Domingo F. Sarmiento
Tres sicarios y una emboscada
La noche del sábado 23 de agosto de 1873, el sanjuanino marchaba en su carruaje, tirado por dos caballos y manejado por el cochero José Morillo. En una esquina porteña tres hombres lo esperaban, armados con trabucos y puñales: Francisco Güerri, Pedro Güerri (no eran parientes) y Luis Casimir. Habían sido contratados para matar al Presidente, a cambio de 10.000 pesos. Francisco Güerri disparó con su trabuco, que le estalló en la mano. Uno de los proyectiles entró por la ventanilla del carruaje y salió por el otro lado. Lo sorprendente es que la avanzada sordera no le permitió a Sarmiento darse cuenta de lo que sucedía. Los tres sicarios fueron detenidos, juzgados y condenados a prisión.
Julio A. Roca
El cascotazo que pudo ser fatal
El lunes 10 de mayo de 1886, el Presidente marchaba rumbo al Congreso -que todavía funcionaba en el antiguo edificio- para brindar el discurso de la apertura de sesiones ordinarias. Un grupo de curiosos rodeaba la zona y desde allí voló un cascote que impactó en el parietal izquierdo del tucumano y lo hizo tambalear. Ignacio Monges, de 36 años, había sido el autor del atentado. A Roca le colocaron un vendaje en la cabeza y así se presentó ante los parlamentarios, con la banda presidencial manchada de sangre. ¿Y Monges? Fue apresado y condenado a 10 años de prisión por tentativa de homicidio.
Manuel Quintana
Las balas que no salieron
El episodio fue similar al vivido por Sarmiento, ya que el Presidente también circulaba en un carruaje por la calles porteñas cuando se produjo el atentando. Era el 12 de agosto de 1905, un día lluvioso. Un hombre que vestía sobretodo se colocó en el medio de la calle y disparó dos veces a Quintana con un revólver calibre 38, pero las balas no salieron. Arrojó el arma y salió corriendo. Se trataba de Salvador Enrique José Planas y Virella, un anarquista catalán de 23 años al que condenaron a 13 años y cuatro meses de prisión por tentativa de homicidio.
J. Figueroa Alcorta
Una patada para alejar una bomba
El 28 de febrero de 1906 el Presidente regresaba a su domicilio y al bajar del carruaje un hombre se le acercó y le tiró a los pies un paquete envuelto en papel de diario, que comenzó a humear. Figueroa Alcorta lo alejó de una patada, sin advertir que se trataba de una bomba. El autor era Francisco Solano Rejis, de 21 años, y la había preparado con clavos, vidrios y pedazos de hierro. Fue condenado a 20 años de cárcel. Lo curioso es que terminó escapando de la prisión con Planas, de quien se había hecho amigo.
Victorino de la Plaza
Atentado en pleno 9 de julio
Juan Mandrini, de 24 años, le disparó al Presidente mientras el mandatario y su comitiva seguían las alternativas del desfile del 9 de julio de 1915. Estaban en el balcón de un primer piso y los balazos salieron sin puntería. A Mandrini le dieron una pena de apenas 16 meses de cárcel.
Hipólito Yrigoyen
El atacante abatido por la custodia
Sucedió el 24 de diciembre de 1929, cerca del mediodía. El presidente salió en su auto, conducido por Eudosio Giffi, y a una cuadra de su casa un hombre se cruzó y efectuó cinco disparos con un revólver calibre 32. La custodia repeló el ataque y el agresor, identificado como Gualterio Marinelli -un italiano que trabajaba en un taller- fue muerto. El comisario de la custodia resultó herido en el abdomen.
Juan D. Perón
Bombardeo en la Plaza de Mayo
Fueron dos los atentados que sufrió el mandatario, ambos durante la segunda de sus tres presidencias. El 15 de abril de 1953, durante un acto multitudinario organizado por la CGT en la Plaza de Mayo, estallaron dos bombas. Hubo cinco muertos y casi 100 heridos. El siguiente ataque, muchísimo grave, se registró el 16 de junio de 1955, cuando aviones de la Marina bombardearon la Plaza de Mayo con la consigna de matar a Perón. El Presidente salió de la Casa Rosada y se atrincheró al frente, en el edificio del Ministerio de Guerra. Los pilotos no regresaron a su base, sino que cruzaron el Río de la Plata y se refugiaron en Uruguay. A su paso quedó un saldo nunca establecido de muertos: la cifra oscila entre 350 y 400, además de un millar de heridos.
Raúl Alfonsín
La increíble noche de San Nicolás
Alfonsín ya había dejado el cargo cuando fue víctima de un atentado, la noche del 23 de febrero de 1991, en la ciudad de San Nicolás. Ismael Darío Abdala, de 29 años, le disparó al entonces ex mandatario con un revólver calibre 32 largo, sin que la bala llegara a rozarlo. De inmediato fue reducido por la custodia. Pero hay otro episodio del que Alfonsín fue partícipe: el 19 de mayo de 1986, en una visita al Tercer Cuerpo de Ejército, habían descubierto una bala de mortero oculta en una alcantarilla por donde debía pasar el automóvil presidencial.