El silencio nos eleva, el ruido nos sume en lo infernal, suelen decir los chinos. Algunas sociedades europeas, como la suiza, tienen leyes muy severas contra los ruidos molestos. Sus habitantes han hecho de la tranquilidad y la calma un método natural de sus vidas: calles transitadas por tranvías que circulan en forma casi imperceptible y un evidente orden en la vía pública sorprenden enseguida al visitante. Pero es en los aeropuertos donde el tratamiento contra el ruido se hace más notorio. Aviones con turbinas silenciosas y edificios con vidriados especiales transforman esos espacios en ambientes confortables. Por cierto los tucumanos estamos muy lejos de esa realidad. Los bocinazos, los gritos de los vendedores callejeros, los caños de escape libres de autos y motocicletas, la música a alto volumen, las obras en construcción, forman parte de nuestra vida cotidiana y se han naturalizado.
Por las facilidades que se otorgan para adquirirlas, por lo económicas y por su proliferación masiva, se han convertido en protagonistas de las calles, tanto que Tucumán corre el riesgo de convertirse en algún momento no muy lejano en el “Jardín de las motocicletas”. Sus conductores ocupan los primeros lugares en las transgresiones y en los accidentes viales. En una reciente nota, nos referimos al calvario de los habitantes de Lomas de Tafí que soportan los miércoles, los viernes y los fines de semana, el ruido ensordecedor de los motores y escapes de las motocicletas, que han convertido a la avenida Raúl Alfonsín en el escenario de las picadas.
En opinión de un experto en seguridad vial y vecino de ese populoso barrio que depende de la Municipalidad de Tafí Viejo, al conductor de un vehículo con el caño de escape libre no le importa producir ruidos molestos, conduce de forma temeraria, e infringe las normas sobre velocidades máximas y conducción arriesgada. “En estos rodados, en su mayoría modificados para picadas, se lanzan a la calle sin casco, sin espejos retrovisores, sin luces y muchas veces sin los frenos funcionando al 100%”, afirmó.
Comentó que para que las motos sean más livianas y alcancen mayor velocidad, les sacan piezas, por ejemplo, los espejos retrovisores y guardabarros, les modifican el sistema de carburación, les acortan los amortiguadores y les cambian los manubrios y los asientos para mayor comodidad del conductor. La alteración del caño de escape tiene que ver con los ruidos, de ese modo, generan lo que se denomina “tirar cortes”, especie de explosiones.
Según el especialista, es necesario ampliar los mecanismos de control, que este se realice en los deliveries y cadeterías, donde hay muchas motos que se usan con caños de escape modificados. Por ejemplo, en San Miguel de Tucumán, el artículo 297 del Código de Tránsito establece que las carreras en la vía pública están prohibidas y se las considera una falta grave. La disposición contempla penas que van desde el secuestro del vehículo por 60 días, la suspensión del carnet y multas. En la ley nacional 24.449, modificada en 2008, se indica que se reprimirá con prisión de seis meses a tres años, e inhabilitación especial para conducir por el doble del tiempo que dure la condena, a quienes pongan en riesgo la vida o integridad física de personas por realizar picadas en la vía pública, sin autorización de autoridad competente.
La Organización Mundial de la Salud señala que el ruido puede producir cefalea, dificultad para la comunicación oral, disminución de la capacidad auditiva, perturbación del sueño y descanso, estrés, neurosis, depresión, molestias como zumbidos y tinnitus, en forma continua o intermitente, disfunción sexual, entre otras cosas.
Estas transgresiones crónicas, que afectan la salud de la sociedad y ponen en riesgo la vida del prójimo, deben ser combatidas con educación, con la aplicación a rajatabla de la ley 24.449, y que se contemplen además multas pecuniarias onerosas, que desalienten a los infractores.