Carlos Duguech
Analista internacional
Cuando el lunes último se publicó la columna que suscribo en LA GACETA en el “Panorama internacional”, titulada esa vez Riesgos de escribir sobre un gobierno israelí, imaginé que habría comentarios de lectores, como suele suceder. En una primera lectura de casi todos ellos advertí componentes similares, como si sugirieran de un “manual de respuestas”, un catecismo a respetar. En síntesis, en ningunos de los comentarios de lectores -cuyo derecho a publicarlos es rigurosamente respetado por este medio- se cuestiona con fundamentos, o citas de documentación pública, el análisis puntual y/o general de lo planteado en la columna. Deliberadamente decidí ahora en hablar en primera persona.
Casi ninguna de las apreciaciones de la columna fue analizada. La mayor parte de los cuestionamientos estaba referida a temas no consideradas por mí en la publicación. Y los comentaristas se referían a cuestiones como que “en Israel hace 40 años que no hay inflación”; que en el parlamento (Knesset) “hay árabes israelíes musulmanes y no musulmanes y después califican a Israel de país no democrático”. Nada de eso se menciona en mi columna. Nada.
En suma, los comentaristas eluden el núcleo del análisis que se basa en documentación a la que puede acceder cualquier interesado. Se pretende descalificarme afirmando: “habla con odio”. Una percepción de bajísimo nivel porque no demuestra dónde y cómo está manifestado el “odio”. Otro lector comenta haciendo apología de Israel como si yo hubiese abordado el asunto desde otra mirada. Pobre comentario. “Nunca vivió (se refiere a mí) en un país donde para Navidad tienen amplia libertad los cristianos con pasearse con Papá Noel”. Y “El perímetro de Tierra Santa está controlado por los franciscanos”, etc. Yo escribía sobre “A” y los comentarios desalificantes de los lectores se referían a “B”. En mis planes de viaje Incluyo a Israel.
Lapid
La columna centraba, además, el análisis en el discurso en la Asamblea General de la ONU del premier israelí Yair Lapid, quien, con tono firme, expresó: “Un acuerdo con los palestinos basado en dos Estados para dos pueblos, para el futuro de nuestros hijos”. Y cerró diciendo: “A pesar de todos los obstáculos todavía hoy una gran mayoría de israelíes apoya la visión de esta solución de dos Estados. Yo soy uno de ellos”. Sobre esto los comentaristas nada dijeron.
Transcribí otros párrafos de Lapid: “Es lo correcto, para la seguridad de Israel, para la economía de Israel, y para el futuro de nuestros hijos. La paz no es un compromiso. Es la decisión más valiente que podamos tomar. La paz no es debilidad. Encarna en su interior todo el poder del espíritu humano. La guerra es rendirse a todo lo malo que hay dentro de nosotros. La paz es la historia de todo lo que es bueno”. Nunca tan clara la visión de la solución de dos estados
¿Dos estados?
Sí, ése y no otro es el objetivo de la Resolución 181 de la ONU de “hace 75 años”. Pero el tiempo juega en contra. Israel extendió sus dominios más allá del territorio de Palestina surgido de la “Partición”. Se están cumpliendo casi al pie de la letra las palabras de Menachem Begin (Premio Nobel de la Paz 1978, junto a Anuar el Sadat, presidente egipcio) de su libro “La Rebelión (Historia del Irgún, “ejército clandestino contra las fuerzas británicas en Palestina)”. En su prólogo, al final, leemos algunas frases que eligió de su mensaje radial el 15 de mayo de 1948 “a la pequeña, valerosa, combatiente y liberada nación”. Son estas, definitorias para comprender por qué “los dos estados” se está confiriendo en sólo una expresión vacía de contenido aunque tenga un significado sustancial, originario, deseable. Escribió Begin en su libro editado en 1972: “La patria es histórica y geográficamente una entidad. Quienes no reconocen nuestro derecho a toda la patria, no reconocen nuestro derecho a ninguno de sus territorios. Nunca renunciaremos a nuestro derecho natural y eterno. Mantendremos la imagen de la liberación total. Mantendremos la imagen de la redención definitiva y la haremos realidad” Y más adelante: “Existe una norma histórica: si una línea pasa o ha sido trazada por alguien como separación entre un estado nacional y un país del pueblo, esta línea artificial tiene que desaparecer. Así ocurrió entre el 5 y el 11 de junio de 1967 (por la “Guerra de los seis días” preventiva, iniciada por Israel).
El cierre de Menachem Begin condensa en pocas líneas todo el historial y el sentido de las actitudes de los distintos turnos de gobierno israelí, sobre cualquier otro argumento y/o justificaciones: “A partir de entonces es nuestro deber, tanto de los padres como de los hijos, hacer todo lo posible para que la desaparecida línea artificial no se restablezca jamás. No podemos renunciar a nuestro derecho natural y eterno.”
Rebelión de sojuzgados.
Relata en su libro Menachen Begin la operación terrorista de los judíos de su núcleo operativo en contra de los ingleses con su cuartel general, en un ala del hotel King David en Jerusalén el 22 de julio de 1946. La explosión dejó 91 muertos.
Crimen notorio
Ya creado el estado de Israel por imperio de la resolución 181 de la ONU y luego de los enfrentamientos derivados de la proclamación de Israel el 14 de mayo de 1948 por parte de algunos países árabes vecinos, Naciones Unidas designa a los pocos días -20 de mayo de 1945. al conde sueco Folke Berdardotte como mediador. Fue asesinado con la conformidad del grupo Stern. Un futuro primer ministro de Israel, Yitzhak Shamir, formaba parte. Ese primer ministro que en la cumbre de Madrid (1991) por la cuestión Palestina se mantuvo en la posición “negociadora de “paz por paz” rechazando aquello de “paz por tierra”.
Irán y sus armas nucleares
En los acuerdos del 2015 entre los cinco integrantes permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, más Alemania, con la intervención nada menos que de la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA), con sede en Viena, se establecían modos y protocolos que aseguraban que Irán solamente utilizaría la energía nuclear para fines no bélicos. Cabe destacar que Irán firmó a su tiempo el TNP (Tratado de No Proliferación Nuclear). Israel, no. Trump en 2018 se borró y restableció las sanciones de EEUU. Irán respondió –lógicamente- con desobedecer sus obligaciones. Los demás países traicionados por EEUU siguieron esforzándose en convencer a Irán de continuar. Afortunadamente las gestiones del director general Rafael Rossi, argentino titular de OIEA, está dando resultados positivos, recuperando a Irán en su condición de país obligado por el nuevo formato de los 5+1 (ya reemplazado Trump por Biden).
El asesinato de científicos
Se duda poco sobre la autoría de Israel de el asesinato de cinco científicos nucleares iraníes, empeñados como están los gobiernos de la era Netanyahu, de extrema derecha, en destruir todo emprendimiento iraní que huela a nuclear. Ya ocurrió con la central nuclear en construcción, casi lista para operar en Osirak, Irak, con tecnología francesa. El gobierno de Israel dispuso su bombardeo con una escuadrilla de ocho aviones. Resultado; diez operarios iraquíes muertos, un ingeniero francés con igual mala suerte. Y la central destruida el 7 de junio de 1981. Datos de la realidad histórica.
Conclusión
Las probabilidades de dos estados, Israel y Palestina con fronteras internacionalmente reconocidas, es, ahora, casi imposible. Salvo que haya una cumbre –también casi imposible- con tres participantes, solo tres: Israel, Palestina y la ONU, y en un lugar neutral. Finalmente la respuesta de los comentaristas de mi columna del lunes último se convirtió en una “experiencia de campo”.