. El primer trofeo era muy diferente al actual, y llevaba el nombre del creador del evento. El diseño estuvo a cargo del escultor Abel Lafleur. La Copa representaba la victoria, con la figura de la diosa griega Niké, medía 30 centímetros de alto, era de plata esterlina bañada en oro y pesaba casi cuatro kilos. Tenía una base de mármol, en la que se colocarían las placas con los nombres de los campeones de cada edición.

La Copa Jules Rimet se entregó a las selecciones campeonas entre 1930 y 1970, año en el que Brasil ganó su tercer título y, como estipulaban las reglas, se quedó con ella de forma definitiva.

Había que encontrar un nuevo galardón para las ediciones futuras. A tal efecto se convocó a un concurso, y el 5 de abril de 1971 se anunció al ganador: el italiano Silvio Gazzaniga. Aunque no tenía habilidades como futbolista, sus dotes de escultor -pulidas en la escuela de arte de Milán- y su especialización en orfebrería y joyería lo llevaron a ganarse un lugar en la historia del deporte rey.

La Copa confeccionada por Gazzaniga, la que se usa actualmente, está hecha en oro 18 kilates, mide 36,8 centímetros y pesa 6,170 kilogramos, de los cuales cinco son de oro macizo. Representa dos figuras humanas sosteniendo al mundo, con dos anillos concéntricos de malaquita. Los nombres de los seleccionados ganadores están grabados en la base. El texto señala el año y el nombre en el idioma del país ganador. Hasta la fecha, la copa tiene grabados 12 seleccionados campeones. No se sabe qué pasará cuando se llene la base.

TRICAMPEÓN. Pelé ganó tres títulos con Brasil, que desde 1970 fue dueño de la “Jules Rimet”.

A diferencia de la Jules Rimet, la Copa actual no se entrega en propiedad a ningún seleccionado, independientemente de la cantidad de Mundiales que gane. Cada Federación se queda con una réplica, y el original debe ser devuelto en el sorteo del siguiente Mundial. La euforia que genera ganar un Mundial puede llevar al descuido del preciado galardón. Uno de los casos se dio en 2006, cuando el trofeo se dañó durante la celebración del plantel de Italia. Algo similar sucedió en Brasil 2014, esta vez en Berlín, durante los festejos del tetracampeonato de Alemania.

La maldición de la copa Jules Rimet

Tratándose de un objeto tan valioso, la Copa del Mundo es custodiada con estrictas medidas de seguridad. Sin embargo, eso no impidió que se produjeran varios intentos de robo.

Durante la Segunda Guerra Mundial, los nazis intentaron apropiarse de la copa Jules Rimet, que en ese momento estaba en poder de la bicampeona Italia. La copa estaba guardada en la caja fuerte de un banco en Roma, pero el vicepresidente de la Federación italiana, Ottorino Barassi, decidió sacar el trofeo y esconderla en una caja de zapatos debajo de su cama para evitar que cayera en poder de los alemanes. La Gestapo incluso llegó a registrar su casa, pero afortunadamente no encontró la copa. Una vez terminada la guerra, la Jules Rimet regresó a la FIFA intacta.

Inglaterra, 1966

De todos modos, no pasaría mucho tiempo hasta que intentaran robarla otra vez, y en esta oportunidad, con éxito. En 1966, la copa llegó a Londres. Con la intención de exhibirla al público, se la expuso en una vitrina en el Central Hall Westminster. Para sorpresa de todos, el trofeo fue robado debido a un descuido de los encargados de seguridad. La Football Association inglesa encargó una réplica en secreto a un orfebre, por si llegaba el momento del certamen y la original no había aparecido. El 27 de marzo, una semana después del robo, un hombre llamado David Corbett se comunicó con Scotland Yard para avisar que había encontrado el trofeo. En realidad, el que lo había hallado había sido su perro, Pickles, al que había llevado a pasear al parque. A Pickles le llamó la atención un paquete envuelto en papel de diario entre los arbustos. Cuando lo abrieron, descubrieron la Jules Rimet.

Corbett fue el primer sospechoso el robo. Sin embargo, una vez aclarada la situación, este recibió una recompensa y un año de comida gratis para Pickes, quien se convirtió en una celebridad y hasta fue condecorado con una medalla. Una vez finalizado el Mundial con el título en manos de Inglaterra, Corbett y su mascota fueron invitados a la celebración del título junto a la selección inglesa.

VALIOSA. La actual Copa del Mundo pesa más de seis kilos, cinco de los cuales son de oro macizo.

Pasarían muchos años hasta que hubiera algo de luz sobre el misterio de ese robo. En 2018, el tabloide británico Daily Mirror publicó un artículo donde afirmaba haber resuelto el caso. En una entrevista con los supuestos sobrinos del ladrón (ya fallecido) se reveló que su nombre era Sidney Cugullere, quien vio la oportunidad de su vida al notar que había un momento del día en que el trofeo quedaba sin vigilancia in situ. Cugullene rompió el candado de la vitrina y se llevó la Jules Rimet. Días después, asustado por la repercusión que había tomado la búsqueda, decidió deshacerse de ella. De todos modos, según testificaron los entrevistados, Sidney se jactaba siempre de haber sido el primer inglés en levantar la Copa del Mundo.

Brasil, 1983

Todo indica que la copa Jules Rimet estaba destinada a desaparecer. Desde 1970, cuando Brasil la recibió en propiedad luego de su tricampeonato, la Copa descansaba en la sede de la Federación brasileña, en una urna con cristal antibala y escoltada por agentes de seguridad. Sin embargo, la urna estaba pegada a la pared con una cinta aislante que resultaba fácil de despegar. El 20 de diciembre de 1983, dos hombres armados ingresaron al edificio, amenazaron al jefe de seguridad para que los llevara hasta donde estaba el trofeo, y se lo llevaron. Todo ocurrió en cuestión de minutos. Si bien los ladrones eran brasileños, habían actuado por encargo de un joyero argentino, Juan Carlos Hernández, conocido por fundir y vender oro robado. Los ladrones delataron a Hernández, quien fue condenado a prisión. Se dice que, si bien Hernández siempre negó haber estado involucrado en el robo, lo delató un sutil gesto durante el interrogatorio. “Le dije que para los brasileños era una bofetada que un argentino hubiera convertido la Copa en lingotes de oro. Entonces vi que en su rostro se dibujaba una sonrisa. Ese momento fue la prueba de que lo había hecho”, contó Miguel Murilo, encargado de la investigación.

RÉPLICA. La “Jules Rimet” original desapareció en 1983 y nunca fue recuperada.

Otra versión es que el robo de la Jules Rimet fue por encargo de un coleccionista de arte italiano, según publicó en su momento la revista italiana “Guerin Sportivo”, quien sugiere que la copa era ofertada en el submundo del tráfico ilegal de obras de arte. Lo cierto es que la Copa nunca apareció (se cree que fue fundida) y la Federación Brasileña debió encargar una réplica, que conserva hasta el día de hoy.

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