Carlitos Balá murió viernes a los 97 años tras sufrir y lo verlarán a partir de las 14.30 en la Legislatura porteña para que la gente pueda acercarse a darle el último adiós al animador infantil que trascendió generaciones en el país.
Argentina llora su ausencia física pero sabe que sus frases típicas quedarán para siempre en el recucerdo colectivo de quienes lo seguían y crecieron con él.
Durante su trayectoria, Carlitos Balá inmortalizó canciones y frases como “¿Qué gusto tiene la sal?” y “sumbudrule”, también personajes entrañables como el perro invisible Angueto (“Angueto quedate quieto”) y el recordado Chupetómetro, en el que los chicos dejaban su chupete.
El artista infantil marcó a generaciones enteras y hoy lo despedimos con un hasta siempre, con un gracias por su aporte a la cultura general y con el recuerdo de sus creaciones que seguirán vivas en el imaginario colectivo.
Cómo nació la frase "¿Qué gusto tiene la sal?": una marca registrada de Carlitos Balá
Si uno pregunta “¿Qué gusto tiene la sal?” inmediatamente aparece en la mente la cara de Carlitos Balá, el creador de esta frase a la su público contestaba: “Salaaaado”.
El propio humorista reveló que la idea nació en 1969, una tarde en la que estaba en Mar del Plata, cuando un niño lo miraba atento. Según su anécdota, él hacía como que no veía al pequeño y preguntó en voz alta, reiteradas veces, “¡El mar! ¿Qué gusto tendrá el mar?”.
El nene lo seguía observando en silencio y Balá seguía: “Ahhh, el mar tiene gusto a sal. Pero, ¿qué gusto tiene la sal?”. Y en ese momento el niño le contestó: “¡Pero, qué gusto va a tener la sal! ¡Salada!
Y de esa tarde tranquila en La Feliz nació un éxito que atravesó cuatro generaciones y hasta el día de hoy evoca al genio de Carlitos.
Otras frases inolvidables de Carlitos Balá
La marca registrada del humorista y actor argentino era el flequillo o corte de pelo con forma “taza” pero también sus ocurrencias hechas “frases celebérrimas” como “Ea-ea-ea pe-pé”.
Él exclamaba: “Y, dígame...” para que su gente soltara un “meeeee”, imitando el sonido de una oveja.
“Sumbudrule”, lo que varios conocía como Sucutrule, y al decirlo, inadvertidamente colocaba su mano por detrás de la nuca de sus oponentes como una araña, en señal de burla o disgusto, aunque sin posarla sobre su cabeza.
“El chupete es...”, soltaba y la gente respondía: “Feo”.
“¡Mirá cómo tiemblo!”, comentaba ante un enemigo que en realidad era temible, extendía sus brazos hacia adelante y agitaba sus manos como si fueran dos banderas agitadas fuertemente por el viento.
“¿Mamá, cuándo nos vamo’ ?”, entonaba vestido como niño, para así indicar que estaba aburrido.