Raúl Arué : “lo único que hoy tenemos seguro todos es la incertidumbre”

Raúl Arué : “lo único que hoy tenemos seguro todos es la incertidumbre”

El sociólogo analiza la situación que habitamos

Raúl Arué : “lo único que hoy tenemos seguro todos es la incertidumbre”

Discursos de odio, grieta, incertidumbre, resiliencia. Conceptos que se repiten casi a diario en Argentina. Pero ¿qué significan? ¿Sirven para algo? Raúl Arué es profesor de Sociología en la UNT y puede responder esas preguntas con una idea central: nadie se salva solo.

- ¿Coincide en que la grieta y nuestra idiosincrasia son de los mayores problemas que tenemos los argentinos?

- Pondría en discusión si es que hay idiosincrasia propia de determinadas sociedades. Aunque no lo parezca, cada vez la sociedad es más diversa. Hay ciertas ideas que no son compartidas por la mayoría. Cada vez hay más diferencias que similitudes. La idiosincrasia está puesta en discusión, el modo en que una sociedad se piensa, influye en cómo actúa, el imaginario que se construye en torno a la sociedad me sirve para actuar y para justiciar por qué el modo de actuar no dio los resultados esperados, cómo nos pensamos como sociedad y la justificación de cómo ocurre, pero no es hegemónico. Está puesto en discusión. Hoy impera más una idea de diversidad. Dentro de La Argentina hay homogeneidad, pero en realidad también hay modos de pensar diferentes y experiencias distintas.

Raúl Arué. Raúl Arué.

- Pero la grieta está presente en todo lo que hacemos últimamente…

- La grieta nos está marcando. Hay una lógica en los discursos que tienden a pensarse como discursos opuestos entre sí, y se llevan al extremo. Estas tendencias a ir para un lado o para el otro parecen imponerse y no queda ningún espacio que pueda ser libre de ajustarse a uno de esos extremos. Son polos opuestos, pero hay una tendencia. En Argentina no sólo hay peronismo o antiperonismo, provida o favor del aborto. Se tiende  a polarizar, pero también deberíamos pensar que hay mucha gente a la que estos discursos no los afecta en su vida cotidiana. No es que todos se encolumnan detrás de una u otra postura, hay un montón de personas en el medio. Son influidas, pero tienen otro pensamiento, es lo que pasa con las redes sociales, están recibiendo estos discursos opuestos y contradictorios, todo el tiempo y hasta es muy difícil chequear con las redes sociales qué es cierto y qué no.

- ¿Las redes sociales tienen responsabilidad en todo lo que nos está pasando?

- Hoy influyen en casi todo. Las redes sociales definen todo. Antes los medios habituales de las personas para informarse eran la televisión, la radio, y los medios gráficos. Hoy se informan, la mayoría, digamos un 30%, con en los medios digitales, y después la segunda opción, son las redes sociales, que son un 27% según una encuesta que yo mismo hice entre mis alumnos. La información se toma de las redes sociales, que capaz que replican algo, pero lo pueden transformar. Esto atraviesa la vida. Pero los criterios de verdad de un medio de comunicación tradicional son completamente diferentes a los de las redes sociales, donde contrastar es muy difícil.

- Estamos viviendo entonces tiempos complejos…

- Lo complejo en la actualidad es sostener algún tipo de idea, de valores compartidos. Lo único que tenemos en la actualidad es la incertidumbre. Los grandes relatos ideológicos están en crisis, y por eso la característica de los partidos políticos es ser lo suficientemente flexibles ideológicamente para contener más votos, pero no es una realidad exclusiva de Argentina. Los partidos tradicionales deben captar gente, pero llegan con mensajes extremos como el de (Donald) Trump en el Capitolio. Los partidos tienen desde algunas ideas extremistas hasta un abanico donde las ideas se confunden. Hoy, por ejemplo, si lo pones a (Sergio) Massa del PJ al lado de (Mauricio) Macri o de (Horacio) Rodríguez Larreta no hay muchas diferencias. En la práctica tienen muchos elementos en común, y además los que financian las campañas ponen un huevo en cada canasta. La sociedad se enfrenta entonces a una serie de discursos que suelen ser contradictorios y que, en definitiva, apelan a la responsabilidad de cada uno. Tenemos que ver cómo vamos a contemplar nuestras libertades con respecto al cuidado del otro. Hay que pensar más en la idea de lo comunitario en la de lo individual.

