LONDRES, Reino Unido.- La británica Liz Truss llega al poder con la promesa de desafiar la llamada “ortodoxia”, con exigencias de una actuación más rápida y radical para afrontar la crisis del costo de la vida y sacar al país de lo que, según ella, son años de lento crecimiento.
La recién elegida líder del gobernante Partido Conservador, que será nombrada primera ministra hoy, heredará uno de los retos más difíciles de cualquier nuevo líder. El Reino Unido enfrenta una inflación galopante, una larga recesión, el mayor golpe al nivel de vida en décadas y la amenaza de huelgas de millones de trabajadores.
En muchos sentidos, la nueva cabeza del gobierno británico es una continuación de Boris Johnson, a quien sirvió como ministra de Asuntos Exteriores. También se definió admiradora de la ex primera ministra Margaret Thatcher, una mala palabra para la clase obrera británica, que en los años 80 condenó al desempleo a cientos de miles de trabajadores, tras el cierre compulsivo de minas de carbón en Inglaterra, Irlanda y Gales.
Truss, que en el pasado se mostró partidaria de recortar los impuestos en lugar de dar “limosnas” (así llama a la ayuda social), prometió que tomará medidas inmediatas para hacer frente a la suba de las facturas de energía. Esto, además de la promesa de revisar las competencias del Banco de Inglaterra, animó a los seguidores del partido, pero sacudió a los mercados financieros. Los banqueros no son los únicos que la miran con desconfianza.
Según un sondeo de YouGov, sólo uno de cada siete británicos opina que Truss será mejor primera ministra que Johnson. Una cuarta parte de los encuestados considera que será peor, lo cual es decir mucho, si se tiene en cuenta que Johnson deja el poder en medio de denuncias de abuso de poder y corrupción, por haber hecho fiestas en la residencia oficial durante la cuarentena por covid-19, por haber gastado fortunas en remodelar su casa con dinero del Estado y por haber encubierto a colaboradores acusados de acoso sexual, entre otros escándalos.
En las últimas semanas, Truss dirigió sus dardos contra el Tesoro británico, acusándolo de ser lento para aprovechar el Brexit. Cuestiona, además, que el aumento de los impuestos suponga más ingresos o que las ayudas sean efectivas.
En su lugar, Truss dice que se basará en el recorte de impuestos para estimular el crecimiento económico, una estrategia que, según advierten los economistas del reino y Rishi Sunak, el ex ministro de Finanzas a quien derrotó en la contienda por el liderazgo del partido, agravará la creciente tasa de inflación británica del 10,1%.
“Liz Truss ha dicho que se enfrentará a la ortodoxia del Tesoro que ha generado un débil crecimiento económico y que probablemente alimentará una estanflación a largo plazo como la de los años 70”, dice el ex ministro conservador David Jones.
“Necesitamos un peso pesado que enfrente a los mandarines”, dijo, refiriéndose al nombramiento de un ministro de Economía. Fuentes del partido dicen que podría ser Kwasi Kwarteng, ministro de Negocios, aunque los diputados conservadores preferirían a John Redwood, un veterano legislador euroescéptico que entró al Parlamento en 1987. (Reuters)