Luego del fallecimiento de la reina Isabel II de Inglaterra el pasado jueves, se despertaron las incógnitas con respecto a la repartición de su herencia, pero también muchos se preguntaron qué pasará con sus fieles mascotas que la acompañaron gran parte de su reinado en el trono.
En varias de sus biografías, los autores hacen alusión a su intenso fanatismo por la raza de perros Corgis. Todo comenzó cuando Isabel tenía apenas 7 años y se enamoró de Dookie, su primera perrito. Por aquel entonces, Jorge, su padre y duque de York, no era siquiera el heredero de la Corona y la familia vivía una vida tranquila y acomodada en una casa del centro de Londres.
¿Cuándo y cómo comenzó esta afición?
La familia de Isabel ya tenía varios perros, incluidos labradores y un spaniel, pero Isabel y su hermana menor Margarita, se habían enamorado del corgi de un vecino. Es por eso que su padre le regaló el primero de los 30 perros de esta raza que tuvo a lo largo de su vida, todos ellos fueron corgi galés de Pembroke.
En la actualidad, no está claro a ciencia cierta cuántos canes tenía Isabel pero al menos cuatro aparecieron en escena durante el último tiempo: dos corgis, Muick y Sandy; un cocker spaniel, Lissy; y Candy, un dorgi (híbrido de perro salchicha y corgi cuya origen se atribuye precisamente a la reina).
Luego del fallecimiento de la monarca más longeva del mundo, la hipótesis más extendida ahora entre los expertos en la casa de Windsor es que el cuidado de los perros recaerá en sus hijos, con el príncipe Andrés -el tercer hijo y el segundo varón de Isabel- como principal candidato a heredar alguno de los canes.
Carlos III, hijo mayor y actual rey de Inglaterra, se convirtió hace poco junto a su esposa Camilla en dueños de dos jack terrier, rescatados de un refugio.
En varias ocasiones, familiares cercanos a la reina manifestaron que la monarca prefería la compañía de los animales a la de los humanos. "La reina es una persona muy privada. Ansía estar en una habitación sin nadie más. Los perros, los caballos, su marido... Tiene poco amigos, y si tuviese que elegir entre los perros, los caballos y los amigos, no hay duda sobre qué escogería", apuntó Hicks.
En la misma línea, fuentes cercanas detallaron que los corgis fueron un pilar fundamental para atravesar los momentos de angustia por la muerte de su marido, contaron que la acompañaban a sus habitaciones privadas en Windsor y ella los alimentaba, muchas veces con un tenedor y cuchara que un asistente traía en bandeja. Además, los perros dormían en una habitación únicamente para mascotas ubicada dentro Palacio de Buckingham y bajo la vigilancia de dos cuidadores especializados.
Darren McGrady, un ex chef que trabajó con la monarca durante quince años, declaró que uno de sus primeros trabajos fue preparar la comida de los corgi. Contó que a las mascotas monárquicas les servían preparados muy específicos, elaborados día a día, con alimentos frescos y a base de carne cortada en trozos tan pequeños como resultara posible para que no quedara ningún hueso con el que pudieran atragantarse.