Cris Miró, la primera vedette trans de la Argentina, tendrá su propia biopic. Se trata de una producción de Nativa Contenidos & EO Media, creada por Martín Vatenberg, que está basada en el libro de Carlos Sanzol.
En las redes sociales, a través de la cuenta @crismiro.hembra empezaron a promocionar la realización de un casting para buscar a la persona que interpretará a la actriz. Quienes desean participar deben mandar sus fotos y currículum por correo a [email protected].
La serie recreará la vida de Cris Miró, quien nació el 19 de septiembre de 1968, con el nombre de Gerardo Elías. Su padre, Esteban Virgues, y su madre la mandaron a una escuela mixta que estaba enfrente de su casa, en el barrio de Belgrano. Pero cuando llegó al secundario, ingresó a un colegio al que sólo concurrían varones. Ya era toda una adolescente y fue por ese entonces que conoció a su primer amor: un chico alto, rubio y con buen físico, un año más grande que ella.
Su historia, que repasó Infobae, no fue fácil. Una tarde, su padre -oficial de la Armada- le preguntó qué le pasaba. A pesar de los temores de sus 16 años, le respondió con total sinceridad, contándole lo que sentía y lo que quería para su vida. Su papá, conmocionado por la noticia, sólo atinó a darle un abrazo, y le prometió que siempre la respetaría.
Con el paso del tiempo, Gerardo empezaba a desaparecer y Cris Miró empezaba a surgir. Años después, cuando su padre estaba a punto de morir y ella ya era una de las vedettes principales del teatro Maipo, volvieron a abrazarse. Esa vez fue el papá de la actriz y bailarina quien le pidió que cumpliera con una promesa: nunca faltaría al teatro.
En 1993, Juanito Belmonte la descubrió en un cóctel. Dos años tardó en saltar a la fama. En 1995, su espectacular figura y sus enormes ojos verdes, la llevaron a consagrarse como La Vedette del Año. Aunque lo suyo era el perfil bajo, las polémicas no tardaron en explotar. Era el costo que debía pagar por abrir una senda.
Figura emblemática de los años 90, prácticamente no pudo disfrutar de esa apertura que había logrado. Tan sólo cuatro años después de haber llegado a la fama, y con apenas 33 años, Cris Miró murió, envuelta en el más profundo de los misterios y en el más absoluto de los silencios.
El jueves 20 de mayo de 1999 la primera trans en triunfar en nuestro país entró caminando al sanatorio Santa Isabel, del barrio de Caballito. Era su tercera internación en menos de seis meses y casi no podía hablar. Tenía fiebre, alergia y fuertes dolores en el pecho. A pesar de haber entrado a la clínica por sus propios medios, estaba débil, había perdido varios kilos y su contundente 1.85 de estatura se notaba más demacrado que nunca.
Miró quedó internada bajo estrictas medidas de asepsia debido al bajo nivel de sus defensas. Sólo su madre, Hilda de Virgues, podía visitarla, pero antes de ingresar a la habitación debía ponerse un ambo y barbijo. En 1997, cuando se encontraba en la cúspide de su carrera una internación en el Hospital Fernández -donde trabajaba su hermano mayor, Esteban- provocó la primera gran preocupación.
En aquellos días, familiares y amigos de la actriz y bailarina dejaron trascender que la travesti había sufrido una afección pulmonar. Sin embargo, fuentes extraoficiales indicaron que un análisis de HIV le había dado positivo. Lo cierto es que desde aquel momento su vida alternó entre actuaciones y visitas a los médicos.
En septiembre de 1998, debió someterse a una larga serie de análisis. Según ella, había consumido agua contaminada, lo que le provocó una intoxicación que le afectaba los glóbulos rojos y le consumía las energías. Por primera vez la chica trans se atrevía a hablar sobre las versiones de su enfermedad, pero fue terminante: “No inventen más, no tengo Sida”, dijo.
El jueves 20 de mayo de 1999 la vida de la actriz entró en un cono de sombras: postrada en la cama de una habitación privada, pasó sus últimos días en compañía de su madre. El jueves 27 todos intuyeron que su vida estaba cerca del final: le habían bajado demasiado las plaquetas y un cáncer linfático comenzaba a hacer estragos.
Esa noche tuvieron que realizarle una transfusión de sangre y el sábado 29, otra más de urgencia. 48 horas después, el lunes 31 de mayo, tal vez como último deseo, con el hilo de voz que le quedaba, pidió que le sacaran el suero para poder descansar en paz. A la mañana siguiente, el martes 1 de junio de 1999, Cris Miró entró en estado de coma irreversible. A las 2.10 de la tarde su corazón no aguantó más tanto sufrimiento y dejó de latir.