La interna había sido feroz. Hace un año, Juan Manzur y Osvaldo Jaldo no compartían ni una taza de café, menos un diálogo directo, como había sucedido hasta marzo de 2021, cuando el gobernador y el vicegobernador chocaron no sólo por la designación del Defensor del Pueblo, sino también por las intenciones de sucesión del tranqueño que lo llevaron a conformar una lista (Peronismo Verdadero) para participar contra la nómina manzurista de Lealtad Peronista en las PASO. En esas primarias, el Frente de Todos se llevó casi la mitad de los votos en su conjunto, pero la grieta entre la fórmula gubernamental no había cerrado. Hace un año, tras aquella victoria, el presidente, Alberto Fernández, creyó que, para dar muestra de federalismo y oxigenar su gestión, debía convocar a Manzur como jefe de Gabinete de la Nación. Las diferencias persistían, a tal punto que la Casa Rosada le ofreció a Jaldo llegar al directorio del Banco Nación o a la Secretaría de Provincias del Ministerio del Interior con la intención de que el vicegobernador no asuma el interinato. El propio jefe de Estado, el entonces titular de Diputados, hoy ministro de Economía de la Nación, Sergio Massa, y el senador cristinista Oscar Parrilli, dialogaron con el presidente de la Legislatura para convencerlo de que había que bajar los decibeles. Fue un domingo de arduas negociaciones. Y un lunes cuando Manzur le dijo sí a Alberto Fernández y aceptó que su compañero de fórmula lo sucediera transitoriamente. El interinato de Jaldo en el Poder Ejecutivo cumplirá este martes un año, el mismo tiempo que Manzur se hizo cargo de la Jefatura de Gabinete.
La concordia reina en el Frente de Todos. El gobernador en uso de licencia y el vicegobernador han reconstruido la relación. Lo dice uno y lo repite el otro. Jaldo está lanzado a competir para llegar a la gobernación a través del voto. Manzur abrió un abanico de opciones acerca de su futuro político ante la inminencia de un año electoral. Insiste que, hasta que se definan las candidaturas, mucha agua correrá bajo el puente. Pero no deja de recitar que el oficialismo debe llegar unido a 2023, bajo la conducción institucional y política de Jaldo, hoy gobernador. Ambos miran las encuestas. Algunas le indican que la oposición está a 10 puntos de diferencia del oficialismo, en tanto y en cuanto llegue unida a las elecciones que, por ahora, se harán en junio del año que viene.
“La relación que tenemos con Manzur es madura y, gracias a eso, los que se benefician son los tucumanos y las tucumanas. Él es el gobernador electo y hoy ocupa uno de los cargos más importantes en la Nación. A mi me ha tocado reemplazarlo interinamente”, reconoce Jaldo en una charla con LA GACETA. Dice que no le desvela si mañana, el mes que viene o el año próximo Manzur decide regresar al cargo. “Será una decisión que aceptaré y que acompañaré. Hoy ejerzo el 100% de las facultades constitucionales asignadas a un gobernador”, expresa. Jaldo anticipa que le sacará el freno de mano para reclamar más acción al gabinete local. Cree que es necesario apuntalar la gestión a nueve meses del próximo turno electoral.
¿Se siente el candidato natural a la sucesión en el Gobierno?, se le consulta. “No me siento el candidato natural, pero tengo un historial dentro del PJ, una trayectoria y una gestión que me da la expectativa, como a cualquier peronista, de ser acompañado por la voluntad popular para ocupar el máximo cargo provincial”, contesta.
El vicegobernador en ejercicio del Ejecutivo reconoce que hubo luces y sombras en este año de gestión. Remarca que, en materia de seguridad, se ha dotado a la fuerza de mayores instrumentos para combatir el delito, además de robustecer la política carcelaria. “Después de 100 años habrá una nueva cárcel y dos alcaidías. La seguridad inquieta a la sociedad y hay que darle respuestas, como la lucha contra el narcotráfico y el narcomenudeo”, acota. De hecho, en los últimos días, ha instruido a la cúpula policial a que accione contra todos aquellos que resulten involucrados en este tipo de delitos, “sin importar de quién o quiénes se traten”. Potencia las acciones en materia educativa, no sólo desde el punto de vista pedagógico, sino también en materia de mejoramiento de la infraestructura escolar. En salud, Jaldo destaca que se consolidó el sistema provincial, no sólo por la prueba de fuego que significó la pandemia de la Covid-19, sino también para identificar la bacteria que puso en vilo a la sociedad toda y a la comunidad científica, en particular. “Este Gobierno se caracterizó por el diálogo con el sector privado para la defensa de las economías regionales frente a una crisis global sin precedentes”, resalta el gobernador interino. Reconoce que tuvo pocas herramientas para solucionar los problemas que ocasiona la falta de dólares y, en general, la inflación. “Pese a eso, gobernamos y podemos decir que hoy hay paz social, con un gobierno que dialoga con todos los sectores y que trata de llevar soluciones en las medidas de sus posibilidades”, puntualiza.
