14 Septiembre 2022
Seguramente, la algarabía era tan grande que desbordaba el pecho de los vecinos de la Villa de Medinas, departamento Chicligasta, cuando el 23 de diciembre de 1999, a través de la ley 25.513 promulgada por el Poder Ejecutivo Nacional, la localidad fue declarada Pueblo Histórico Nacional. Ubicada a 83 kilómetros de San Miguel de Tucumán y con acceso por la ruta provincial 329, toda esa zona, cuyo primitivo nombre era Acapianta, figura en las crónicas locales desde tiempos de la conquista, cuando era encomienda del capitán Gaspar de Medina. Su apellido terminaría bautizando aquellas tierras. Algunos documentos señalan que su fundación ocurrió en 1643.
Esa gran noticia abría la posibilidad de que ese pueblo antiguo saliera del olvido y se convirtiera en un lugar turístico importante. De 1988 databa un proyecto de rehabilitación integral de la villa. Los especialistas dijeron que las rehabilitaciones del patrimonio debían ser integrales; es decir, no solo de los elementos físicos (arquitectura y urbanismo), sino también de la sociedad: por medio de mejoras en la calidad de vida de los vecinos podía garantizarse la conservación de las obras. Se planificaron microproyectos de desarrollo económico-social y urbano arquitectónicos. Sin embargo, el proyecto nunca se concretó.
En abril de 2013, estudiantes de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UNT se dieron cita en el lugar para recoger datos y elaborar ideas-proyecto para la recuperación histórica de la villa que presentarían en julio a sus docentes en el marco de un convenio entre esa casa de altos estudios y la comuna de Medinas. El objetivo era la recuperación del casco histórico y en una segunda etapa, generar emprendimientos gastronómicos con la idea de poder incorporarse al circuito turístico; ello redundaría en una reactivación económica. Los pobladores anhelaban contar con una farmacia, con la recuperación del mercado en ruinas, el funcionamiento del correo, y la apertura de la biblioteca. Pero la preocupación mayor de los pobladores era que hubiese fuentes de trabajo para que los jóvenes no emigren. Lo primero que debía encararse es construir un camino de acceso de 3,5 km desde la ruta 329.
El comisionado rural de Medinas que recibió en agosto de 2013 las conclusiones del trabajo de los estudiantes, dijo que la restauración de los edificios más antiguos -algunos de ellos seguían deteriorándose y experimentando derrumbes parciales- se encararía a través de la Gerencia de Empleos. El funcionario explicó que uno de los principales obstáculos era que ninguna propiedad tenía títulos de dominio. Los inmuebles figuran a nombre de pobladores de siglos atrás y no se hicieron los trámites de transferencia correspondientes.
En noviembre de 2018, se anunció la comuna de Medinas estaba pronta a firmar un convenio con la Comisión Nacional de Monumentos Históricos del Ministerio de Cultura de la Nación para poner en marcha un proyecto de restauración de las instalaciones del viejo mercado, del antiguo cabildo y algunas casas particulares que se encuentran alrededor de la plaza principal Sarmiento. El comisionado rural señaló que los trabajos se apoyaban en anteproyectos de revalorización de la villa efectuados por la UNT y la Universidad San Pablo. Un vecino de 90 años afirmó en la ocasión que se debía solucionar el problema de los desbordes del río Medinas e invertir en mejorar la infraestructura urbana. “El pueblo está predestinado a ser un lugar turístico, pero la desidia gubernamental nos puede condenar a la extinción”, dijo. En marzo de 2015, el 90% de la población tuvo que ser evacuada a causa de las inundaciones.
La inacción de los gobiernos provinciales viene empujando a la Villa de Medinas hacia su desaparición. Tal vez sean necesarios dirigentes con visión de futuro, que se ocupen no solo de la preservación del legado histórico, sino también de la calidad de vida de los pobladores y de la proyección turística que podría tener Medinas. Sin caminos no se puede ir a ninguna parte.
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