El potente encuentro artístico de padre e hijo

El potente encuentro artístico de padre e hijo

El libro “Alavez. Antología intervenida” propone el diálogo entre los Dumit: las pinturas de Ernesto, fallecido hace casi 15 años, y la intensa obra poética de Pablo.

REPRODUCCIONES. Algunas de las obras de Ernesto Dumit incluidas en el libro que se presentará esta noche en el Centro Cultural Virla. Abajo, a la derecha, una foto de Ernesto y Pablo, que también forma parte de la edición. REPRODUCCIONES. Algunas de las obras de Ernesto Dumit incluidas en el libro que se presentará esta noche en el Centro Cultural Virla. Abajo, a la derecha, una foto de Ernesto y Pablo, que también forma parte de la edición.

El padre pintor y el hijo poeta se encuentran, a la vuelta de los años, en el más amigable de los territorios: las páginas de un libro. Esa es la propuesta de “Alavez. Antología reunida”. Allí dialogan los poemas de Pablo Dumit con una selección de 36 obras de su padre, Ernesto, fielmente reproducidas gracias a la calidad de la impresión de este volumen, coeditado por el sello de la Universidad Nacional de Avelllaneda (UNDAV) y por la Editorial de la Universidad Nacional de Tucumán (Edunt).

El mes próximo se cumplirán 15 años de la muerte de Ernesto Dumit. El libro actualiza su legado, pero en un contexto tan particular como este cruce con la poesía de su hijo, una antología que repasa más de tres décadas de carrera. De todos estos temas habló Pablo en la entrevista.

El potente encuentro artístico de padre e hijo

- Hay poemas que se remiten a más de 30 años atrás. ¿Cómo fue el proceso de selección del material? ¿Qué criterios adoptaste?

- En la selección es posible advertir la idea de mostrar un trayecto a partir de poemas que aún hoy siguen sonando en mí, más allá de las formas, experiencias y coyunturas, permitiendo que queden expuestos los cambios expresivos, evoluciones y rupturas entre las sucesivas etapas.

- Al releer tu obra en el proceso de “antologizar”, ¿qué sensaciones fuiste experimentando?

- Fue un trabajo que, a priori, iba a ser una selección casi mecánica de textos y me sorprendió con un proceso de introspección reflexiva en la que pude identificar elementos que iban conformando la voz de esos poemas y al mismo tiempo revisar la vida.

- ¿En qué se parecen y en qué se diferencian el poeta de principios de los años 90 con el de hoy?

- Se parecen y se diferencian en las mismas cosas, porque aun en la diferencia creo que hay un parecido. El de hoy es quizá menos frondoso, deja pasar más aire entre los versos, es más suelto y menos vehemente. Siento que hoy saboreo y disfruto más de un verso simple y preciso y que en aquellos intentos iniciales era más propenso al conjunto de versos, al mensaje, a intentar dejar en claro un pensamiento y eso era quizá también una atadura, una rigidez. Hoy prefiero pinceladas sencillas y no por eso menos certeras.

El potente encuentro artístico de padre e hijo

- ¿Cuál es el concepto de “antología intervenida”, con el que se presenta el libro?

- El primer elemento respecto de esto es la intervención como autor en la manera de presentar los poemas correspondientes a los primeros libros, tal cual es la manera en la que están presentados en los últimos. Consiste en la eliminación de signos de puntuación y mayúsculas, librando la propuesta de entonación del poema a la posición de los versos y al uso de barritas iniciales y finales, agregando -como un juego- el guiño de las cursivas allí donde será notorio que algo no está escrito como se espera, donde hay un modismo o un uso personal. Todo esto a la manera de un juego, quizá con el propósito de simplificar el “trazo” en mi escritura. El otro elemento es la intervención que puede esperarse de una obra en otra al cruzarse.

- El libro propone un diálogo entre la obra de padre e hijo. ¿Tiene que ver con la relación que mantuviste con Ernesto o es sólo un criterio estético?

- Esa “conversación” entre las obras, que el editor, Carlos Zelarayán, quiso señalar en su propuesta inicial, yo la adopté de manera natural porque siempre tuve incorporado que mi vida y mi escritura estaban y estarían atravesadas por la obra de mi padre. Yo crecí rodeado por todo aquello viendo manifestarse el diario vivir en el universo simbólico de su pintura.

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- En octubre se cumplen 15 años de la muerte de Ernesto. ¿Cómo lo recordás hoy? ¿Qué te representa?

- En la medida que fui andando, pude ir integrando dentro de mí -de manera amorosa- al padre con el artista. Quizá porque a fuerza de mirar pude entender de manera definitiva que su pintura era su vida y que lo que de él quedara y permaneciera en el tiempo tendría esa unidad como fortaleza, como sesgo.

- ¿Qué lugar crees que ocupa Ernesto en el mapa del arte tucumano del siglo XX?

- El lugar que como espectadores y como sociedades sepamos darle a un artista que creó mundos propios sin ser ajeno a su tiempo y a su región, con una pintura inagotable.

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