Cuando estaba el 48% de las mesas escrutadas, se imponía en Chile el Rechazo a la nueva Constitución, con un aplastante 62,55% por sobre el 37,45% del Apruebo, de acuerdo a cifras publicadas por el sitio de internet del Servicio Electoral (Servel).
El texto sometido a votación fue elaborado durante un año en una convención constitucional que surgió luego del estallido social de octubre de 2019, que llevó multitudes a las calles en protestas contra la desigualdad en el entonces estable país sudamericano.
Los más de 3.000 centros de votación abrieron sin contratiempos en el mayor productor global de cobre. Para las elecciones más cruciales de su historia reciente, 15 millones de chilenos estaban habilitados a votar y se esperaba que la participación fuese alta porque, por primera vez, el sufragio era obligatorio.
Las mesas computadas hasta anoche, en diferentes regiones de Chile, en su mayoria daban mayoría al Rechazo, incluso en zonas donde Gabiel Boric obtuvo mayoría de votos para ser Presidente.
El plebiscito era ayer el único tema de conversación en las calles y comercios de Chile, desde jóvenes que se estrenaban en el ejercicio del voto, ancianos desencantados de la política que acudían por primera vez a las urnas y extranjeros residentes que debutaron con ansiedad en una jornada histórica para Chile.
Boric ya había anticipado que el proceso constituyente continuará, más allá del resultado. Lo dijo cuando las encuestas ya auguraban una victoria del rechazo al texto que presentó, el 4 de julio, la Asamblea Constituyente.
Aunque la decisión de reescribir la carta magna fue aprobada por un aplastante 80%, en un referendo realizado a fines del 2020, las polémicas entre los redactores, además de la supuesta “radicalización” de algunas de las propuestas, restaron apoyos a la iniciativa, aunque el documento final dejó fuera muchos de los temas cuestionados.
Si se hubiera aprobado, el país hubiese dejado atrás el modelo instalado durante la dictadura de Augusto Pinochet, que llegó al poder por medio de un golpe de Estado, en 1973, y lo dejó en 1990, después de haber asegurado un sistema político que hiciera casi imposible el cambio.
El plebiscito marcó un cierre al proceso que, durante un año, reunió a una asamblea cuyos miembros fueron elegidos por voto popular, con paridad entre hombres y mujeres y participación de integrantes de pueblos indígenas. (Reuters-Especial)