Para lograr cosas importantes es crucial que todos aporten a la causa. Y anoche, en La Ciudadela lo entendieron a la perfección. Sacaron el manual de cómo disputar partidos importantes, justo lo que se le venía reclamando al plantel y jugaron todos. El equipo fue una furia dentro del campo y los hinchas empujaron desde afuera. Así San Martín logró una victoria clave de cara a la definición del campeonato. Porque así lo demanda su historia y el presente, claro.
La jornada que había comenzado cruzada por los lamentables hechos de violencia en las adyacencias del estadio se transformó ni bien Andrés Merlos pitó el inicio del partido. El “Santo” jugó como la situación lo requería: cuchillo entre los dientes y a dejar el alma en cada pelota. Siendo astuto en el trámite y sacándole el jugo a su oportunidad.
Además, San Martín tuvo la virtud para sobreponerse a un inicio que no fue el que todos esperaban. Los primeros pasajes fueron cargados de tensión, de nervios, de locura; porque el “Pirata” no vino a Tucumán a ver qué pasaba. Intentó poner su chapa y su presente sobre el césped, intentando ganar de guapo, tratando de tirarle encima un presente soñado.
Los nervios de las tribunas bajaron a la cancha y antes del primer minuto, la “B” ya había tenido un par de chances claras productos de desinteligencias del dueño de casa.
Pero de a poco el “Santo” se fue acomodando. Esta vez no apeló tanto a la posesión; tal vez por virtud de la visita que lo presionó bien en la salida. Pero el juego directo también ayuda. Pablo De Muner invirtió las posiciones de los extremos buscando que un enganche los dejara de frente al arco.
Brian Andrada tuvo una chance tras la cesión de Juan Miritello, pero no llegó cómodo a definir. Luego fue el “9” el que no alcanzó a conectar de cabeza y su movimiento engañó al ex Gimnasia de Mendoza. Y en la tercera que tuvo, el “Santo” le asestó al “Pirata” un gancho al hígado.
Hernán Pellerano condujo con inteligencia, se acercó al área enemiga y lanzó un centro preciso para que Miritello se anticipara a todos y metiera un cabezazo seco, esquinado, que desató la locura de un estadio que fue una caldera durante todo el duelo.
La ventaja no modificó nada en el trámite porque el “Santo” sabía que era una final. Quería hacerle morder el polvo al líder y demostrar que está para pelear por todo y así lo hizo.
Tino Costa saltó al campo en el reinicio porque el local necesitaba tener la pelota y la jugada del entrenador también fue clave.
Porque más allá de que la bola fue casi exclusiva de los cordobeses, él supo acomodar a sus compañeros y ponerla bajo la suela cuando la mano parecía comenzar a complicarse.
“Nosotros tenemos claro lo que queremos. Estamos tranquilos porque venimos trabajando bien. Pero ahora no debemos equivocarnos. Hay que mantener los pies sobre la tierra y seguir luchando”, dijo el volante en conferencia.
El abrazo general en el centro del campo, los jugadores y el cuerpo técnico cantando al ritmo de los hinchas dejaron en claro lo que necesitaba el “Santo” una victoria de este calibre.
“Sabíamos que podíamos vencer al líder”, lanzó Pellerano y fue más allá. “Ahora hay que seguir luchando porque falta y nosotros queremos lograr el objetivo”.
San Martín ganó un partido crucial y está más vivo que nunca. Demostró que la unión hace la fuerza y ese es el plus con el que intentará ir por todo.