La oposición, sin embargo, observa que, a pesar de tener una impronta distinta de Manzur, Jaldo es más de lo mismo y tan responsable de las “políticas erráticas que no hicieron más que incrementar los índices de pobreza y de indigencia”. Para ellos también hubo una respuesta de la Casa de Gobierno. Jaldo afirma que, pese a las diferencias ideológicas, la actual gestión mantiene una relación normal con la oposición, mejor que la que había entre 2015 y 2019. “Venía un presidente como Mauricio Macri que, además de no saludar a las autoridades locales, no traía nada para Tucumán. Lo normal es que el Gobierno provincial atiende a los municipios de Juntos por el Cambio sin discriminarlos. Pasa con Yerba Buena, con Bella Vista y Concepción. También con la Capital, a la que Manzur le ha dado una refinanciación a 20 años de su deuda, le ha destrabado las obras para embellecer la plaza Independencia y hasta le gestionó aportes financieros”, enumera el vicegobernador. Y continúa sus críticas contra una franja de la oposición. “Algunos no acompañan institucionalmente y se dedican a sacarse fotos personales y grupales, con perfil izquierdo y otros derecho; se han vuelto fotogénicos que no pueden mostrar más gestión que sacarse fotos aquí o en la Ciudad de Buenos Aires, lejos de los problemas reales de la gente”, embiste Jaldo.
La foto y la película
Raúl Pellegrini, legislador del alfarista Partido de la Justicia Social, dice que Jaldo prefiere mirar la foto y no la película. Le invita a que observe, por ejemplo, lo que hicieron Jujuy, Salta o Santiago del Estero, “que definieron líneas estratégicas y sus gobernantes definieron un norte hacia donde quieren llevar a cada una de esas provincias”. En ese aspecto, advierte que Tucumán no tiene un modelo de provincia ni un plan estratégico que, al menos, le permita recuperar parte el terreno perdido a un distrito que siempre ha sido el eje del NOA. “Se limitan a gestionar fondos en Buenos Aires y no lo van a cambiar porque así les va bien a ellos, pero mal a la gente, por un manejo discrecional de los fondos, basado en aportes no reintegrables y planes sólo para ganar elecciones”, expresa. “Le sugeriría a Jaldo que visite menos a Manzur y vaya a ver qué hacen las provincias vecinas, que tienen estrategias de crecimiento y no sólo miran lo electoral”, acota. Su par de bloque, Raúl Albarracín, apunta que, si bien Jaldo le puso una impronta personal al año de gestión que lleva en el Ejecutivo, no es distinta a la de Manzur “porque son dos caras de una misma moneda”. “Los problemas estructurales de Tucumán se han mantenido y la responsabilidad es de quienes gobiernan. La oposición le ha brindado las herramientas que necesitaba el Ejecutivo para gestionar, como la ley de narcomenudeo”, considera.
Ricardo Bussi, legislador y presidente de Fuerza Republicana (FR), opina que, en el último año, nada ha cambiado en la provincia. “Los problemas, al no resolverse, se acrecientan. No veo ningún cambio, sino un deterioro progresivo y cada vez estamos peor, porque ni Manzur ni Jaldo han logrado resolver cuestiones vinculadas con la seguridad, la educación, la justicia y la obra pública”, enumera. Paralelamente, observa Bussi, el actual Gobierno no ha recreado las condiciones para generar más empleo. “Para que haya un cambio verdadero, hay que modificar el signo político porque el peronismo siempre es el camino equivocado y esperamos que el tiempo pase rápidamente para que dejen de hacer tanto daño a la provincia”, agrega.
Federico Masso, legislador de Libres del Sur, reconoce que Jaldo le ha dado otra dinámica al Poder Ejecutivo en estos últimos 12 meses. Ejemplifica con la actitud que el vicegobernador en ejercicio del Poder Ejecutivo asumió cuando algunos funcionarios no entendieron el difícil momento socioeconómico que vive la población e hicieron ostentaciones en medio de la crisis. “Puedo decir que ha ordenado las cosas, entre comillas, en varios ministerios. No obstante, aún le falta políticas públicas más firmes en materia de seguridad, salud, educación y desarrollo social, que tengan la profundidad de cambiar la situación que estamos padeciendo”, manifiesta. “El problema no es sólo la inseguridad, por la falta de presencia de uniformados en las calles tucumanas, sino también los hechos de corrupción dentro de la fuerza. Por el lado del narcomenudeo, se requieren políticas que no sólo tiendan a golpear la distribución y la venta de esos productos, sino también a identificar otras sustancias que han aparecido y que han causado y siguen causando consecuencias muy duras entre los jóvenes y los adolescentes”, señala el legislador.
Masso sugiere al gobernador interino que, a un mes de presentarse el proyecto de Presupuesto Provincial 2023 en la Legislatura, se genere el financiamiento necesario para que las distintas áreas de Gobierno se concentren en lo más urgente, en la protección social de los sectores sociales más vulnerables, en un plan para reducir la presión impositiva que agobia a las pequeñas y a las medianas industrias o buscar estrategias que signifiquen una recomposición del poder adquisitivo de la sociedad en medio de un contexto inflacionario, que no hace más que llevar a más familias hacia la pobreza y hacia la indigencia.