En septiembre del año pasado, una crónica de LA GACETA daba cuenta de un importante descubrimiento en Ibatín. Habían salido a la luz los cimientos de una casa, perteneciente -de acuerdo con los registros de la antigua San Miguel de Tucumán- a un vecino llamado Juan Rodríguez Florencio. Para concretar ese hallazgo, que puede apreciarse hoy en el predio ubicado en León Rougés, había trabajado un equipo encabezado por Florencia Borsella. En ese momento, la arqueóloga y docente de la Facultad de Ciencias Naturales de la UNT, ya tenía en la mira otro lugar preciso para excavar. Y no se equivocó, porque los restos de otra vivienda emergieron en Ibatín. Testimonio de aquella ciudad colonial que hace 337 años (cumplidos ayer) se trasladó al actual emplazamiento.
“Sabemos que esta era la casa de Nuño Rodríguez de Beltrán”, cuenta Borsella. Se trataba de un vecino muy importante de Ibatín, un encomendero con la suficiente riqueza como para disponer de esclavos africanos, padre de siete hijos. La ubicación de la vivienda certifica esa jerarquía, ya que está a espaldas de lo que era el Cabildo, frente a la Iglesia de La Merced, y a pocos metros de la plaza principal y de la Iglesia Matriz.
El predio que ocupaba Ibatín es hoy un museo a cielo abierto, dependiente del Ente Cultural y a cargo del arqueólogo Osvaldo Díaz. Allí desarrolla Borsella sus proyectos de investigación, los que van avanzando en la medida que aparecen los medios, el tiempo y el financiamiento, según detalla. Fue muy positiva -explica- la incorporación de un sistema de prospección geoeléctrica, servicio prestado por otro docente de Naturales, el geólogo Jorge García. “Esto nos permite bajar costos y ahorrar tiempo -dice Borsella-. El equipo permite medir la resistencia del suelo y estudiar el subsuelo sin la necesidad de hacer excavaciones. Y ayuda mucho más en sectores que están tapados por la selva”.
Iniciativas
Los hallazgos de Ibatín, como todos los que van concretándose en la geografía provincial, están sujetos a diferentes lecturas. De allí la creación de una unidad dedicada a estudiarlos desde el punto de vista de los tiempos históricos que representan. Nació entonces el Grupo de Arqueología Histórica de Tucumán (GAHT), codirigido por Borsella y Alexis Weber, y conformado -entre otros profesionales- por Eugenia Navarro y la museóloga Ana Oliva, integrante del staff de la Casa Histórica.
“Este Grupo nace porque creemos que no hay un marco institucional en Tucumán dedicado a estudiar la arqueología y la historia apoyándose más en la materialidad que en los documentos. Es una disciplina que viene creciendo e insertándose en la academia”, advierte Borsella. La pregunta surge obligada entonces: “¿la idea es que el GAHT llegue a convertirse en un instituto de investigación?” “Ojalá”, responde con una sonrisa.
Destaca Borsella (y no es casual) que algunos miembros del GAHT coinciden en un proyecto que en el Instituto Miguel Lillo dirige Daniela Miotti sobre turismo sustentable en Ibatín. Ese es el perfil de las tareas que desarrollan y que planifican de cara a lo que viene.