La derrota ante Dálmine en Campana dolió tanto que San Martín debía demostrarse a sí mismo que podía ser otro equipo. Aunque las ideas no sobraron, el equipo que conduce Pablo De Muner sacó adelante un partido complicado ante Almirante Brown, no tanto por las capacidades del rival sino más bien por tener que lidiar contra esos demonios internos que tanto le patearon en contra en las últimas fechas.
Sacarse la mochila era una misión innegociable para el “Santo”, si quería seguir en la pelea por el segundo puesto de la tabla, que tantas ventajas ofrece en el Reducido por el segundo ascenso.
Después de un comienzo errático, San Martín pudo acomodarse y, otra vez, con más voluntad que con juego, cerró un primer tiempo casi sin generar ocasiones de gol, pero sin pasar zozobra en el fondo. Con el resultado más o menos bajo control, el DT apostó de nuevo por Mauro Verón, que en la primera que tocó puso el 1 a 0 que sirvió para abrir el marcador y darle confianza, no sólo al delantero de 7 de Abril sino también al resto de los jugadores.
Es cierto que Almirante Brown salió a buscar el empate y que, al menos en una ocasión, estuvo cerca de lograrlo. Pero Nazareno Bazán le erró al arco.
Bajo esas condiciones, desde el banco, San Martín esta vez encontró el aire y las piernas necesarias para seguir asistiendo a Verón, que tuvo tres claras para volver a convertir. Desde allí se había sumado Cristian Llama, que transformó una pelota sucia en el 2 a 0. Partido terminado, desahogo y misión cumplida.
En medio de tantos altibajos, los tres puntos sirven para alcanzar a Instituto (juega hoy), pero también para empezar a curar las heridas, luego de una caída ominosa y de una semana explosiva. Ahora se viene una visita a Jujuy y el cierre ante Flandria, antes del Reducido, la llave para el último boleto para la Liga Profesional.