- ¿Cuál es su opinión acerca de esto que se nombró tanto en los últimos días del discurso del odio? ¿Influye?

- En algunas personas se nota claramente esa influencia. Cuando uno emite un discurso, que cosifica al otro, o que considera como vano o inocente algo que es grave o naturaliza la violencia, son discursos de odio. Hoy, muchas veces, el otro no es visto como una persona, sino como una cosa con la cual yo puedo hacer cualquier cosa. Es una cosificación de la persona, y nos pareciera que esto nos habilita a actuar con violencia. Por ejemplo, hay algunos periodistas o políticos que hacen de estos discursos una habitualidad que resulta atractiva para determinados grupos de personas. Uno encuentra puntos en común, y que a veces no se ajustan a un esquema democrático de convivencia. En todos los discursos encontramos perspectivas ideológicas, pero algunas escapan al pensamiento natural.

- ¿Esa grieta de la que hablábamos al principio atraviesa generaciones?

- Por mi labor, tengo contactos con algunos grupos de jóvenes, pero creo que hay una gran diversidad de opiniones. Hay algunos jóvenes muy comprometidos con ideas políticas o con la sociedad, y que actúen en consecuencia, y hay otro grupo muy apático, al cual es muy difícil llegar para ver qué es lo que proyectan como futuro para ellos mismos. Sin embargo, me gustaría saber más qué es lo que piensan. Son grupos muy diversos, y veo que muchos están invadidos por esta gran incertidumbre. Además son realidades diferentes a lo que se veía años atrás, con la comunicación de las personas. Sinceramente quisiera poder charlar más con los jóvenes.

- ¿Podemos volver al concepto de incertidumbre? Obviamente no sabemos dónde estamos parados, y para peor, tampoco qué es lo que viene…

- Es real, nosotros convivimos con la incertidumbre. Pero por suerte, los jóvenes sí tienen una gran plasticidad, de adaptación. Uno lo que puede hacer en referencia a sus hijos, sobre todo con los adolescentes, es plantearles herramientas que les permitan irse adaptando o generar estrategias propias que les permitan vivir en este contexto de incertidumbre. Por ejemplo, mi generación tenía la idea de que lo mejor era tener un trabajo para toda la vida, pero hoy los jóvenes no piensan del mismo modo. Ellos buscan y cambian y hacen sus propias trayectorias. Tienen capacidad de generar estrategias, mucho más que los de mi generación.

- ¿Por qué nos cuesta debatir?

- Eso es algo que me genera preocupación, en el sentido que no parece que se generen mecanismos de diálogo, sin que haya una cuestión de violencia o simbólica. A mi particularmente el conflicto me resulta desagradable, no me gusta. Los ámbitos de debate, salvo algunos cuidados, no tienden a tratar al otro con respecto, no se respeta la verdadera estructura del debate en cuanto al intercambio de ideas. Hoy se gritan, y se responde cualquier cosa. No hay intercambio de ideas. Gana el que grita más fuerte. Y las cosas justamente no se están pudiendo resolver por no tener diálogo.

- Está siempre presente esa idea de la resiliencia de los argentinos…

- Es relativo. Todos los pueblos tienden a sobrevivir, lo que pasa es que hay que ver cuáles son los límites a los que nos enfrentamos. Hoy la idea de Estado, de Nación está en discusión. Lo que se necesita es que no sea un proyecto que defienda los intereses de pocos, y los demás se escarchen. Estos discursos que hoy escuchamos apelan más a lo individual que a lo colectivo, se ve al otro como una carga, y al menos yo no creo en las salidas individuales.

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