
Ninguna otra actriz griega tuvo la trayectoria y el predicamento en el cine internacional que alcanzó Irene Papas. Dueña de una firme mirada, la protagonista de “Zorba el griego”, la política “Z” y la bélica “Los cañones de Navarone” (entre decenas de títulos más) falleció ayer, 11 días después de haber cumplido 96 años, según anunció la ministra de Cultura Lina Mendoni, quien dijo que la estrella “majestuosa y dinámica, era la personificación de la belleza griega en las pantallas de cine y en el escenario, una estrella internacional que irradiaba griego con la fuerza de su talento y el encanto de su personalidad”.
Si bien no trascendió el motivo de su fallecimiento, se supo que su salud era frágil desde hacía tiempo y que padecía alzheimer. En sus seis décadas de carrera frente a las cámaras, compartió cartel con figuras de Hollywood como Anthony Quinn, Richard Burton, Kirk Douglas, James Cagney y Jon Voigt y fue pareja de Marlon Brando, el gran amor de su vida.
Papas nació en 1926 en una aldea cerca de Corinto, pero se mudó a Atenas cuando aún era una niña. Su padre era profesor de teatro clásico, y su madre, maestra de escuela que le narraba cuentos y fábulas, por lo que fue natural que a los 15 años comenzase su carrera artística (aparte de la actuación, fue cantante y bailarina) hasta que a mediados del siglo pasado deslumbró como protagonista de grandes clásicos en el Teatro Nacional de Grecia y desde su país saltó al cine internacional con producciones de capitales estadounidenses y europeos.
En 1967 se exilió en Italia en repudio a la dictadura militar que tomó el poder de su país y no regresó hasta el restablecimiento de la democracia en 1974, alternando entre Roma y Nueva York. En el exterior colaboró con su compatriota Costas Gavras en películas que denunciaban los autoritarismos de derecha; y también encabezó elencos en filmes más livianos dirigidos por Franco Zeffirelli y Franco Rossi. Su última aparición en pantalla fue en “Un cuadro que habla”, de Manoel de Oliveira, en 2003, junto a Catherine Deneuve y John Malkovich; y al año siguiente debutó en la dirección de películas con su versión del “Hécuba”, de Eurípides. Además, editó discos con temas de Mikis Theodorakis y de Vangelis. Pero fue en el teatro donde su presencia se lucía especialmente, por lo que se refugió en este género tras dejar el cine.
Entre los reconocimientos que recibió figuran la estatuilla a mejor actriz en el Festival de Berlín en la década del 60 y el León de Oro en Venecia a su trayectoria en 2009. También fue condecorada con la insignia de la Orden del Fénix del Gobierno griego y en 2002 fue nombrada Mujer de Europa.