Por Ricardo Reinoso
17 Septiembre 2022
SONIDO CONTUNDENTE. Nagual cultiva un estilo rockero que está influenciado por La Renga y Almafuerte. FOTO DE SILVIO CORNEJO
Para los integrantes de la banda Nagual, que tocará hoy a las 21 en el Club Floresta (avenida Colón 471), el rock tiene una filosofía ligada al lugar de pertenencia. En este caso, el barrio porteño de Mataderos, donde nació el grupo hace 21 años. La velada será compartida con CTM, la banda del Tano Marciello, que integró de la disuelta Almafuerte. Ahora harán temas de su propio repertorio.
Participarán, además, los grupos tucumanos Traidores No y Delirados.
Hoy, con su sexto disco en camino, los músicos de Nagual harán un recorrido por los mejores temas de su historia, como “El whisky y la luna”, “Voces”, “Felicidad” o “Whipala”. Esta última es la que suele sonar al cerrar los shows y fue compuesta en Jujuy. Su letra habla del carnaval y del sentimiento de unión que produce entre quienes viven esa fiesta: “Mismo para mí, mismo para tí/ Mismo es el color, mismo el sentir/ Misma fue la traición, misma fue la ambición/ Pero no terminó con lo que siempre fue”.
Ciriaco Viera, el cantante y compositor de Nagual, le contó a LA GACETA que ya grabaron tres canciones del que va a ser su sexto disco y están maqueteando el resto para continuar. En YouTube está disponible el tema “Libres”, que nació durante el viaje que hizo el grupo para participar del Cosquín Rock.
Una niñez trashumante
Viera comentó que actualmente ya no vive en Mataderos, pero está cerca, apenas a unas 20 cuadras.
“Es el barrio donde yo viví mi adolescencia. Pero durante mi infancia he vivido en diferentes lugares que nada tienen que ver con la ciudad: Mar del Tuyú, Chubut, Uruguay, Córdoba -enumeró-. Al momento de hacer música, al haber conocido tantas personas, todas esas cosas van influyendo, obviamente”.
- ¿Cómo nació la banda?
- Fue bastante particular, porque yo nunca había cantado en una banda. En Mataderos había una pizzería donde nos juntábamos antes de salir a la noche. Pero los que finalmente integraron el grupo no eran amigos míos. La armé con el dueño de la pizzería, que terminó siendo el baterista, y con otras personas, amigos de él, que eran 10 o 12 años más grandes que yo. Después se sumaron amigos que ya tocaban en otros grupos.
- ¿Cuáles fueron tus referentes musicales?
- En ese momento eran Los Héroes del Silencio, un grupo de España, que fue por el que me dieron ganas de hacer música. Después, Almafuerte, que es una banda de la que me gustaban mucho las letras de Ricardo Iorio. Había sacado “Mundo guanaco”, hacía muy poquito, el primer disco de Almafuerte, y las letras son increíbles.
- ¿Fue muy duro el período de la pandemia?
- Sí. Muchas bandas que nosotros conocíamos se tuvieron que disolver. También centros culturales, lugares donde tocaban bandas de rock. La pandemia generó muchos problemas en todo sentido, pero la parte cultural fue la más afectada.
- ¿En tus letras buscas transmitir un mensaje?
- Busco que el mensaje me llegue a mí. Es como una especie de autoayuda hacia la felicidad o para comprender cosas. La música a mí siempre me representó un poco eso. Cuando escucho una canción me pregunto cómo me puede conmover algo tanto, a veces más que la palabra de alguien. La palabra con la música tienen un poder especial. A mí me funcionó siempre y cuando me toca componer trato de que me suceda lo mismo, de que eso me conmueva. Que me alegre o me entristezca si es que la historia lo requiere. Siempre pienso que somos todos seres diferentes y que cada persona tiene un efecto distinto. Una canción que a mí me genera algo, a otra persona le genera otra cosa totalmente distinta, por cómo vivió. Eso creo que es lo mágico. Pero cuando una canción que estoy componiendo me conmueve a mí, siento que ya la puedo soltar, la puedo grabar y ya dejó de ser mía.
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