El álbum de figuritas del Mundial en Qatar salió a la venta para el Día del Niño. En pocos días, se agotaron el álbum y los paquetitos, en varias ocasiones. Se podían comprar en supermercados, quioscos, Pedidos Ya, Mercado Libre y en la App, entre otros sitios. Hubo colas de padres y hubo colas de hijos. Hubo promociones que incluían el envío. Hubo combos de hasta 12 cuotas con tarjeta. Hubo ventas de figuritas sueltas. Hubo gente que pagó hasta $ 6.000 por un jugador difícil. No ha pasado ni un mes. Y algunos chicos ya han terminado el álbum.
"Una mamá me decía: 'cómo hago con mi hijo de 13 años con el que habíamos decidido que íbamos a comprar dos paquetes por semana'?", cuenta la pediatra y médica de adolescentes Dolores Lynch, especializada en el Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, de Buenos Aires. "Otra mamá me contó que compró 10 paquetes a la mañana y luego 10 paquetes a la tarde ('por si se acababan')", añade Lucila Fernie, jefa de pediatría del Hospital Británico y docente de pediatría en las universidades de Buenos Aires y Católica Argentina. "Y sí... se acabaron. Claro. Saqueamos los lugares de venta", razona José Luis Matozzi, pediatra en el Sanatorio Las Lomas y especializado en los hospitales franceses Necker, Herriot y La Timone.
"Compramos los sobres on line. Ni siquiera fuimos caminando con nuestros hijos a buscarlos. Aunque caminemos más. Y aunque no los encontremos. Caminar; preguntar; buscar; que no estén; frustrarse. Todo eso hace al proceso de espera. Y todo eso es lo que ayuda a los niños y jóvenes a tolerar la tristeza de no tener lo que quieren", explican los médicos, durante una charla con LA GACETA. Pero para ello -aclaran enseguida- tiene que haber primero un adulto fortalecido que los acompañe.
- Entonces, ¿cómo se contiene esta cultura de la inmediatez?, se le pregunta a Fernie.
- Hoy, explotan los consultorios de los médicos y psicólogos infantiles con chicos ansiosos. He visto madres y padres que han comprando de a 20 paquetes por día. Y así llenaban rápido el álbum. Tan rápido que el Mundial no empezó. ¿Y el juego en el colegio? ¿Y el intercambio de figuritas? ¿Todo eso desapareció en 15 días? Los juegos son terapéuticos. Los juegos son tan necesarios para los chicos. Déjenlos jugar.
Desde la mirada de los tres expertos, si queremos hijos menos ansiosos necesitamos padres que puedan manejar su propia ansiedad. Que registren su estrés. ¿Cómo pretendemos que ellos aprendan a esperar si los adultos viven en inmediatez?, se preguntan. "Esperar en una cola. Esperar a que se revele un rollo de fotos. Esperar a que el auto de adelante arranque sin tocarle bocina. Esperar a ahorrar para comprar algo. Esperar un turno. Hacer un rompecabezas en varios días. Hacer con ellos las tarjetas de sus cumpleaños. Hacer cosas con tiempo", reflexionan.
A su turno, la psicóloga especializada en crianza Maritchu Seitún rescata que, un par de años atrás, los álbumes no se llenaban (de hecho). "Lo divertido era cambiar las figuritas con los amigos; pegar con entusiasmo pero, al mismo tiempo, saber que quedaría siempre incompleto. En cambio hoy, los chicos se ponen ansiosos por terminar", recuerda.
La ansiedad es un componente de muchas enfermedades psiquiátricas y también es, en sí misma, una patología. Se tiende a minimizarla, porque en ocasiones los síntomas no son claros. Pero los comportamientos ansiosos se inician en la infancia y los padres sobreprotectores se consideran ansiógenos. "Los chicos tiene que desear, esperar y hacer fuerza para obtener lo que anhelan. Eso es sano para ellos. Y los grandes deben reconocer lo que necesitan de verdad y diferenciarlo de aquello que quieren porque otros lo tienen u otros lo hacen. Y si nos surgen dudas, preguntemos al pediatra, a la psicóloga o a la psicopedagoga del colegio", razona Seitún.
En definitiva, los adultos vivimos apurados, estresados y ansiosos. Y sin dudas, los niños son nuestro espejo. "Reflexionemos. Por una infancia sin prisas y con frustraciones", concluyen Matozzi, Lynch, Fernie y Seitún. Lo agradecerán de grandes, cuando enfrenten situaciones de difícil o imposible resolución. Porque no todo se puede. Y no todo se tiene. Como las figuritas.