No hay partido más difícil que el siguiente a un Superclásico”. Juan Román Riquelme lo recordó en la noche del domingo en su habitual raid mediático de las horas felices, poco después de sentenciado el 1-0 de Boca sobre River en La Bombonera. Y la máxima valdría tanto para el que gana como para el que pierde.
El “Xeneize” deberá evitar esta noche el relax posterior a todo gran logro y prolongar su buen momento ante un Lanús en crisis integral: está último en la tabla anual y sus jugadores tuvieron que salir a dar explicaciones a los hinchas que fueron a pedirlas.
Y el “Millonario” necesita levantarse de inmediato del duro golpe que supuso la caída en La Boca (no tanto por el resultado, sino por las formas) esta misma tarde, cuando reciba al irregular Banfield en el Monumental.
Son dos desafíos diferentes, pero ambos implican urgencias. Para Boca, es clave quedarse con los tres puntos en La Fortaleza para rebasar provisionalmente en la cima (y llenar de dudas) a Atlético y a Gimnasia, líder y escolta respectivamente hasta el inicio de esta fecha 19.
Una buena cosecha en el sur del Gran Buenos Aires será importante además porque el equipo de Hugo Ibarra recibirá enseguida a Huracán y visitará luego a Godoy Cruz, dos oponentes directos en la lucha por el título de la Liga.
El entrenador ha venido solidificando su equipo de atrás hacia adelante –al modo Carlos Bianchi- y ante el “Granate” tendrá un obstáculo a superar: la expulsión de Marcos Rojo obliga a echar mano de un Carlos Zambrano que no otorga garantías parecidas.
Boca deberá “transplantar” a La Fortaleza la actitud mostrada ante River en La Bombonera. Y en lo posible agregarle algo más de ambición ofensiva, todavía sin los lesionados Exequiel Zeballos y Sebastián Villa como opciones preferenciales de gestación y desequilibrio.
El “renacido” Darío Benedetto está “tocado”, aunque sería titular, al igual que los golpeados Luis Advíncula y Alan Varela.
El “Xeneize”, por actualidad, es claro candidato ante el conjunto del cuestionado Frank Kudelka. Y el “Millonario”, por calidad de plantel, también lo es frente al “Taladro”.
River viene de jugar su peor superclásico en la era de Marcelo Gallardo. A “Napoleón” el domingo se le quemaron los “mapas” y sus “soldados” tampoco estuvieron a la altura.
El “Muñeco” advirtió que su equipo debe recuperarse de inmediato si todavía pretende calzarse la corona y no tendrá otra que barajar y dar de nuevo. Con Rodrigo Aliendro y Juan Fernando Quintero de baja, seguramente volverán a la formación inicial Agustín Palavecino y Santiago Simón, dos hombres postergados en 2022. Lucas Beltrán, extraña ausencia inicial en La Bombonera, iría también de arranque.
Se descuenta que los hinchas llenarán una vez más el Monumental y seguirán expresando su “banca” a Gallardo y al equipo, aunque las redes sociales explotaron en críticas al estratega por sus decisiones antes y durante el Superclásico y también a varios jugadores a los que calificaron de “livianitos” en la pulseada con los “primos”.
La urgencia de River es, de todas formas, más imperiosa que la de Boca, no sólo porque está más lejos de la punta, sino porque aún no tiene garantizada su participación en la próxima Libertadores.
El “Millonario” debe terminar en los primeros puestos de la tabla anual, repetir título de Liga o salir campeón de la Copa Argentina para asegurarse el cupo.
Esta última posibilidad implica un plus: para lograrlo, en el camino de River probablemente se cruce Boca en semis. Y como nunca, Gallardo y los suyos necesitan una pronta revancha.