El parque de Santa Ana, el sueño de una adolescente que sucumbe ante el abandono

Árboles secos, muchos otros en vía de extinguirse, animales sueltos, el lago desaparecido, motociclistas que hicieron del lugar un circuito de paseo, construcciones de particulares dentro del predio y montañas de basura. Este el triste paisaje que exhibe el Parque de Santa Ana, declarado patrimonio histórico y cultural de la provincia.

El lugar es uno de los valiosos espacios verdes que dispone el sur tucumano y que, de acuerdo a la Fundación Forestar de Concepción, “está condenado a desaparecer por la desidia de las autoridades responsables”. La realidad así lo demuestra. “Chau Parque de Santa Ana” dice un documento que hizo público la entidad, presidida por Rubén Bulacio, y en el que se denuncia que, pese al esfuerzo que viene realizando desde el 2018 con la Escuela Agrotécnica Juan Mantovani, a fin de proteger y revalorizar ese espacio de dos hectáreas, todo quedó en la nada. La despedida tiene un doble mensaje: el adiós de la Fundación a los intentos que venía realizando por proteger el paseo, ante la falta de apoyo de las autoridades, y el otro destinado al parque en vías de desaparecer a causa de su abandono.

Según Forestar, en los últimos años elaboró documentos, folleterías, cartelerías, brindó charlas, hizo un relevamiento con diagnóstico y un proyecto que denominó “Salvemos el Parque”. Además oficializó un logo para darle identidad. Esa documentación, se aseguró, fue entregada al comisionado comunal Diego Reales, a la comisión de Medio Ambiente de la Legislatura y a Patrimonio del Ente Cultural. Pero nunca fue puesta en práctica.

Puntos clave

“A lo largo de estos cinco años, siempre intentamos con buena predisposición tener una reunión con el comisionado comunal para poder accionar el proyecto, pero nos resultó imposible. Remitimos notas, pedidos solicitando audiencia y nada. Tratamos de firmar un convenio de colaboración y tampoco se pudo lograr esto. Se transformó en una misión imposible encontrar, hablar o que nos conteste Reales” advirtió la Fundación. Por esta razón Forestar decidió abandonar por ahora el objetivo de salvar al Parque hasta tanto –según dijo- asuma en la comuna “una autoridad sensible a los intereses del pueblo”, advirtió. “Solos no podemos hacer nada.

La documentación entregada al comisionado comunal, a la Legislatura y a Patrimonio fue elaborada por profesionales que definieron ochos puntos de acción acerca de lo que hay que hacer para evitar que el Parque desaparezca. Entre estos figuran la urgencia de evitar que se siga haciendo fuego en el interior, de no permitir el ingreso de motos y otros vehículos y la de frenar las construcciones de particulares” explicó Bulacio. También el estudio tenía establecido los árboles que debían ser podados. Algunos, por falta de este trabajo, se desplomaron. “Es un hecho trágico el abandono. Y todo por la inacción de un funcionario que debería contribuir a la preservación de un recurso cultural y turístico valiosísimo”, añadió el dirigente.

La repuesta oficial

“Lo que quiere Forestar es que la comuna intervenga en el Parque con podas, extracciones de árboles y otros trabajos que deben ser autorizados por Patrimonio Cultural. La comuna no puede hacer nada sin la intervención de la provincia”, se defendió Reales. Dijo que procura evitar lo que sucedió con la intervención de la Plaza Bernabé Aráoz de Monteros. Ahí se comenzaron trabajos que ahora tienen que ser revisados al no haber tenido en un principio autorización del Ente de Cultura. “El tema del Parque ya viene siendo planteado ante Patrimonio hace tiempo. Este lunes (por mañana) nos vamos a reunir con el ministro del Interior Miguel Acevedo con el propósito de definir con el Ente Cultural acciones concretas para recuperarlo”, adelantó el funcionario. “Una de las ideas es enrejar los alrededores del Parque para evitar el ingreso de vehículos y disponer de personal para su cuidado permanente”, apuntó.

Preocupación vecinal

Algunos vecinos también lamentan la triste realidad del Parque, que fue creado hace 120 años por el paisajista francés Carlos Thays. La obra le fue encargada por el entonces propietario del ingenio local, Clodomiro Hileret.

El paseo, que en un principio tenía ocho hectáreas, tiene las características de jardín paisajista del siglo XVIII y XIX. La historia dice que este atractivo sitio, que dispone de especies arbóreas exóticas traídas de la India y Francia, es producto de un sueño de María Luisa, la única mujer de los tres hijos de don Clodomiro.

“Esto los fines de semanas se transforma en un espacio de beberajes, peleas, alborotos y música con alto volumen. Es una pena ver como de a poco los árboles desaparecen y nadie hace nada por conservar este lugar”, expresó Antonia Juárez. “El lago desapareció, la pérgola sobrevive sin mantenimiento y poco o nada va quedando de este lugar que disfrutamos en nuestra infancia. Parece que esto va a correr el mismo destino de la estructura del ingenio, que terminó saqueada”, advirtió José Pérez.

El Parque de Santa Ana, ubicado en el corazón del pueblo, no tiene mucho tiempo para ser salvado. La gente del lugar lo sabe. La burocracia, otra vez, está a punto de ganarle a los sueños.