A pesar de que en San Javier coinciden con que el puente de El Rulo estaba muy deteriorado, que es una obra que se necesita desde hace muchos años y que será muy positiva, las incertidumbres y los trastornos que avizoran en los próximos meses les hacen ver el vaso medio vacío. Saben que el corte que se realizará en la ruta N°338, a partir de octubre, les afectará notablemente en el día a día. Cambian sustancialmente los tiempos y las distancias el bajar por Villa Nougués o por Tapia. Celebran que se vaya a construir un nuevo puente, pero no la época. Temen que las obras se extiendan más allá de enero por las intensas lluvias de verano.
Una espesa niebla ocultó ayer la belleza de San Javier, no así la incertidumbre que cargan sus habitantes desde que supieron que, a partir del próximo mes y al menos hasta diciembre, habrá un corte total en el acceso más directo que tienen a Yerba Buena y a la Capital (hay 12 kilómetros desde El Cristo Bendicente hasta la rotonda del pie del cerro). Es un tema excluyente por estos días.
“Tenemos sensaciones de los dos lados”, comentó Solana. La joven, que estaba amasando tapas de empanadas para un reconocido restobar, hizo una pausa de sus tareas para hablar con LA GACETA. “Sabemos que, a la larga, es algo positivo y beneficioso. Pero también está el lado del día a día, y ahí es cuando uno reniega. Uno cree que no se pensó bien las fechas, porque se viene la época de lluvias”, manifestó.
La cocinera apuntó que la escuela de San Javier sólo tiene hasta tercer año y que los adolescentes continúan sus estudios en la Escuela de Comercio Miguel Lillo, en Yerba Buena. “Todos los días van y vienen. La Línea 118 es la única que tenemos. La ruta de Villa Nougués no está buena y por la de Tapia tardarían dos horas y media en llegar a la escuela”, planteó.
En el Centro Integrador Comunitario (CIC), Paola apuntó que, para ella, el mayor trastorno será enviar a sus hijos a la escuela. “Los que tienen la posibilidad o un lugar en Yerba Buena están pensando en mandar a vivir a sus hijos ahí esos meses y que suban los viernes. Son muchísimos los chicos que estudian en Yerba Buena, por suerte”, dijo. Respecto a la obra, señaló: “va a ser complicado, va a tomar su tiempo, pero no vamos a correr más riesgo”.
María, que también trabaja en el CIC, comentó que su hermana es universitaria y que tiene clases a las 7, en el centro. “Si debe ir por Tapia va a demorar un montón en colectivo. Ella está pensando en alquilar allá abajo”, apuntó.
Rutas alternativas
Un equipo de este diario subió a San Javier por Tapia, por las rutas 341 y 340. Son unos 70 kilómetros desde la plaza Independencia (ascender por la ruta 338 desde el mismo punto son unos 24 kilómetros). La mayoría del recorrido no tiene demarcación, ni horizontal ni vertical. Parte del asfalto está deteriorado, parece viejo. A la altura de Portezuelo, en una curva, falta contención de seguridad: se enterró una quincena de cubiertas de tractor a modo de “barrera”. El descenso se hizo por Villa Nougués (40 kilómetros hasta la plaza Independencia; unos 33 hasta el mástil de Yerba Buena). El camino se percibe irregular y maltratado, pero un poco mejorado. En sectores falta asfalto o hay musgo en la calzada.
Dudas y preocupación
Mercedes Quijón, representante de una empresa que ofrece volar en parapente, destacó que es necesario hacer un nuevo puente. “Estaba al límite”. Sin embargo, opinó que no era el momento y que va a lesionar al turismo. “Son épocas de lluvias. Esos cuatro meses de corte se van a extender muchísimo más, es obvio. Enero y febrero es nuestra temporada alta”, dijo. Opinó que, de ocurrir eso, mucha gente optará por ir a El Cadillal en vez de a San Javier.
Respecto a su actividad, Quijón marcó que desde el centro de aterrizaje de los vuelos a la cima ya tardan 40 minutos. “Por Villa Nougués va a ser una hora y media o más”, se quejó. A su vez, anheló que les puedan permitir subir hasta El Rulo y hacer allí un trasbordo a pie, como ocurre cuando hay un problema en la ruta. “Tenemos mucha incertidumbre”, insistió.
La comerciante Susana señaló que la obra del puente se debió iniciar en invierno, aprovechando la sequía. “Ahora va a tardar más. Aquí es muy llovedor (sic). La obra sí hace falta; en cualquier momento se puede venir abajo eso”, insistió. Su hija Carla, quien atiende un quiosco, se expresó muy preocupada por lo que pueda ocurrir durante el corte total. “Se tarda casi el doble para bajar por Villa Nougués. Lo único que le pido a dios es que no haya una urgencia”, rogó. Acotó que la medida afectará a su marido, quien ya no podrá bajar a diario para comprar pan para revender. “El Rulo es muy húmedo; ahí nunca da el sol. Si tienen un estimativo de cuatro meses, van a ser seis. En cualquier época del año nos perjudica el corte”, sintetizó.
A bordo de una camioneta, José sube día por medio para vender verduras de modo ambulante. “Cuando corten el camino todo va a quedar a contramano. En octubre ya hay mal tiempo. Las tormentas van a ser un enemigo primordial de la obra”, arriesgó.
Un grupo de obreros de la Capital que trabaja a diario en el cerro también se expresó preocupado por cómo harán para subir cuando se corte el tránsito. “Esto no estaba en nuestro planes, vamos a tener que negociar eso. Pero era necesaria la obra del puente, comentó Fabián.
Transporte, bajo análisis: la ruta por Villa Nougués es poco probable
La Línea 118 es la única que llega a la cima de San Javier. El boleto al centro vale $240. Fuentes de la empresa indicaron que aún no se definió cuál será el recorrido que tendrá el servicio a partir del corte de la ruta 338. De todos modos, dejaron entrever que el camino por Tapia es el más potable. “El camino de Villa Nougués es inviable; es un diseño viejo, con curvas y contracurvas. Representa un riesgo”, dijeron. Y añadieron: “queremos que se haga bien, rápido y seguro”.